“Om” se convierte en un anuncio de Coca-Cola (un hit de 1971)
“Mad Men”, Esalen, Emerson y el origen de la idea de “ser espiritual pero no religioso”
LA FASCINANTE HISTORIA DE UNA IDEA Y UN LUGAR: ESALEN Y LA RELIGIÓN SIN RELIGIÓN, LA DIVINIDAD SIN INTERMEDIARIOS, DESDE EMERSON HASTA SU DECADENCIA EN DON DRAPER
POR: ALEJANDRO MARTINEZ GALLARDO - 11/06/2015 A LAS 01:06:56
En el último episodio de la serie Mad Men –tan aclamada por mostrar el esplendor, la decadencia y la ubicua influencia de la publicidad en Estados Unidos– vemos al protagonista, Don Draper, meditando en flor de loto entre la montaña y el mar, en un estado de sosiego extático… Suena la campana astral que lleva el tiempo de la meditación y el “Om” se convierte en un anuncio de Coca-Cola (un hit de 1971) que parece estar vinculado, como por magia simpática, con el escenario en el que Draper no solo ha encontrado la paz, también ha reencontrado su creatividad. Ese escenario pacífico es el Instituto Esalen, en Big Sur, California, la cuna del mindfulness y del movimiento del potencial humano. El lugar que, desde su fundación en 1962, atrajo a personajes como Aldous Huxley, Henry Miller, Gorbachov, Terence McKenna, Joan Baez, Fritz Perls, Ida Rolf o Jack Kerouac, entre otros. Todos unidos por una idea de espiritualidad secular o “religión sin religión”, el desarrollo personal, la síntesis entre la ciencia y la religión, la cultura del wellness y la integración (y modernización) de antiguas tradiciones esotéricas. Con este crisol, esta mezcla entre spa metafísico, universidad del futuro y taller de superpoderes, Esalen se convirtió en la meca de la contracultura sesentera y allende, una especie de think tank (con detox incluido) para pensadores que se habían alejado del mainstream para pensar mundos alternos en los que no fuera necesario acceder a lo sagrado a través de intemediarios –ni ser molestados por el mundanal ruido en el proceso.
El doctor Jeffrey Kripal, quien ha creado su propia célula en la Universidad de Rice para estudiar la espiritualidad desde la academia, al contar la historia de Esalen en The Daily Beast, so pretexto de Mad Men, traza también la evolución de la espiritualidad estadounidense. Específicamente de esa veta tan popular hoy en día que hace que millones de personas se describan de esta forma: “Soy espiritual pero no religioso”. La frase es comúnmente “desestimada como superficial, banal y narcisista”, dice Kripal, quien, sin embargo, explica que esto no necesariamente es así, puesto que tiene una tradición muy profunda: “después de todo es fundamentalmente emersoniana y profundamente americana”. Kripal ve en Esalen la encarnación — el avatar colectivo– del pensamiento de Ralph Waldo Emerson (1803-1882), el poeta y filósofo trascendentalista, considerado (con perfecta razón, en lo que a mi concierne) uno de los más grandes escritores en la historia de Estados Unidos.
Kripal considera lo ocurrido el 15 de julio de 1835 en Divinity School en Harvard, el mismo departamento donde 125 años después Tim Leary iniciara experimentos con LSD, como uno de los momentos seminales en el pensamiento espiritual estadounidense. Ahí Emerson brindó un famoso sermón a seis estudiantes que se graduaban, sus familias y profesores; un sermón que luego sería leído innumerables veces, inscribiéndose transparentemente en el alma de lo mejor de la cultura estadounidense. El “Divinity School Address” es conocido por enaltecer un humanismo espiritual, con el que Emerson exhortó a buscar a la divinidad “sin mediador o velo”, a eliminar “las vendas sobre los ojos” que son “la moda, la costumbre, el placer, el dinero” y acceder “al privilegio de la mente inconmensurable”. Dice Kripal que para Emerson la vida religiosa no tenía como objetivo el cristianismo, su objetivo era “la conciencia, lo que más tarde llamaría la superalma [oversoul]“. Lo que en Esalen llamarían el “potencial humano”, siguiendo a Aldous Huxley.
A nosotros nos puede parecer una obviedad que la búsqueda de lo sagrado, lo trascendente, lo divino, no debe estar supeditada a las constricciones de la autoridad y el poder religioso. Queda muy claro (para quien no es un fundamentalista) que la religión organizada históricamente más que abrir las puertas a la divinidad al hombre, las ha reservado para ciertos hombres y para su propio beneficio; y si bien esto ya se hacía patente en la época de Emerson, no había sido formulado con la lucidez y la entereza del poeta bostoniano. Emerson preclaramente anticipa el tedio que genera la Iglesia y nota con preocupación su incapacidad para propiciar experiencias espirituales; diagnostica, como un médico del alma colectiva, la futura muerte de Dios décadas antes que Nietzsche la consumara: “Los hombres han comenzado a hablar de la revelación como si fuera algo dado y ocurrido hace mucho tiempo, como si Dios estuviera muerto”. El espíritu, detecta Emerson, ya no está en la Iglesia, los templos religiosos de las masas ya no producen intimaciones divinas. “Hemos contrastado a la Iglesia con el alma. En el alma, entonces, que sea la redención buscada”. Y esto significa un riesgo, puesto que conlleva la posibilidad de que “los hombres difícilmente se convenzan de que hay en ellos algo divino”. Esto no es menos que la temprana denuncia de la decadencia de la cultura estadounidense, la cual más tarde acabarían de rematar hombres como Don Draper, capitalizando hasta el espíritu; una decadencia del alma, que se vuelve un fantasma; el hombre que no alcanza a percibir su propia alma, y se vuelve una máquina.
Emerson pertenece, con luz propia, a esa tradición filosófica que viene desde Heráclito y que postula al alma como principio y poder supremo de la vida, fuente y destino. “No se necesitan milagros”, dice Emerson “para convertir a un hombre”, solamente que se instale la belleza, la percepción del alma; haciendo memoria del alma en el sentido platónico, el alma que es llamada también “la bella” y es simbolizada por Venus. La religión de Emerson –poeta de la naturaleza– es sobre todo una estética: es la percepción individual de la belleza y la unidad lo que lleva a re-ligarnos con la divinidad. “Estos hechos han sugerido siempre al hombre el sublime credo de que el mundo no es producto de un poder múltiple, sino de una voluntad, de una mente; y que esa mente está activa por doquiera, en cada rayo de estrella, en cada onda de alberca”, dice en el discurso del Divinity School.
Emerson, como su gran amigo Henry David Thoureau, pertence a la tradición de los naturalistas americanos, grandes mentes que buscaron el recogimiento en el seno de la naturaleza, el sosiego, el silencio y la soledad para meditar sobre los principios y las esencias. Esta es otra de las ideas de Emerson que recala en Esalen, el instituto tan vinculado al movimiento ambientalista, ecológico y hasta orgánico, construido sobre los magníficos peñascos de Big Sur, epicentro donde hace su eterno retorno la idea de que el espíritu se encuentra en la naturaleza. Emerson había dicho: “la naturaleza es símbolo del espíritu”, con lo que buscaba eliminar el dualismo entre lo material y lo espiritual: la materia era para Emerson un jeroglífico del espíritu, un templo abierto del divino artificio. Platón, tan caro a Emerson, había dicho que el cuerpo (soma) es el signo (sema) del alma: así la naturaleza se vuelve el símbolo viviente del espíritu subyacente que todo lo permea.
Kripal cuenta cómo esta idea emersoniana llegó, de manera más directa, a Esalen. Los dos fundadores de Esalen, Michael Murphy y George Price estudiaron en Stanford con Frederic Spiegelberg, profesor refugiado de la Alemania nazi, quien acuñó la frase exacta usada por muchos de los convidados a Esalen: “una religión sin religión”. Dice Kripal “esta potente pequeña frase estaba basada en un encuentro místico con la naturaleza que Spiegelberg había tenido de joven cuando era estudiante de teología”. Spiegelberg tuvo una epifanía caminando por un campo de trigo que vio iluminarse con “la presencia palpable de lo que entendió era Dios”. Siguiendo su trayecto luego se encontró con una gris iglesia la cual le produjo horror, “cómo podía ese aburrido edificio contener esa increíble conciencia cósmica de la divinidad que había experimentado en el cielo, en las flores y los pájaros”.
“Lo que la historia de Esalen finalmente sugiere, al menos a mí, es que siempre existen más de dos opciones y no necesitamos elegir entre nuestros cuerpos sexuales y nuestras vidas espirituales, entre nuestra cabeza y nuestro corazón, entre la materia y la mente metafísica. Como Emerson, podemos elegir dedicarnos a la conciencia, no a la religión; a la superalma y no al ego religioso”. Kripal rescata la intención al albor de Esalen, la continuación de una visión alternativa, antropocósmica, que zanja un camino para el individuo que busca, en palabras de Emerson, “ver que el mundo se convierta en el espejo del alma; ver la identidad de la ley de gravedad con la pureza del corazón; ver que el Deber, la Responsabilidad sean una misma cosa con la Ciencia, con la Belleza y con la Alegría”. Este es el idealismo de Emerson y de Esalen, otra cosa es que llegue alguien con el cinismo de Don Draper y convierta el budismo en un brainstorm para un anuncio y use el poder del espíritu para vender Coca-Cola con un toque de contracultura. Si Emerson estuviera vivo seguramente alertaría sobre los malos usos que se le puede dar a “la religión sin religión” en un mundo donde a veces parece que lo único sagrado es que no hay nada sagrado y todo se vale con tal de que produzca capital (material o metafísico). Solo nos queda, como remedio, como consuelo, como bálsamo para el alma, leerlo.
Twitter del autor: @alepholo
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