: no puedo recibir amor si antes no creo que soy digna de merecerlo;
Mi intención al utilizar ayahuasca por primera vez, además de mi curiosidad por experimentar estados no ordinarios de conciencia, estaba orientada por el trabajo espiritual que he venido realizando desde tiempo atrás. En retrospectiva puedo decir que cada una de mis once comuniones, que es como me gusta llamarlas, ha sido muy distinta. Sin embargo, todas ellas han tenido como hilo conductor el descubrir un poco más de mí misma cada vez, tanto en lo que respecta a los mecanismos de mi personalidad, como en relación a la esencia de mi Ser.
En conjunto, estas once comuniones han sido un aula espiritual para mí en la que paulatinamente he podido acceder a un mayor conocimiento conforme mi sistema de creencias se ha ido ampliando. Estoy comprobado que la creencia precede a la realidad. Por ejemplo: no puedo recibir amor si antes no creo que soy digna de merecerlo; no puedo entablar comunicación con un ángel o un guía extra físico si previamente no me convenzo de la existencia de los ángeles o guías extra físicos; ni puedo comunicarme con uno de los llamados “Maestros Ascendidos” si no creo primero que esto sea fácticamente posible.
El tema del AMOR con mayúsculas ha sido una constante en prácticamente todas mis experiencias. De hecho puedo afirmar sin temor a equivocarme que la primera vez que experimenté el AMOR en la verdadera magnitud de su incondicionalidad e ilimitación, fue bajo los auspicios de la abuela ayahuasca. Y esta primera experiencia me ha dado un marco de referencia invaluable y un parámetro inequívoco a través de los cuales he podido orientar la búsqueda de su presencia constante en mi vida cotidiana. Eso es para mí el camino espiritual ahora: aprender a vivir en AMOR las 24 horas del día, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia.
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