Pero no podemos dejar el cristianismo sin examinar su aspecto más revolucionario, que es la reivindicación de una justicia social. Platón, llamado San Platón por la Patrística cristiana, había propuesto un Estado donde los rectores (“custodios”) no podrían conocer la propiedad privada, admisible sólo para los estamentos inferiores. El paso que consuman los albaceas de Jesús es extender el esquema al resto de los estamentos. La base es un esquema cooperativo y jerárquico al mismo tiempo:
“No había entre ellos indigentes, pues cuantos eran dueños de haciendas o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido, y lo depositaban a los pies de los apóstoles, y a cada uno se le repartía según su necesidad”
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