Los capos del LSD y la heroína eran agentes de la CIA, los cuales subían al escenario de vez en cuando dando directrices de cómo tomar esas sustancias y de cuales no debían tomar, haciéndo así preguntarse a quien no las consumía, qué era aquello, qué efectos eran aquellos de los que hablaban y cómo podían conseguir exprimentarlos.
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