Muchos santiaguinos suelen decir que esta ciudad es horrible. Pero tras el Santiago de ruido, Transantiago y malls, existe una ciudad maravillosa, que esconde secretos.
De mis investigaciones he podido constatar la presencia del Hermetismo en casas como la del grupo artístico “Los Diez”, ubicada en calle Santa Rosa, a pocas cuadras de la Alameda Bernardo O’Higgins, y en la “Casa Edwards Matte”, que hoy es parte de la Universidad Alberto Hurtado. Fue precisamente esta importante Universidad la que me contrató para realizar un estudio simbólico sobre dicho inmueble. Ya desde afuera pude apreciar elementos simbólicos alquímicos y masónicos; pero una vez que tuve permiso para revisar todas las dependencias de dicho edificio, mi sorpresa fue inmensa. No se trataba de simples objetos aislados, sino de un plan con sentido hermético impresionante. Ismael Edwards Matte era lo que los alquimistas llaman un “adepto”, es decir, un poseedor de las llaves del conocimiento hermético. Así lo demuestra su construcción, en la que participó además el misterioso arquitecto Federico Bieregel. Fruto de este trabajo fue un texto que entregué a la universidad mencionada, junto a muchas fotografías. Espero pronto escribir sobre dicha casa en un libro que debiera titularse algo así como “Alquimistas y Hermetistas en Santiago de Chile”.
Otro descubrimiento importante me parece la existencia de un culto al “Green Man”, el hombre verde de la tradición céltica y medieval. Ello se encuentra en la arquitectura de varios edificios antiguos de la capital. Se trata de un “dios” de la naturaleza, el principio de germinación.
Durante quince años he ido recopilando material al respecto. Tengo ya dos carpetas con notas, fotografías, recortes de diarios, etcétera. Es parte de un trabajo acerca de la historia de la alquimia y el simbolismo hermético en nuestra patria, pero que espero extender a países como Argentina, Uruguay y Perú, donde estos saberes también poseen una presencia que aún no se estudia.
Sigamos en éste territorio. Cuéntame de la visita de Alfred Paraf a Chile a principios del siglo pasado, y de sus intentos por convencer a la clase dirigente de su capacidad alquímica.
Paraf era un químico alsaciano muy peculiar. En Estados Unidos fue el primero en producir la margarina, pero pronto allá tuvo problemas con la ley. Luego vino a Chile, donde existió una gran expectativa inicial, y luego una serie de acusaciones de fraude que lo llevarán a emigrar a Perú, donde morirá. Se pretendía conocedor de una fórmula que podía transmutar la escoria en oro a través de ciertos procesos industriales. Lo novedoso del caso es que en Chile logró captar el interés de gente relacionada con la mineralogía, personalidades cultas y relacionadas con el poder. Paraf ofreció su método al gobierno de la época, e incluso les entregó oro obtenido por sus procedimientos. La historia suele decir que era un timador sin más. Pero hay ciertos hechos que quedan sin respuesta. Por ejemplo, ¿cómo se explica que gente relacionada con la mineralogía, y que presenciaron la transmutación, hayan aseverado que lo producido en el laboratorio, a través del método Paraf, fue efectivamente oro? ¿O que el alsaciano haya solicitado a expertos químicos un peritaje de su procedimiento, sin que su solicitud haya sido aprobada por los científicos?
Esto de la producción de oro por métodos alquímicos, o más precisamente arquímicos (Fritz insiste en la diferencia de estas ciencias que hace un tal Fulcanelli en "Las Moradas Filosofales"), y presentada a la publicidad, es similar a lo que ocurrirá un tiempo después en Francia con Alphonse Jobert, otro químico misterioso, de quien algunos creen que podría ser el legendario Fulcanelli, el cual desaparece también de la historia, como si la tierra se lo hubiese tragado. De Paraf en Perú no sabemos nada, salvo que murió en la pobreza.
Introducción a Oriente para meros occidentales.
Pareciera existir una intención unificadora en las distintas fuentes mitológicas de las que te nutres. Me refiero a un nudo en el cual todas ellas se cruzan. Esa es la sensación con la que quedo luego de revisar tus artículos, ¿me podrías explicar esos puntos centrales donde convergen tus investigaciones y textos?
Sí, aunque tal vez pareciera muy disímil interesarse por un autor conocido como maestro de horror, cual es Lovecraft, y a la vez por la alquimia, el sufismo, la geografía sacra, etcétera. Hay una búsqueda común en todo ello. Y dice relación con el desciframiento de ciertas verdades “ocultas”, a las cuales se puede acceder sólo con la gnosis.
En general hay dos centros de interés. La literatura fantástica (especialmente Lovecraft, Machen, Blackwood, Dunsany, Ashton Smith) y el esoterismo puro. Digo puro porque en la literatura fantástica, como en otras áreas, es admisible una interpretación esotérica; pero aquí me refiero al esoterismo como vía en sí, no como hermenéutica. Dichos caminos convergen en algún punto. La literatura por la literatura para mí no es suficiente. Tiene que poseer un contenido que me diga algo más.
De mis investigaciones he podido constatar la presencia del Hermetismo en casas como la del grupo artístico “Los Diez”, ubicada en calle Santa Rosa, a pocas cuadras de la Alameda Bernardo O’Higgins, y en la “Casa Edwards Matte”, que hoy es parte de la Universidad Alberto Hurtado. Fue precisamente esta importante Universidad la que me contrató para realizar un estudio simbólico sobre dicho inmueble. Ya desde afuera pude apreciar elementos simbólicos alquímicos y masónicos; pero una vez que tuve permiso para revisar todas las dependencias de dicho edificio, mi sorpresa fue inmensa. No se trataba de simples objetos aislados, sino de un plan con sentido hermético impresionante. Ismael Edwards Matte era lo que los alquimistas llaman un “adepto”, es decir, un poseedor de las llaves del conocimiento hermético. Así lo demuestra su construcción, en la que participó además el misterioso arquitecto Federico Bieregel. Fruto de este trabajo fue un texto que entregué a la universidad mencionada, junto a muchas fotografías. Espero pronto escribir sobre dicha casa en un libro que debiera titularse algo así como “Alquimistas y Hermetistas en Santiago de Chile”.
Otro descubrimiento importante me parece la existencia de un culto al “Green Man”, el hombre verde de la tradición céltica y medieval. Ello se encuentra en la arquitectura de varios edificios antiguos de la capital. Se trata de un “dios” de la naturaleza, el principio de germinación.
Durante quince años he ido recopilando material al respecto. Tengo ya dos carpetas con notas, fotografías, recortes de diarios, etcétera. Es parte de un trabajo acerca de la historia de la alquimia y el simbolismo hermético en nuestra patria, pero que espero extender a países como Argentina, Uruguay y Perú, donde estos saberes también poseen una presencia que aún no se estudia.
Sigamos en éste territorio. Cuéntame de la visita de Alfred Paraf a Chile a principios del siglo pasado, y de sus intentos por convencer a la clase dirigente de su capacidad alquímica.
Paraf era un químico alsaciano muy peculiar. En Estados Unidos fue el primero en producir la margarina, pero pronto allá tuvo problemas con la ley. Luego vino a Chile, donde existió una gran expectativa inicial, y luego una serie de acusaciones de fraude que lo llevarán a emigrar a Perú, donde morirá. Se pretendía conocedor de una fórmula que podía transmutar la escoria en oro a través de ciertos procesos industriales. Lo novedoso del caso es que en Chile logró captar el interés de gente relacionada con la mineralogía, personalidades cultas y relacionadas con el poder. Paraf ofreció su método al gobierno de la época, e incluso les entregó oro obtenido por sus procedimientos. La historia suele decir que era un timador sin más. Pero hay ciertos hechos que quedan sin respuesta. Por ejemplo, ¿cómo se explica que gente relacionada con la mineralogía, y que presenciaron la transmutación, hayan aseverado que lo producido en el laboratorio, a través del método Paraf, fue efectivamente oro? ¿O que el alsaciano haya solicitado a expertos químicos un peritaje de su procedimiento, sin que su solicitud haya sido aprobada por los científicos?
Esto de la producción de oro por métodos alquímicos, o más precisamente arquímicos (Fritz insiste en la diferencia de estas ciencias que hace un tal Fulcanelli en "Las Moradas Filosofales"), y presentada a la publicidad, es similar a lo que ocurrirá un tiempo después en Francia con Alphonse Jobert, otro químico misterioso, de quien algunos creen que podría ser el legendario Fulcanelli, el cual desaparece también de la historia, como si la tierra se lo hubiese tragado. De Paraf en Perú no sabemos nada, salvo que murió en la pobreza.
Introducción a Oriente para meros occidentales.
Pareciera existir una intención unificadora en las distintas fuentes mitológicas de las que te nutres. Me refiero a un nudo en el cual todas ellas se cruzan. Esa es la sensación con la que quedo luego de revisar tus artículos, ¿me podrías explicar esos puntos centrales donde convergen tus investigaciones y textos?
Sí, aunque tal vez pareciera muy disímil interesarse por un autor conocido como maestro de horror, cual es Lovecraft, y a la vez por la alquimia, el sufismo, la geografía sacra, etcétera. Hay una búsqueda común en todo ello. Y dice relación con el desciframiento de ciertas verdades “ocultas”, a las cuales se puede acceder sólo con la gnosis.
En general hay dos centros de interés. La literatura fantástica (especialmente Lovecraft, Machen, Blackwood, Dunsany, Ashton Smith) y el esoterismo puro. Digo puro porque en la literatura fantástica, como en otras áreas, es admisible una interpretación esotérica; pero aquí me refiero al esoterismo como vía en sí, no como hermenéutica. Dichos caminos convergen en algún punto. La literatura por la literatura para mí no es suficiente. Tiene que poseer un contenido que me diga algo más.
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