viernes, 14 de marzo de 2008


En su Lampas triginta statuarum, Bruno insiste en su tentativa para construir una memoria, o una psique, que derive su unidad del empleo de imágenes o signos que la pongan en contacto directo con la realidad. Las imágenes astrológicas sobre las que se fundaba la memoria descrita en el De umbris idearum son substituidas aquí por "estatuas", o imágenes interiores construidas según principios talismánicos... Creo que las "estatuas" interiores a las que hace referencia no son otra cosa que una transposición, en el ámbito de la imaginación interior, de aquellas estatuas que constituían un elemento esencial de la religión practicada por los egipcios, quienes tal como podemos colegir de la lectura del Asclepius, poseían los conocimientos necesarios para animarlas mediante la introducción en su interior de demonios. Tal como sabemos por el De Magia, Bruno creía que el más importante y eficaz método para "vincularse" con los demonios era el basado en las facultades de la imaginación. Por consiguiente, según mi opinión, las treinta estatuas son treinta vínculos imaginativos destinados a establecer conexión con los demonios, a través de los cuales el mago consigue dar forma a su personalidad.

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