Aprendizaje experiencial, la nueva forma de enseñar
Hace años dejó de ser una novedad que los profesionales no sólo tienen que tener conocimientos técnicos y dominar sus disciplinas de estudio, también deben ser capaces de relacionarse con sus compañeros de trabajo, sus clientes o superiores; tienen que conducir equipos, liderar, gestionar, gestionar cambios y emprender nuevos proyectos, entre otras. Deben tener además, actitudes adecuadas, valores y un estilo que marque una diferencia.
Las exigencias y lo que se espera de cada profesional está relativamente claro; lo que no está muy claro es cómo generar en un estudiante todas estas capacidades y cualidades. Proceso que pasa por tomar conciencia de sus capacidades reales.
Como sociedad tenemos una larga experiencia en entregar conocimientos y hacer que los estudiantes aprendan una “materia”. Hay metodologías y estrategias que se hacen cargo de los tipos de alumnos y los temas, pero no tenemos muchos años en el camino del desarrollo de habilidades y en el cultivo de estilos, valores y actitudes: es un territorio reciente y en pleno desarrollo.
Estamos frente a procesos transformacionales; la persona que inicia el proceso de formarse no es exactamente la misma que lo termina. En algunos casos se puede pasar de una persona que no sabe trabajar en equipo a una con capacidades para comunicarse y trabajar con otros.
Para este nuevo proceso, llamado aprendizaje experiencial, es central la participación, involucramiento y ejercitación del estudiante. Participando en proyectos y trabajando en equipo de una forma guiada y acompañada podemos desarrollar nuestras capacidades y reflexionamos sobre cómo nos desenvolvemos en el espacio de las habilidades. El que un estudiante tenga que interactuar de manera constante, genera capacidades de comunicación valiosas en el desarrollo de algo central en su formación como es la relación con otros y con el entorno.
Esto que parece obvio, no lo es tanto. Por cientos de años no ha sido la forma en que se enseña, ni se ha focalizado la educación en estos aspectos. Si una persona mayor desea aprender a negociar o liderar, por ejemplo, va en busca de un libro que le explique de qué se trata negociar o liderar, lo que pocas veces asegura que aprenda algunas de estas capacidades; a lo más será experto en hablar de ellas.
El aprendizaje experiencial es un proceso. Requiere de un contexto propicio, de estados emocionales adecuados y de un entorno para incorporar el aprendizaje. Hay principios metodológicos que permiten procesos más eficientes, eficaces y cuidados, como no presionar a los alumnos, potenciar las comunidades de aprendizaje y la colaboración, poner énfasis en el proceso y no en los resultados y por sobre todo dejar emerger la personalidad, estilo y forma de hacer de cada uno.
Enemigo de este proceso son las creencias que cada uno tiene sobre sí mismo, que operan como obstáculos a la confianza en sí mismo y en la capacidad de cambio. Por esto una compañía respetuosa y cuidadosa de la individualidad es condición básica.
Las exigencias y lo que se espera de cada profesional está relativamente claro; lo que no está muy claro es cómo generar en un estudiante todas estas capacidades y cualidades. Proceso que pasa por tomar conciencia de sus capacidades reales.
Como sociedad tenemos una larga experiencia en entregar conocimientos y hacer que los estudiantes aprendan una “materia”. Hay metodologías y estrategias que se hacen cargo de los tipos de alumnos y los temas, pero no tenemos muchos años en el camino del desarrollo de habilidades y en el cultivo de estilos, valores y actitudes: es un territorio reciente y en pleno desarrollo.
Estamos frente a procesos transformacionales; la persona que inicia el proceso de formarse no es exactamente la misma que lo termina. En algunos casos se puede pasar de una persona que no sabe trabajar en equipo a una con capacidades para comunicarse y trabajar con otros.
Para este nuevo proceso, llamado aprendizaje experiencial, es central la participación, involucramiento y ejercitación del estudiante. Participando en proyectos y trabajando en equipo de una forma guiada y acompañada podemos desarrollar nuestras capacidades y reflexionamos sobre cómo nos desenvolvemos en el espacio de las habilidades. El que un estudiante tenga que interactuar de manera constante, genera capacidades de comunicación valiosas en el desarrollo de algo central en su formación como es la relación con otros y con el entorno.
Esto que parece obvio, no lo es tanto. Por cientos de años no ha sido la forma en que se enseña, ni se ha focalizado la educación en estos aspectos. Si una persona mayor desea aprender a negociar o liderar, por ejemplo, va en busca de un libro que le explique de qué se trata negociar o liderar, lo que pocas veces asegura que aprenda algunas de estas capacidades; a lo más será experto en hablar de ellas.
El aprendizaje experiencial es un proceso. Requiere de un contexto propicio, de estados emocionales adecuados y de un entorno para incorporar el aprendizaje. Hay principios metodológicos que permiten procesos más eficientes, eficaces y cuidados, como no presionar a los alumnos, potenciar las comunidades de aprendizaje y la colaboración, poner énfasis en el proceso y no en los resultados y por sobre todo dejar emerger la personalidad, estilo y forma de hacer de cada uno.
Enemigo de este proceso son las creencias que cada uno tiene sobre sí mismo, que operan como obstáculos a la confianza en sí mismo y en la capacidad de cambio. Por esto una compañía respetuosa y cuidadosa de la individualidad es condición básica.
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