“Imaginemos que situamos la psicoterapia en el contexto de una academia de interpretación artística, como disciplina vinculada fácilmente con el teatro, la música, la danza y la retórica, en ese marco los terapeutas dirían que su oficio es la conversación profesional, la retórica estratégica o incluso un género de teatro interactivo. Su formación se centraría en el desarrollo de una capacidad artística para la comunicación. Se le brindarían oportunidades de adquirir práctica en el modo de enfrentar los desafíos y sorpresas retóricas que plantean los clientes. Como un actor que improvisa su papel, el terapeuta procuraría estar siempre listo para responder con una rica gama de recursos a cualquier situación que pudiera presentarse. Al considerar la terapia como un arte, el acento recae en la actuación del terapeuta”.
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