El último timo de Elmyr de Hory
Clifford Irving ha añadido un capítulo a su biografía de Elmyr de Hory, 'Fake!', en donde insinúa que el célebre falsificador de arte fingió su propio suicidio y vive en Australia
Clifford Irving insinúa en la reedición de 'Fake!', la biografía del mayor falsificador de arte del siglo XX, que podría haber fingido su propia muerte y ahora se encuentra en Australia. Su abogado, Rafael Perera, niega la mayor, pero sospecha que incluso sus falsificaciones eran falsas y que podrían ser obra de 'negros' que trabajaban para él. Perera recuerda que ni siquiera se sabe cómo se llamaba en realidad y si sabía pintar. Según algunos testimonios, en su casa ni había pinceles ni un estudio de pintura
MATEU CUART | PALMA Cuestionó el mundo del arte, y cuando la Justicia estuvo a punto de poner sus zarpas sobre el mayor falsificador artístico del siglo pasado, Elmyr de Hory logró darle esquinazo con un suicidio y posterior entierro en el nicho 208 del cementerio de Ibiza que su biógrafo escribe ahora entre interrogantes.
Publicado por vez primera en 1969, cuando sirvió para destapar la autoría real de decenas de lienzos firmados por Modigliani, Matisse, Renoir o Picasso, Fake!, el libro de Clifford Irving -en cuyo currículo destaca la elaboración de una falsa autobiografía del magnate Howard Hughes-, se reeditará las próximas semanas con un nuevo capítulo, el último, en el que sugiere que Elmyr de Hory sigue vivo y en paradero desconocido.
"Parece ser que fue el propio Elmyr el que puso a Irving tras su pista, y que éste habló luego, para confirmarlo, con varios testigos que dicen haberlo visto en Australia", explicó a este diario el equipo de Norma Editorial, encargada de la edición.
Su abogado, el mallorquín Rafael Perera, que logró por dos veces sortear sendas demandas de extradición por estafa gracias a sus "defectos formales", se niega a dar crédito a las afirmaciones según las cuales Elmyr de Hory estaría vivo. "Es una ficción total", sostiene el penalista.
"Yo tuve una filtración y supe que el juicio de extradición de Francia iría mal, así que se lo comuniqué", recuerda Perera, que al poco se enteraría por una llamada de Mark Forgy, su íntimo amigo y heredero, de que el artista se encontraba mal.
"Le dije que lo llevara a la clínica y me fui para allá", explica el abogado, que, una vez en el cementerio, pudo oír cómo le practicaban la autopsia "con un martillo y una escarpia". Asegura que la autenticidad de su fallecimiento viene avalada por la policía judicial, por el secretario del consistorio y por la mismísima Interpol, que acudió al camposanto para tomar post mortem las huellas dactilares a un Hory ya sin vida pero con un rictus con el que "parecía que se reía de todo".
Ya por entonces, algunos de sus amigos barajaron la posibilidad de que el artista apátrida pretendiera dar sólo "un golpe de teatro ante la opinión pública que pudiera favorecerle respecto al dictamen".
En este sentido, Perera advierte de que la biografía de Elmyr de Hory aún no está escrita. "No se sabe ni cómo se llamaba en realidad ni siquiera si era pintor", asegura el jurista, con la firme sospecha de que "tuvo negros que pintaban sus cuadros".
Falsificaciones de falsificaciones. Una creencia basada en que, pese a la insistencia de Perera, De Hory nunca le enseñó su estudio. Ni a él ni al por entonces juez y hasta hace unos años presidente del Tribunal Superior de Justicia de Baleares, Ángel Reigosa, que hizo reconocimientos judiciales en su casa en los que jamás vio "ni el estudio ni los pinceles".
De esa misma morada salieron curiosos informes policiales como el que describía una mesa de centro cuyo esqueleto lo conformaba una sirena salvo de piernas para abajo, donde era el cuerpo de un hombre el que hacía acto de presencia.
"El atestado destacaba que los testículos tenían un color distinto, señal de que habían sido manoseados", explica el abogado de un cliente al que se aplicó la Ley de vagos y maleantes por su condición de homosexual.
"De Hory me decía que, cuando muriera, los directores de museos y galerías temblarían, y citó el Museo de Arte Moderno de Nueva York", recuerda el defensor de un presunto pintor cuyo modus operandi se basaba en la imitación más que en la copia. "Le acusaban de suplantar a Matisse, y él decía que pintaba a su estilo y que eran sus marchantes los que firmaban luego los cuadros".
Su truculenta historia despertó el interés de Orson Welles, que la trasladó al séptimo arte con F for fake (F de falsificación). "No es una gran película, pero cuenta su vida", apunta Perera. La vida de un hombre bajo eterna sospecha.
Publicado por vez primera en 1969, cuando sirvió para destapar la autoría real de decenas de lienzos firmados por Modigliani, Matisse, Renoir o Picasso, Fake!, el libro de Clifford Irving -en cuyo currículo destaca la elaboración de una falsa autobiografía del magnate Howard Hughes-, se reeditará las próximas semanas con un nuevo capítulo, el último, en el que sugiere que Elmyr de Hory sigue vivo y en paradero desconocido.
"Parece ser que fue el propio Elmyr el que puso a Irving tras su pista, y que éste habló luego, para confirmarlo, con varios testigos que dicen haberlo visto en Australia", explicó a este diario el equipo de Norma Editorial, encargada de la edición.
Su abogado, el mallorquín Rafael Perera, que logró por dos veces sortear sendas demandas de extradición por estafa gracias a sus "defectos formales", se niega a dar crédito a las afirmaciones según las cuales Elmyr de Hory estaría vivo. "Es una ficción total", sostiene el penalista.
"Yo tuve una filtración y supe que el juicio de extradición de Francia iría mal, así que se lo comuniqué", recuerda Perera, que al poco se enteraría por una llamada de Mark Forgy, su íntimo amigo y heredero, de que el artista se encontraba mal.
"Le dije que lo llevara a la clínica y me fui para allá", explica el abogado, que, una vez en el cementerio, pudo oír cómo le practicaban la autopsia "con un martillo y una escarpia". Asegura que la autenticidad de su fallecimiento viene avalada por la policía judicial, por el secretario del consistorio y por la mismísima Interpol, que acudió al camposanto para tomar post mortem las huellas dactilares a un Hory ya sin vida pero con un rictus con el que "parecía que se reía de todo".
Ya por entonces, algunos de sus amigos barajaron la posibilidad de que el artista apátrida pretendiera dar sólo "un golpe de teatro ante la opinión pública que pudiera favorecerle respecto al dictamen".
En este sentido, Perera advierte de que la biografía de Elmyr de Hory aún no está escrita. "No se sabe ni cómo se llamaba en realidad ni siquiera si era pintor", asegura el jurista, con la firme sospecha de que "tuvo negros que pintaban sus cuadros".
Falsificaciones de falsificaciones. Una creencia basada en que, pese a la insistencia de Perera, De Hory nunca le enseñó su estudio. Ni a él ni al por entonces juez y hasta hace unos años presidente del Tribunal Superior de Justicia de Baleares, Ángel Reigosa, que hizo reconocimientos judiciales en su casa en los que jamás vio "ni el estudio ni los pinceles".
De esa misma morada salieron curiosos informes policiales como el que describía una mesa de centro cuyo esqueleto lo conformaba una sirena salvo de piernas para abajo, donde era el cuerpo de un hombre el que hacía acto de presencia.
"El atestado destacaba que los testículos tenían un color distinto, señal de que habían sido manoseados", explica el abogado de un cliente al que se aplicó la Ley de vagos y maleantes por su condición de homosexual.
"De Hory me decía que, cuando muriera, los directores de museos y galerías temblarían, y citó el Museo de Arte Moderno de Nueva York", recuerda el defensor de un presunto pintor cuyo modus operandi se basaba en la imitación más que en la copia. "Le acusaban de suplantar a Matisse, y él decía que pintaba a su estilo y que eran sus marchantes los que firmaban luego los cuadros".
Su truculenta historia despertó el interés de Orson Welles, que la trasladó al séptimo arte con F for fake (F de falsificación). "No es una gran película, pero cuenta su vida", apunta Perera. La vida de un hombre bajo eterna sospecha.
Etiquetas: Elmyr de Hory
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