viernes, 14 de marzo de 2008


"un mundo está constituido por una enorme máquina matemática que se extiende a lo largo de todo el espacio; y el otro, por espíritus pensantes sin extensión. Y todo aquello que no es matemático, es decir, lo que depende de una forma exclusiva de la actividad de la substancia pensante... pertenece al segundo de ellos" (Baillet, Vie de Descartes). Las zonas limítrofes entre magia y religión, magia y ciencia, y magia y arte, poesía o música, deberán ser recorridas en la compañía de "Hermes Trismegisto". Estos fueron los vagos dominios en los que habitó el hombre del Renacimiento. Por su parte, el del siglo XVII acabó por perder algunas claves importantes para la comprensión de la personalidad de aquel magnum miraculum.uede suponerse que en el momento en que la mecánica y las matemáticas pasaron a ocupar el lugar del animismo y la magia, lo que se intentó evitar a toda costa fue, precisamente, la interiorización que acabamos de apuntar, esta íntima conexión entre la mens y el mundo. Tal vez en la necesidad de esta enérgica reacción pueda detectarse el origen de la postura errónea consistente en desbordar y dejar a un lado el problema de la mente en benificio del estudio del planteado por el mundo material exterior y su funcionamiento.

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