chamanismo, espiritualidad, psicología y psicoactivos
Nexos entre chamanismo, espiritualidad, psicología y
psicoactivos
Según Josep María Fericla:
Antropólogo y terapeuta experto en chamanismo y enteógenos
Cuando tomas ayahuasca o peyote, al acabar la experiencia,
ya no estás igual que antes, descubres cosas de ti mismo y del exterior. Por
eso estas sustancias tienen la capacidad de generar una cultura a su alrededor...
El constructivismo es una teoría muy elaborada que nace precisamente de la
deconstrucción del ego que produce el consumo de enteógenos. Si no fuera por
estas sustancias, en el ámbito de la psicología, probablemente estaríamos todavía
sujetos a psicoterapias no tan eficaces como la Gestalt, sino a terapias más rígidas
y dogmáticas...
Claro que son un atajo. Estas sustancias lo que
fundamentalmente hacen es abrir el inconciente. Por esos las metáforas son
importantes para poder elaborar la experiencia, ya que en el inconciente no hay
nada más que pulsiones, imágenes arquetípicas o emociones bloqueadas. Estas imágenes
arquetípicas parece que probablemente sean heredadas. De la misma manera que
hay herencias biológicas, tenemos estas herencias de índole psicológico en
forma de imágenes. Hay determinados arquetipos que aparecen en culturas muy lejanas
y que además son entendidos de la misma manera...
Necesitamos dar sentido a esas visiones y conocer el
inconciente, dando forma a todo este material que aparece tanto en los sueños
como bajo efecto de los enteógenos. Sin esta integración, la mayoría de la
gente que los toma, al carecer de los instrumentos necesarios, se queda con la
experiencia emocional de haberlos tomado sin ser capaces de entender lo que se
ha estado moviendo dentro de ellos. Así no cabe hablar de enriquecimiento
alguno que la experiencia pueda propiciar... Abrir el inconciente y
confrontarlo con lo que pasa por tu conciencia es un proceso de adaptación fantástico,
por eso yo creo que a estas sustancias se las debería llamar adaptógenos. (20)
Según Stanislav Grof:
Co-fundador de la Psicología Transpersonal
La espiritualid es algo que caracteriza la relación de un
individuo con el universo, con lo Divino y no requiere necesariamente una
estructura formal, un ritual colectivo o la mediación de un sacerdote...
Lo Divino se manifestó y me atrapó en un laboratorio moderno
en medio de un serio experimento científico llevado a cabo en un país comunista
con [LSD] una substancia producida en el tubo de ensayo de un químico del siglo
XX... Salí de la experiencia tocado en mi núcleo más íntimo y muy impresionado
por su poder. Como en esa época no creía, como ahora, que el potencial para una
experiencia mística es un derecho natural de todos los seres humanos, lo atribuí
todo al efecto de la droga...
Actualmente creo que la conciencia y la psique humana son
mucho más que un producto accidental de los procesos fisiológicos del cerebro;
son reflejo de la inteligencia cósmica que impregna toda la creación. No somos
simplemente máquinas biológicas y animales muy evolucionados, sino también
campos de conciencia sin límites que trascienden el tiempo y el espacio. En
dicho contexto, la espiritualidad es una dimensión importante de la existencia,
y ser conciente de este hecho es algo deseable en la vida humana. (6)
Según Alex Shulguin:
Químico, diseñador e investigador de drogas psicoactivas
La espiritualid significa para mí tratar de contestar las
preguntas esenciales del ser humano: quiénes somos, qué estamos haciendo aquí,
por qué estamos aquí, por qué somos de la forma que somos, por qué hacemos las
cosas que hacemos, como especie...
Las drogas no son el único camino [para contestar estas
preguntas] pero siento que son el más rápido, pues ofrecen la posibilidad de
hacer aflorar intuiciones y percepciones más rápidamente y debido a la
intensidad del conocimiento directo al que nos permiten acceder, provocan
cambios más radicales. Lo cual las hacen muy valiosas cuado la persona que las
usa sabe lo que está haciendo. (13)
Según Asunción Fernández
Profesora de Historia de la Medicina en la Universidad de
Zaragoza
El LSD se usó con fines terapéuticos. Se utilizó con dos métodos:
uno de tipo psicolítico, en el cual se administraban pequeñas dosis que
aumentaban a lo largo de un año, con el fin de romper los bloqueos emocionales
de la memoria y permitir así acortar el curso del psicoanálisis; el otro método
era de tipo psicodélico, y en él se administraba sólo una gran dosis, en una o
dos sesiones, lo que causaba un considerable cambio en la conducta del paciente.
Este último método se utilizó fundamentalmente en el tratamiento de los alcohólicos
y en diversos estados de ansiedad, facilitando también la psicoterapia. En
ambos casos, la administración de LSD era sólo una parte del tratamiento y en
los trabajos que se publicaron se insistía en que, sin psicoterapia y
rehabilitación, el tratamiento con LSD no tenía valor. También en alguna ocasión
se utilizó en el tratamiento del autismo con resultados positivos, pero sus
usos terapéuticos fueron decayendo a causa de la extensión de su consumo en círculos
no médicos. (5)
Según Richard Yensenn
Terapeuta impulsor de la Medicina Psiquedélica
El pensamiento contemporáneo acerca de los enteógenos carece
de claridad a causa de que la compleja sociedad tecnológica en la que vivimoe
ha abandonado modos de pensar acerca del mundo que permiten a otras culturas
aceptar dichas substancias como sagradas o divinas. En un sentido muy real, la
sociedad occidental ha perdido su espíritu. El punto de vista tecnológicamente
orientado, pseudocientífico y materialista, que mantenemos ha dejado de estar
animado por los espíritus, pero existen esperanzas de llenar estas lagunas si
somos capaces de aprender de culturas que, a lo largo de la historia, han sido
capaces de utilizar con éxito los enteógenos. Estas culturas otorgan un papel
sagrado a las substancias. Esta percepción de los psiquedélicos es realmente
muy razonable cuando consideramos la universalidad delas experiencias místico-religiosas
que pueden producir. Una substancia que puede facilitar un conocimiento
interior personal sobre la dimesnión más significativa de la existencia, es
evidente que cumple con todos los requisitos para disfrutar de un estatus de
sagado. (19)
Según Huston Smith
Filósofo e historiador, considerado una autoridad mundial en
la historia y filosofía de las religiones comparadas.
Las drogas inducen experiencais que no se pueden diferenciar
de las religiosas; lo que ya no es tan evidente es que puedan conducir a vidas
religiosas...
Incluso el Budha continuó meditando. Sin joriki, el poder
particular desarrollado a través del zazen [meditación], la visión de unidad
alcanzada en la iluminación, con el tiempo se nubla y al final se desvanece en
un agradable recuerdo, en lugar de permanecer como una realidad omnipresente
que da fuerza a nuestra vida diaria. Para poder vivir de acuerdo con lo que ha
revelado el ojo de la mente mediante el satori se requiere, al igual que la
purificación del carácter y el desarrollo de la personalidad, un periodo de
maduración...
La conclusión a la que las pruebas parecen apuntar
actualmente es que en verdad es posible que las substancias químicas favorezcan
la vida religiosa, pero sólo cuando se tomen dentro de un contexto de fe (convicción
de que lo que revelan es cierto) y disciplina (ejercicio de la voluntad hacia
la consecusión de lo que las revelaciones nos piden). (21)
¿Cuál es la diferencia entre las experiencias místicas con
psicoactivos y sin ellos?
Según Albert Hofmann
Albert Hofmann, el descubridor de la LSD, tuvo una
experiencia extática siendo joven y esto le proporcionó la certeza íntima y
absoluta de la autenticidad del uso de sustancias psicoactivas para alcanzar
los mismos estados.
En su esclarecedor libro Mundo interior, mundo exterior,
aborda el tema de la realidad material y la realidad del espíritu, declarándose
incapaz de superar el dualismo. Discute tammbién nuestras ideas erróneas de tácita
aceptación social, como que el hombre es el dueño de la naturaleza y puede
hacer lo que le plazca con ella y todas las ideas que nos impiden apreciar la
unidad esencial de la Vida que hoy nos tienen sumidos en una crisis profunda y
potencialmente destructiva si no cambiamos de dirección.
En su opinión, este cambio puede traerlo la experiencia mística
que tiene la fuerza suficiente para conmovernos y darnos impulso para modificar
nuestra realidad.
Y para alcanzar la experiencia mística propone dos medios: la
meditación en cualquiera de sus muchas técnicas probadas por el hombre a lo
largo de su búsqueda, o la alteración química de la conciencia. Ambas vías le
parecen a Hofmann útiles y positivas, y asegura que pueden ser complementarias.
Hofmann elaboró la teoría de la enteogénesis: la idea de que
la experiencia del aspecto Divino del Ser, como lo llama él, puede ser
experimentado al cambiar la configuración química del cerebro. Hofmann tiene la
visión del cerebro como un sintonizador de la realidad que puede captar varios
canales de diferentes realidades y la experiencia de unidad con la Divinidad es
uno de esos canales.
Interrogado alguna vez sobre cómo concebía el uso
provechosos de los enteógenos, respondió que se imaginaba lugares en que, después
de una cuidadosa selección, las personas vivían el trance asistidas por otros
psiconautas con experiencia.
Según Christina y Stanislav Grof
Otro ejemplo de contrastes entre experiencias místicas químicamente
inducidas y espontáneas lo constituye la mancuerna de los esposos Christina y
Stanislav Grof.
Stanislav es un psiquiatra cuyo despertar espiritual estuvo
marcado por sus primeras experiencias con LSD. Y su esposa Christina no necesitó
consumir ningún tipo de psicoactivo para experimentar de manera espontánea
muchas de las cosas que Stanislav ya había vivido. De hecho ella comprendió que
eran naturales cuando leyó Realms of the human unconscious, el primer libro del
quien más tarde sería su terapeuta y luego su esposo.
Diez años después, escribieron juntos La tormentosa búsqueda
del Ser. Ambos aseguran en sus páginas que la conciencia y la psique humana son
reflejo de la inteligencia cósmica que impregna toda la creación, que los seres
humanos somos campos de conciencia sin límites que trascienden el tiempo y el
espacio, y en dicho contexto, la espiritualidad es una coordenada
imprescindible para referirse a este tipo de experiencias.
En la segunda parte de este apartado dedicado a la
espiritualidad se resumen con más detalle las experiencias de los Grof. Ahora
quiero referirme a un encuentro de talentos que deja fuera de dicusión la
controversia entre experiencias místicas de corte químico y de tipo natural.
Según Sidnay Cohen y Richard Alpert
En 1966, durante los años más algidos de controversia social
respecto al uso de los psiquedélicos y su inminente prohibición, la New
American Library editó LSD, un libro profusamente ilustrado con las excelentes
fotografías de Lawrence Schiler y un interesante debate entre Sidney Cohen, un
psiquiatra que trabajaba para un hospital psiquiátrico del Estado en Los
Angeles y Richard Alpert, uno de los pioneros del estudio con psiquedélicos que
en ese entonces aún era profesor de psicología en la universidad de Harvard.
Entre la asombrosa colección de fotografías de usuarios de
LSD durante sus experiencias, ambos hombres, considerados como autoridades en
la materia, contestan por separado preguntas controversiales como las
siguientes:
¿La libertad de tomar LSD es un derecho inalienable de todo
hombre? ¿Quién debe tomar LSD? ¿Quién debe administrar LSD? ¿Por qué se ha
sugerido que hay un enlace entre las experiencias místicas y las experiencias
con LSD? y ¿Cuáles serían las implicaciones para la religión si es posible
tener una experiencia química religiosa? (1)
Básicamente Cohen dice que el derecho a dañarse a uno mismo
no es aceptable en ninguna sociedad moderna y con la LSD se corre el riesgo de
tener horribles experiencias que pueden desequilibrar mentalmente a un
individuo impreparado, así es que no todas las personas deben tomar LSD, si no
es bajo la supervisión de un psiquiatra o psicólogo especializado y bajo
determinadas condiciones. El "candidato ideal" para tener una
experiencia de este tipo es para Cohen: "alguien maduro, inteligente,
estable, que se conoce y acepta suficientemente bien a sí mismo, y cuya vida
haya sido una clase de preparación para esta experiencia. Con esto quiero decir
que haya sobrevivido derrotas, frustraciones, y pérdidas y que haya aprendido
de ellas. Los problemas serios no son necesariamente una contraindicación."
(1)
Richad Alpert por su parte, declara en este libro que el
derecho a tomar LSD es una liberatad inalienable de cualquier ser humano, que
cualquiera que desee tomarla está en condiciones de hacerlo porque incluso de
los malos viajes se aprende bastante, y que nadie debiera tener la prerrogativa
de administrarla a otro porque eso mina la misma libertad. Para él pues, no
debiera de preguntarse quién debe tomar la LSD, sino con quién tomarla y
sugiere que te plantees 4 preguntas que debes contestar con un rotundo sí para
elegir a un compañero de experiencia: "1. ¿Puedo confiar en esta persona?
Y si es así, ¿está dispuesta a ser totalmente colaborativa conmigo? 2. ¿Es
alguien con quein quierea compartir una experiencia psiquedélica? 3. ¿Puedo
tener suficiente apoyo con esta persona como para establecer un contacto verbal
explícito acerca del viaje? y 4. ¿Esta persona está entrando a la sesión de una
forma voluntaria y suficientemente bien informada?" (1)
En relación con la pregunta de "¿Por qué se ha sugerido
que hay un enlace entre las experiencias místicas y las experiencias con LSD?"
Alpert simplemente dice:
Sé tú el juez.
Aquí abajo hay siete reportes de experiencias. Tres de ellos
son citas de reportes de personas que han ingerido un psiquedélico químico, y
los otros cuatro son descripciones o discusiones de experiencias místicas no
inducidas químicamente. Marca la casilla que aparece junto a las declaraciones
que creas que son producidas por el uso de la LSD. Encontrarás las respuestas
correctas [al final].
1. Si este sentido de significado se fuera, moriría porque
es todo lo que me queda. En este negro vacío sólo estaba yo, oré aceptando esta
muerte. Dios caminaba hacia mí y yo lloraba de gozo. Mi propia voz parecía
hablar de Su llegada, pero no lo creí. De pronto un cenit totalmente inesperado
del vacío fue levantado con la cegadora presencia del Uno. ¿Cómo lo supe? Todo
lo que puedo decir es que no había posibilidad de duda. Por abajo de mi, por
arriba, el Uno. De repente, la luz de arriba se enfocó hacia mí, abajo. Entonces
supe que sólo había Dios...
2. Continué mirando las flores, y en su luz viviente parecía
detectar el equivalente cualitativo de la respiración -pero una respiración sin
retorno al punto de comienzo, sin contracciones recurrentes, sino sólo un flujo
repetido de belleza a una belleza todavía mayor, de un significado profundo a
uno todavía más profundo. Palabras como "gracia" y "transfiguración"
vinieron a mi mente y esto, claro, fue lo que entre otras cosas ellos perseguían.
Mis ojos viajaron de la rosa al clavel, y a la ligera incandescencia a los
suaves tonos del silencioso amatista que era el iris. La Visión Beatífica, Sat
Chit Ananda, la Beatitud de Ser-Consciente, por primera vez lo entendí...
3. ...un ojo se abre para discernir varios objetos
intelectuales incomprendidos por la sensación; sólo eso... la vista es
iluminada por una luz que descubre cosas ocultas y objetos que el intelecto
falla en alcanzar... Es como una percepción inmediata, como si uno hubiera
tocado los objetos con la mano.
4. Recibimos este conocimiento místico de Dios sin ser
arropado en ninguna clase de imagen, en ninguna clase de las representaciones
sensibles que nuestra mente nos hace usar en otras circunstancias. De acuerdo a
este conocimiento, ya que los sentidos y la imaginación no se emplean, no
obtenemos ninguna impresión, ni podemos dar ningún recuento o rescatar ningún
parecido. La misteriosa y dulce sabiduría viene tan claramente a casa, a las
partes más íntimas del alma... Imagínate a un hombre viendo alguna clase de
cosa por primera vez en su vida. Puede entenderla, usarla y disfrutarla, pero
no puede aplicarle ningún nombre, ni comunicar ninguna idea con respecto a
ella, aún cuando mientras tanto fue mera cosa de los sentidos. Imagina ahora qué
tan grande sería la magnitud de su poderío cuando va más allá de los sentidos,
internos y externos, e impone silencio sobre ellos... El alma se siente
entonces como si fuese puesta en una profunda y vasta soledad, que entre más
solitaria es más deliciosa. Allí, en los abismos de la sabiduría, el alma crece
por lo que bebe en forma de abundantes primaveras de comprensión del amor... y
reconoce, no importa que tan sublimes y eruditos puedan ser los términos que
empleemos, que viles, insignificantes e imporpios son cuando buscamos hablar de
las cosas divinas por estos medios.
5. Tenía la noción de "esto es -este es el momento de
la verdad. Sé que todo reside en esto -completa armonía y éxtasis..." Habíamos
llegado; habíamos sido unificados con el fundamento del ser. Ya habíamos sido
transfigurados -muertos, y al mismo tiempo tan intensamente vivos como nunca
antes. Experimenté una sensación de iniciación y participación en un gran
misterio -todo se torno conocido y sabido. Me sentí omnipotente y envestido de
poderes suprahumanos, divinos.
6. ...hasta que de pronto, como si estuviera fuera de la
intensidad de la conciencia de la individualidad, la individualidad misma parecía
disolverse y desaparecer en el ser sin límites, y no era un estado confuso si
no el más claro, el más seguro de lo seguro, mucho más allá de las palabras -donde
la muerte era una imposibilidad que causaba risa- la pérdida de personalidad (si
eso fue) no parecía la extinsión, sino la verdad de la vida. Estoy avergonzado
de esta lamentable descripción. ¿No he dicho que el estado está más allá de las
palabras?
7. ...Todo a la vez, sin ninguna advertencia de ningún tipo.
Me encontré a mi mismo abrigado en una nube color flama. Por un instante pensé en
fuego... al siguiente, sabía que el fuego estaba dentro de mí. Directamente
después de esto vino a mí un sentido de exultación, de inmensa alegría seguida
de una iluminación intelectual imposible de describir. Entre otras cosas, no sólo
llegue a creer sino a ver que el universo no estaba compuesto de materia
muerta, sino al contrario, de una Presencia viva; cobré consciencia de mí mismo
como una vida eterna... Vi que todos los hombres son inmortales; que el orden cósmico
es tal que sin ningún percance todas las cosas trabajan juntas para el bien de
cada una y todas ellas; que el principio fundador del mundo... es lo que
llamamos amor, y que la felicidad de cada uno y del todo es a largo plazo
absolutamente cierta. (1)
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