cual es el concepto o idea más difícil del mundo
Seminario: Sobre “Nietzsche y la filosofía” de Deleuze.
Martes 28 de Abril, 2009.
RICARDO: La fragmentación,
la (división), el conflicto. Creo que ése es el problema central que hay en el
pensamiento hegeliano. ¿Cómo se puede resolver la contradicción que hay en la
realidad? Sobre todo teniendo en cuenta la realidad social y política, que es
la de la
Revolución Francesa y la de las guerras napoleónicas. Hay que
tener en cuenta que Hegel escribe la Fenomenología
(entrega los manuscritos de la
Fenomenología al
mismo tiempo que se está desarrollando la batalla de Jena, en la ciudad donde
estaba el en ese momento).
Ese punto de
partida nos lleva a tratar de encontrar en toda la historia del pensamiento las
posibles respuestas que se han dado a este problema. Es decir, ¿cómo es posible
pensar la unidad, a partir, de la contradicción, a partir de la escisión? En
términos de la teología cristiana es el problema de la
reconciliación. Este es problema mismo de la religión: el de la reconciliación
de los hombres con Dios. En términos morales es el problema
del perdón: ¿cómo es posible que, una vez que se haya hecho el daño al otro se
pueda restablecer una unidad anterior a ese daño? El derecho
siempre ha pensado las formas de castigo que se corresponden con los daños, formas
de castigo proporcionales a los daños. Pero, lo que se ha llamado “derecho
retributivo”, esto es más difícil cuando se trata de cuestiones penales. Se
puede encontrar una retribución monetaria para un conflicto con la propiedad,
para una destrucción de la propiedad. Pero, si la destrucción tiene que ver con
algo que no es cuantificable monetariamente, por ejemplo, con un problema
humano, espiritual, cómo es posible restituir el bien que se ha destruido. En
el ámbito político, es el problema de la conciliación de
los individuos con el Estado. Todo Estado exige obediencia y subordinación,
¿cómo puede conciliarse esta exigencia con la libertad y autonomía de los
individuos? Y, en el plano de la historia, es el
problema del sentido de la historia. Si cada pueblo o cultura tiene sus propios
valores y fines particulares, ¿qué es lo que podría unificar a las distintas
particularidades? ¿existe un fin universal en la historia?
Para responder a
estos problemas, Hegel retoma la tradición clásica de los griegos y supone que en la realidad hay un orden. Los griegos
llamaban a ese orden: naturaleza, physis,
y ese orden incluía también el ámbito de la sociedad y de lo humano. Para
Hegel, en cambio, no es exactamente el orden natural el que está roto y que hay
que re-hacer, sino más bien el orden histórico, el orden humano. Entonces, ¿cómo
es posible lograr un sentido de la historia que pueda curar las heridas que se
van produciendo en ese desarrollo? Y éste es el ámbito concreto en el que Hegel encuentra sus categorías de
pensamiento: la historia. En general, todas las categorías hegelianas
tienen su origen en la historia, y en particular, en la historia del
pensamiento, en la historia de la filosofía. Su intento es el de desarrollar un
sistema de pensamiento que integre la totalidad del pensamiento humano. En alguna
medida, es el intento que ya habían desarrollado los enciclopedistas pero, para
Hegel el intento enciclopedista era todavía abstracto
porque querían juntar distintos saberes en una misma obra, pero el juntarlos en
una obra no hace que esos saberes se pongan en relación entre sí. Juntarlos de
esa manera, era siempre mantenerlos separados, no integrarlos en un único
saber. El intento hegeliano, por el contrario, es integrar todos los saberes en un único saber, y eso es lo que llama
filosofía y ciencia,
porque filosofía y ciencia se identifican en la perspectiva hegeliana.
Por un lado, hay
un sentido de la realidad, hay un orden en lo real y ese orden se manifiesta en todos los órdenes de la realidad: tanto en el
plano natural, como en el plano cultural. Sin embargo, para Hegel el orden
cultural es siempre mucho más complejo que el orden natural. Y, en alguna
medida, lo cultural supone ya los desarrollos del orden natural. Entonces,
cuando se descubren categorías naturales, esas categorías después vuelven a
aparecer en un orden superior, en el orden de la cultura, en el orden de la
historia, en el orden del espíritu, pero más enriquecidas, más complejas. Por
ejemplo, estas categorías que desarrolla en la primera parte de la “Autoconciencia”,
ya aparecieron en el capítulo anterior sobre la conciencia, sobre la fuerza y
el entendimiento.
Entonces, aquí
ya hay una conexión de lo que vimos de la lectura que Deleuze hace de
Nietzsche. Porque Deleuze dice que Nietzsche construye con esas categorías una
filosofía de la naturaleza y que, esas categorías deberían permitirnos pensar
toda la realidad, no solamente la realidad de lo humano. Para Hegel, en cambio,
las categorías de fuerza y las relaciones de fuerzas, son todavía insuficientes
para pensar el ámbito de lo humano. Lo que hay en lo humano que no
hay todavía en el nivel de la naturaleza, es la negatividad, o, en otros
términos, la libertad. Esto es lo distintivo del hombre y, por lo tanto, lo
distintivo de la cultura y de la historia. La historia podría ser definida como
“el desarrollo de la
conciencia de la libertad del espíritu”. Es un desarrollo porque nunca
está ya dado. Lo propio de lo natural es lo dado: se puede observar en su
inmediación, no necesita desarrollarse. Incluso, los movimientos más complejos
en el orden natural resultan simples cuando son vistos desde la perspectiva de
la cultura. Así que, el ámbito de la naturaleza es siempre el de la
inmediación, del no-desarrollo, o del “todavía no” desarrollado. En cambio, el
comienzo de este capítulo ya introduce el concepto de libertad y con él, se
introduce el concepto de
mediación o la reflexión:
toda reflexión supone una mediación. No se trata sólo de la reflexión del
pensamiento o de la reflexión de la conciencia, sino que la reflexión es un
movimiento circular, un movimiento que vuelve sobre sí mismo. Es la imagen de
la dialéctica: el movimiento circular que vuelve sobre sí. Esto es lo propio de
la autoconciencia, el ser consciente de sí misma y, el “auto” tiene el doble significado de: en sí y por sí. Esta
distinción del en sí y del por sí va a ser importante porque con la
autoconciencia ya no basta la perspectiva del mero conocimiento. Vamos a tener
que ubicarnos en el plano
de la acción. En todo caso, vamos a ver al conocimiento como una forma
de acción pero no se trata solamente del conocer. La autoconciencia implica un
impulso a la acción y el desarrollo de esa acción. Lo que impulsa la acción es
lo que Hegel llama el deseo.
Ubiquemos,
primero, algunos rasgos de la Fenomenología. El
subtítulo de la obra es “La
ciencia de la experiencia de la conciencia”. En principio, Hegel lo
planteó como una propedéutica al saber, como una introducción al sistema de la
ciencia. Y, en tanto que introducción, pensaba resumir dos experiencias que
están de alguna manera, integradas entre sí. 1) Una, es la experiencia de toda la humanidad,
es decir, la experiencia histórica vista desde el conocimiento de esa
experiencia: es no solamente haber hecho esa experiencia, sino mantener una
conciencia o un saber de esa experiencia que se ha hecho. Entonces, de alguna
manera, lo que pretende la
Fenomenología es
reunir toda la experiencia de la humanidad en algunas categorías. 2) Y, al
mismo tiempo, es la experiencia
individual, es decir, la experiencia que cada individuo tiene que
repetir en sí mismo para alcanzar el estadio al que ha llegado la humanidad. Esta
es la experiencia que cada uno de nosotros hace en los aprendizajes escolares,
por eso el aprendizaje es cada vez más largo, porque la experiencia de la
humanidad cada vez se va desarrollando más. Y, en un corto tiempo vamos a morir
antes de poder aprender todo eso que necesitamos para sobrevivir... [Risas]
Hay, entonces,
un registro ontogenético y un registro filogenético, es decir, el de la
experiencia individual y el de la experiencia colectiva. Y en la mayoría de los
casos, inconscientemente, los individuos repiten en sí mismos la experiencia
que la humanidad ha hecho a lo largo del tiempo. Lo hacen en un tiempo mucho
más corto y su aprendizaje se hace con menos dificultades y errores porque ya
se tiene el bagaje histórico de toda la experiencia anterior. Ese bagaje, está en el mismo
lenguaje.
Por otro lado,
en la Fenomenología , hay una
doble perspectiva de lectura de esta experiencia de la conciencia. Está la
lectura que hace la misma conciencia al desarrollar la experiencia: o sea, es
como si tuviésemos una cámara puesta en el protagonista de la acción. Se va
describiendo lo que aparece para la conciencia como su propia experiencia, como
su proceso de aprendizaje. Pero, por otro lado y al mismo tiempo, está la
perspectiva del que conoce el resultado, del que vive en el Siglo XIX y puede
tener ante la vista el curso completo de la historia universal. Éste, puede ir
anticipando procesos y desarrollos que, para la conciencia que hace la
experiencia, todavía no son utilizables. Así como también ocurre en los
aprendizajes individuales, por ejemplo, cuando el chiquito empieza a hacer las
experiencias y el padre le dice: -No, no te acerques al enchufe. - Deja
tranquilo eso que es de papá, y se rompe. Y, esas experiencias que están
contenidas en el saber que ha llegado a la maduración están en juego
permanentemente con la propia experiencia que va haciendo la propia conciencia
desde sí.
Juliana: ¿O sea que hay
alguien que puede anticipar los desarrollos de otra conciencia?
Ricardo: Sí, ése es Hegel (podríamos
decir), o la ciencia, o el saber, el saber desarrollado.
Se podría decir
que son las dos perspectivas que hay en todo proceso de aprendizaje: la del que va aprendiendo y la
del que enseña. Se supone que el que enseña ya ha hecho ese proceso
antes y, de alguna manera, sabe cuáles son los resultados o las posibles
circunstancias en las que se puede encontrar el que está haciendo la experiencia
por primera vez. O, es también la de la experiencia de los que se están
iniciando en una investigación que por otro lado, ya se sabe qué resultados
tendrá. O sea, para los que se están iniciando, la cuestión es incierta y no se
sabe qué es lo que van a encontrar, pero los que están orientando esa
investigación, o esa búsqueda, ya saben cuáles son los resultados y qué se va a
encontrar. O, cuando la maestra de escuela plantea algún problema y los chicos
empiezan a buscar respuestas posibles y a equivocarse en sus respuestas y la
maestra ya sabe cuál es la respuesta correcta y, además sabe también cuáles son
los errores más usuales que van a tener al tratar de obtener esa respuesta.
Algunos,
críticamente, dicen: “bueno, ésa es la conciencia de Hegel. Hegel lo sabe todo.
Hegel es la conciencia absoluta, el espíritu absoluto. Hegel es Dios, etc.”
Bueno, son esas mismas críticas las que se hacen al pensamiento nietzscheano:
representan a Nietzsche con una corona de espinas y mostrándolo como el anticristo
o crucificado cabeza abajo, qué sé yo… esas cosas. Son críticas completamente
exteriores: en realidad, lo que Hegel plantea aquí es algo que ya estaba, de
alguna forma, anticipado por Aristóteles en la Política ,
cuando dice que “el todo es anterior a las partes”. Lo que está planteando Hegel es que hay un
conocimiento de la totalidad del desarrollo y ese conocimiento siempre está presente en cada
una de las etapas del desarrollo. No está presente conscientemente, para los
que hacen ese desarrollo, pero sí está en la cosa misma.
Esteban: Una pregunta, para
cerrar un poco, al menos por ahora: Tengo autoconciencia (anoté que es en sí y
por sí, el significado de auto). Anoté que lo que impulsa la acción y su
desarrollo, el impulso es el deseo. Pero… de alguna manera me quedó suelta la
conciencia. ¿Cómo lo puedo…? ¿Cómo puedo tener una idea de conciencia?
Ricardo: Por conciencia se
entiende el “saber de”.
Esteban: A mí me viene la
idea de “conciencia de sí”.
Ricardo: Bueno, conciencia
de sí es autoconciencia.
En Hegel, autoconciencia y conciencia de sí es lo mismo. La conciencia no es
conciencia de sí, sino conciencia de lo otro. O sea, consciencia de la
realidad, de lo que sabemos es de las cosas, de las cosas que enfrentamos en la
vida, en el mundo, en la realidad.
La primera
instancia de todo movimiento de conocimiento es poner lo esencial en las cosas,
en la realidad. La primera postura en gnoseología es el “Realismo”. Esto es: lo
que quiero conocer es la realidad y yo no sé nada, en mi conciencia lo que hay
es sólo no-saber, ignorancia. Es la realidad la que me va a decir cómo son las
cosas. Tengo que ver cómo se puede aprender (aprehender) esa realidad, porque
eso es lo esencial en el conocimiento.
Entonces, la
conciencia es siempre este movimiento del saber que está referido a las cosas,
está dependiendo de la realidad. Es un movimiento del saber que todavía no
depende de sí mismo y no sabe que, en definitiva, el conocimiento de las cosas
es un conocimiento de sí mismo.
Esteban: ¡Ah! …eso lo leí
en Hyppolite.
Ricardo: Todas las figuras
que se desarrollan en la primera parte de la Fenomenología
son figuras de la conciencia, o sea, todavía no se ha llegado al nivel en el
cual la conciencia se da cuenta que en realidad, lo esencial del conocimiento no está en los objetos, está
en sí misma y que ella misma es el objeto máximo de su conocimiento. Que
lo que en realidad busca no es conocer las cosas, sino conocerse en relación
con las cosas.
Juliana: ¿Qué sería “en sí
y para sí”?
Ricardo: Es muchas cosas.
En el sentido que había tratado de delinear antes lo “en sí” es lo que ya está
dado. El “por sí” es, no lo que está dado sino lo que se hace. Si lo referimos
a la autoconciencia, en la autoconciencia hay algo que ya está dado, es el ser
un ente, el ser un ente viviente, el ser un ser animado, todo eso está dado,
pero eso no es suficiente para caracterizar a la autoconciencia. Eso define la
conciencia, pero no a la autoconciencia. La conciencia sería como la
culminación del proceso vital, la etapa más alta del desarrollo de la vida. Pero
esta conciencia no se da cuenta de que hay una etapa ulterior que va más allá
de la vida. La vida es lo que está sometido al instinto, a las fuerzas
naturales. Y, en ese sentido, todo lo vital es dependiente de la naturaleza y
de lo dado, está sujeto a las leyes naturales.
La
autoconciencia, por el contrario, se inicia con la autonomía, con la separación
de lo meramente natural. Por eso, la autoconciencia nunca está dada
completamente sino que en realidad habría que decir que la autoconciencia es lo que se hace. Para
conceptualizar este hacerse, Hegel utiliza este concepto de “para sí”, porque el für sich alemán hace referencia tanto al “por sí” como al “para sí”.
(Incluso hay diferencia en los traductores: algunas veces lo traducen “por sí”
y a veces “para sí”). Pero, hay otros significados de “en sí y para sí”. Uno de
esos significados es el que Hegel se re-apropia de Aristóteles. Para
Aristóteles, lo que es en sí y por sí es
la substancia.
Esteban: Claro, lo
subsistente, la ousía.
Ricardo: La substancia
está al nivel de lo natural, o sea, al nivel de la conciencia. La
autoconciencia, ya no puede expresarse con el concepto de substancia. Y aquí se
sitúan las críticas que
Hegel le hace a Spinoza: Le reprocha que no fue capaz de pensar la realidad
como sujeto: sólo la pensó como substancia. Pensarla como un sujeto es pensarla
como autoconciencia.
Entonces, el
tránsito de la primera parte de la Fenomenología
a la segunda parte, es decir, de la conciencia a la autoconciencia, es también
de alguna manera, como señala Kojeve, el tránsito del mero conocimiento o de
una perspectiva puramente gnoseológica a una perspectiva práctica y moral. O si
quiere, mejor: a una perspectiva histórica y cultural. Práctica y moral todavía
están en un presupuesto demasiado kantiano. “Huele asquerosamente a kantismo”,
diría Hegel, si hubiese escrito un Ecce
Homo.
Esteban: En La imaginación o en El ser y la nada (no recuerdo bien)
Sartre plantea el en-sí y el para-sí en la conciencia. Me parece que lo lee en
términos del uso que hacemos de la libertad (para-sí) y la construcción de uno
mismo, viéndolo desde la actividad de la conciencia.
Ricardo: Sí, está bien. Yo
tengo bastante olvidada la Crítica de la razón dialéctica, donde Sartre trabaja
con las categorías hegelianas y marxistas, pero, se puede identificar con la
actividad en Sartre, desde la perspectiva del existencialismo.
Esteban: Claro…esto de que
uno construye la verdad, construye su libertad.
Ricardo: Exactamente, en el existencialismo es un humanismo,
Sartre define a la existencia, precisamente, como lo que cada uno crea a partir
de sí, contra cualquier tipo de esencialismo. Dice, el hombre no tiene esencia,
sino que el hombre se construye su propia esencia con la acción y eso es la
autoconciencia para Hegel.
La perspectiva
de esta segunda parte de la
Fenomenología es la
de la acción, la de la práctica, la de la moral, la de la historia, la de la
cultura… (“cultura” entendida como lo que hacen los hombres) y, por eso, el
concepto que Hegel quiere introducir para que este desarrollo sea comprensible,
es el concepto de deseo. El
deseo es lo que impulsa la acción.
El comentario de
Hyppolite señala que todo este giro de la razón cognoscitiva a la razón como
esencialmente práctica ya está hecho en el kantismo, se insinúa en el kantismo.
Ya está planteado en la Crítica de la razón pura. Pero, es formulado explícitamente
por Fichte en la Doctrina de la ciencia. Éste publicó su primera
obra sin firmar, y la mayor parte del público creyó que era una obra de Kant,
porque lo que Fichte hace allí es desarrollar las consecuencias que ya estaban
implícitas en Kant.
En el
comentario, Hyppolite dice que era necesario repetir brevemente el desarrollo
del pensamiento kantiano desde el punto de vista hegeliano, en este comienzo
del capítulo sobre la autoconciencia para comprender, cómo, de una parte, en la Fenomenología
hegeliana, la autoconciencia aparece como la verdad de la conciencia: el saber
de lo otro en tanto que saber de sí. Al alcanzar a la autoconciencia, la conciencia
ya está integrada en la autoconciencia. Es, digamos, parte del movimiento del
desarrollo que dio lugar a la autoconciencia y por eso está integrada en la autoconciencia.
Pero, lo que es más importante: con la autoconciencia, sabemos que cuando queremos
conocer algo, lo que en realidad queremos conocer es a nosotros mismos. Estamos
buscando conocernos en las cosas. Porque, de alguna forma, esas cosas
también son un producto del pensamiento. De otra parte, ese saber de sí, el de
la autoconciencia, es algo más que un saber de lo otro, o, si se quiere, de la
naturaleza. En tanto que esta autoconciencia es práctica, va más allá del mero
saber. No se trata solamente de saber de lo otro, sino que se trata de actuar. En ese actuar no solamente hay
un conocimiento (o se mantiene un conocimiento), sino que también hay un hacer las cosas, un modificar y
transformar la realidad. Esa conciencia que se activa, es lo que Hegel
llama “autoconciencia” y, esa actividad es siempre transformadora. Kojeve dice,
es una actividad “negadora y negatriz”: es decir, su naturaleza misma es negar
lo dado, negar lo dado como dado. Negar lo dado como dado es transformarlo. No
puede actuar sin transformar las cosas.
Esteban: la conciencia…
Ricardo: la
AUTOconciencia. Conciencia que ha
devenido autoconciencia, si querés.
Juliana: Ah, o sea que ya
la autoconciencia es la que transforma.
Ricardo: Sí, la
autoconciencia es la activa, la autoconciencia es la que transforma la
realidad, la autoconciencia es la que se identifica con la negación.
Por el
contrario, la conciencia, no es negativa, es positiva, porque asimila la
realidad tal como se le da. Hyppolite insiste mucho en esto: la conciencia no hace más que tomar lo que
ya está dado y, por eso, depende de eso dado. Así como el instinto animal
depende de lo que la naturaleza da para la supervivencia. O sea, no construye
recursos sino que simplemente los consume. Los recursos que encuentra, los
aprehende y los consume. Aunque en esto ya esté insinuada la actividad de la
autoconciencia, sin embargo, no es completa esa actividad porque no es
completamente negadora. Sigue siempre dependiente de lo dado, sigue siempre
dependiente de la naturaleza. Entonces, en términos de Hegel no hay negación
todavía; Deleuze diría que no hay creación. Y Hegel insiste mucho en que el
ámbito natural es tedioso, es repetitivo, es monótono, siempre ocurre lo mismo:
son los mismos círculos de siempre, indefinidamente. Lo único que introduce una
novedad en la realidad, es la acción humana. Esta negatividad es lo único que tiene la posibilidad de
trascender lo meramente dado y natural.
Esteban: Perdón pero… ¿es
negativo pero es activo?
Ricardo: Sí, ahí se hace
un cortocircuito con la terminología deleuziana.
Esteban: Sí, si tomamos
como activo y reactivo, sí. Debería ser negativo y reactivo.
Ricardo: Claro, por eso…
toda la crítica deleuziana a Hegel consiste en señalar que no puede dejar de
ser reactivo, ya que parte de la negatividad.
PROBLEMÁTICA DE LA differance
o de la difference.
Esteban: Con Deleuze
habíamos visto la diferencia de base, ¿no?
Ricardo: …La diferencia en
el origen. La diferencia en el origen es lo alto y lo bajo, lo activo y lo
reactivo. Y, supongo que hará esa distinción en los términos para no
confundirla con la diferencia que puede se establecer en cualquier cruce de
caminos. Diferencia tiene este significado de “divergir”, “ir en dos caminos
diferentes", “tomar un camino que se hace dos”.
Esteban: Y acá, se podría
objetar que, si es activo tiene que ser afirmativo, no negativo.
Ricardo: Si por “activo”
se entiende “creativo”…
Esteban: Nunca puede ser
negatriz, digamos.
Ricardo: Para Hegel, lo único que tiene la capacidad
de crear es la negatividad. Porque es la única que tiene la capacidad de
ir más allá de lo que ya está dado, o sea, de crear algo nuevo. En la
naturaleza no hay novedad, sino modificaciones de lo mismo. Tal vez, en los
mismos elementos quedaron algunas combinaciones sin hacer y puede que eso
aparezca como algo novedoso. Pero, en realidad, son las mismas leyes que rigen
a todo. La historia, en cambio, introduce siempre una novedad, siempre aparece
algo que no estaba en los antecedentes. Y, ¿cómo se explica eso nuevo? No se
puede explicar a partir de lo anterior. Entonces, hay que suponer que es algo
que aparece allí y no estaba antes, o
sea, que viene del no, de algo que no
existía en esa realidad. Y ése es el sentido de negatividad en Hegel. Por otro
lado, esa negatividad se identifica con la libertad, con la autonomía, porque
es lo que me permite desprenderme y separarme de la ley natural.
Entonces, Hegel
cuestionaría a Nietzsche ese planteo de que en toda la realidad siempre hay
voluntad de poder y todo ser siempre ha creado un ser más alto que sí mismo.
Hegel, diría no, los únicos que han creado algo más alto que sí mismos son los
humanos, es la cultura. Y, el espíritu ha creado algo a partir de nada, a
partir del no. Pero…la naturaleza no creó nada, en la naturaleza no hay más que
un movimiento repetitivo y tedioso que aburre. ¡Aburre más que los bailes de
Tinelli!, diría.
Josefina: Te hago una
pregunta en relación a lo que dice Kojeve: cuando dice que es necesario que el
deseo se apoye sobre algo “no natural”. ¿Eso es lo que quiere decir con que el
deseo impulsa la acción?
Ricardo: No. Eso es lo que
transforma al deseo animal en deseo propiamente humano. En principio, hay un
objeto natural del deseo. El deseo es como la emergencia de una falta. “Tengo
hambre”. Eso quiere decir que me faltan alimentos, que necesito consumir algo
para poder recuperar las fuerzas. Entonces, lo que hace el deseo es impulsarme
a buscar ese alimento. Mi objeto de deseo es algo que me pueda alimentar.
Encuentro la manzana; me como la manzana. Comer la manzana significa destruirla
como manzana y, al asimilarla, el deseo se satisface. Pero después vuelve a
iniciarse el mismo proceso. Entonces, la dialéctica del deseo en la naturaleza, es una
dialéctica circular. Hay una falta, la falta me impulsa a la acción, y
la acción busca un objeto que calme y satisfaga ese deseo y, cuando encuentro
ese objeto y lo consumo, vuelvo al principio. Hasta que se produce una nueva
falta y así, sucesivamente, ad infinitum.
Pero, éste es el deseo natural, eso es lo que impulsa el deseo de los animales.
Lo que Hegel
está tratando de pensar aquí es ¿Cómo en el ámbito de la naturaleza, en el
reino de los animales, ha podido surgir el hombre? ¿Cómo se ha podido generar
un ser que sea libre? ¿Cuál es, no el origen de los valores, sino cuál es el
origen de la libertad? Eso es lo que está planteando como problema en este
inicio del capítulo cuarto de la Fenomenología. No
es un problema histórico, sino más bien, es algo parecido a lo que los primeros
filósofos modernos llaman el “estado de naturaleza”. ¿Cuáles son las
condiciones naturales que han permitido la conformación de la sociedad, del
mundo humano? Hegel va un poco más profundamente porque, por un lado, responde
a dos cuestiones al mismo tiempo: ¿Cómo se origina el hombre? Y ¿Cómo se
origina una sociedad? Algunos autores modernos han pensado el origen de la
sociedad a partir de la naturaleza humana. (Hobbes, por ejemplo). Lo que hace
Hegel, es más bien, reconstruir el proceso por el cual se llegó a constituir la
naturaleza humana. Y, al mismo tiempo, la sociedad. Porque Hegel, a diferencia
de todos los modernos anteriores, no piensa que la sociedad se origina a partir
de una asociación de individuos aislados y que lo natural sea un individuo
aislado. Sino que piensa más bien aristotélicamente: el hombre es un ser social
por naturaleza. Se ha llegado a constituir como
hombre en una sociedad.
Bueno esto
también es lo que trata de pensar Aristóteles en la Política. Aristóteles ya está presuponiendo que
el proceso humano es natural y, Hegel no presupone eso, porque Hegel es moderno
y entonces tiene como antecedente todo el desarrollo de la teoría política y
filosofía política modernas que han planteado al hombre separado de la
naturaleza, incluso enfrentado a la naturaleza. Así que, a esa cuestión también
tiene que responder la Fenomenología : a la separación entre la
naturaleza y lo humano, a la separación y el enfrentamiento del sujeto y el
objeto (para ponerlo en términos epistemológicos).
De todas
maneras, Hyppolite advierte que la autoconciencia también es una etapa y es un
desarrollo parcial: necesitará ser superada en el tercer momento que es el de
la razón. Las tres primeras partes de la Fenomenología
son 1) Conciencia, 2) Autoconciencia y 3) Razón. La razón integra la conciencia
y la autoconciencia.
Esteban: Entonces la razón
es el lazo…
Ricardo: Mejor que el lazo:
es el movimiento…
Esteban: Lo que genera
movimiento
Ricardo: Es el movimiento
entre la autoconciencia y conciencia, es el movimiento que une conciencia y
autoconciencia, que las une en un todo. O sea, la razón es el todo.
Juliana: Es el final del
proceso de la razón…
Ricardo: Claro, y por lo
tanto, es también la totalidad. De los procesos de desarrollo, el resultado no es sólo la última etapa,
sino que también es el todo, es el todo del proceso, porque es allí donde se
puede ver el conjunto, y sólo allí. Desde los momentos internos, la
totalidad no se visualiza, o se visualiza como algo externo. Es algo así como
el concepto de horizonte en la fenomenología (de Husserl): siempre se va
corriendo en la medida en que nos vamos moviendo. Desde la perspectiva de los
que están inmersos en el movimiento, el fin nunca se alcanza. La razón es el
punto de vista de la finalidad, o sea, de la totalidad, desde donde se pueden
abarcar los movimientos parciales. Y, entonces, es lo que los puede comprender.
Cuando Hyppolite
explicita los problemas del capítulo, plantea dos preguntas:
- ¿Cómo se ha constituido este ámbito propio de lo humano que es la cultura?
(Ese es el tema central que se desarrolla en el capítulo cuarto.)
- ¿Cuál ha sido el proceso que condujo al individuo libre tal como lo conocemos desde la formación de los estados europeos modernos?
Volvamos,
entonces, al concepto de deseo que es lo que impulsa el movimiento de
desarrollo de la autoconciencia. Repito algo que ya dijimos: el deseo en tanto
que animal o natural, es una condición necesaria para la autoconciencia, es
decir, para lo humano, para la cultura, pero no es una condición suficiente.
Para que se produzca esta esfera de la cultura, la acción tiene que trascender
el deseo natural. O sea, no basta con comprender las cosas, comprender la
naturaleza, sino que hay que negarla, hay que transformarla y para eso hay que abstraerse de la naturaleza,
separarse de la naturaleza.
El deseo natural queda atrapado en un proceso circular: el deseo busca algo que
lo satisfaga y, cuando lo encuentra, lo consume. Esa acción que busca un objeto
que satisfaga el deseo, llega a su fin, consume ese objeto y vuelve a iniciarse
el proceso una vez que ha terminado. Pero, allí no hay superación, sino que se
mantiene siempre el mismo circuito de hambre, búsqueda de un alimento, consumo
el alimento, hambre de nuevo. Ese es el proceso que caracteriza a la vida, a lo
vital y Hegel habla de lo vital aquí, en estos párrafos. El concepto de vida,
en Hegel como en Nietzsche, fue un concepto central en las primeras etapas del
desarrollo de sus pensamientos. Nietzsche reemplazó el concepto de “vida” por
el concepto de “voluntad de vida” primero, y después por el concepto de “voluntad
de poder”. Y Hegel, reemplaza el concepto de “vida” por el concepto de “espíritu”,
primero y por el concepto de “idea”, después. Es decir que, ni el espíritu, ni la idea
pueden ser pensados como separados de la vida, sino que son etapas de
desarrollo de la vida, pero que van mas allá de la mera vitalidad.
Esteban: No me quedó clara
la unidad entre deseo y vida. ¿Cómo pasamos del deseo a la vida?
Ricardo: El deseo es lo
que caracteriza el movimiento de la vida. En ese contexto de lo vital, el movimiento
más importante, el movimiento vital más importante, es el que apunta a mantener
esa vida, a sostener esa vida en la vida.
Juliana: Eso es el deseo natural: conservación
de la vida. O sea, en cierto sentido, Nietzsche creo que estarían de
acuerdo con eso: hay un proceso de conservación de la vida y un proceso de
reconocimiento, que sería el riesgo de la vida por el reconocimiento.
Ricardo: Sí, estaría de
acuerdo en que hay un proceso vital a la base, que ese proceso es fundamental.
También estarían de acuerdo en que como no es suficiente ese proceso vital hay
que ir más allá de él. En Nietzsche, el ir más allá de ese proceso vital es el
que la vida no sea meramente conservación sino también creación que es lo que asimila la vida al arte, al mito. En
Hegel no es simplemente la vida creativa sino, la vida espiritual o la vida del
concepto, como él la llama. En los conceptos en Hegel, en la lógica de Hegel,
hay que pensar también el movimiento vital. Eso está incluido en lo conceptual.
El concepto no es el mundo
suprasensible o lo exterior a la vida y a lo sensible, sino que es precisamente
lo que integra lo vital. Hay una vida del concepto, esos son términos
hegelianos.
Esteban: ¿Qué había dicho
sobre la idea? ¿Qué integra espíritu y vida?
Ricardo: Esos son como
acentos que va poniendo en los conceptos. El concepto de vida con el que inicia
su pensamiento, (lo inicia dándole una centralidad en ese pensamiento), es
progresivamente reemplazado por el concepto de espíritu. Ese concepto de “vida”
era fundamental en los escritos juveniles. Ya con la Fenomenología ,
el acento pasa al espíritu.
[Datos
biográficos de Hegel]
En el intento conceptual
de entender lo real, de darle una definición, de alguna manera tenés que
volverte esa cosa. El pensamiento tiene que ponerse en la cosa para poder
captarla. Bueno, eso es la cosificación: extrañarse de sí mismo y ponerse en lo
otro, en la realidad externa. Volverse
cosa.
¿Cómo podrías
conocer un banco si no sos banco, de alguna forma? Lo que hace el proceso de
ser banco es el pensamiento.
Juliana: Pero ¿es un
olvido de “sí”?
Ricardo: …Ya estás
suponiendo que hay un “sí” previo, pero no hay porqué suponer el “sí” previo.
El pensamiento, para poder captar lo que es exterior, lo que es ajeno, tiene
que, de alguna manera, desplegarse en eso ajeno, volverse eso ajeno.
Juliana: Eso es un segundo
paso ¿no? Siguiendo esta cosa de la dialéctica… sería un segundo movimiento del
pensamiento.
Ricardo: Sí, y el tercer
movimiento sería recuperar eso que he puesto en la cosa y re-apropiármelo.
Hegel lo desarrolla paso a paso en la primera parte de la Fenomenología ,
en todas las etapas: como sensación, como percepción y como entendimiento. De
lo más inmediato y bruto, digamos, a lo más elaborado. Pero siempre en una posición
meramente receptiva y pasiva. Me amoldo a lo que me es dado.
Había mencionado
que Hegel toma este concepto de vida como resultado de todo el proceso anterior
de la conciencia, pero que muestra que en esta etapa lo vital es insuficiente.
Hay que ir más allá de ese mero movimiento de la naturaleza. Dentro de estos
movimientos de la conciencia, Hegel pone al entendimiento. En el fondo es una
capacidad demasiado simple porque funciona separando y definiendo. El
entendimiento es meramente analítico,
pero no es capaz de reunir lo que con su capacidad ha dividido y termina
deteniéndose ante la contradicción. Como resultado de la separación, encuentra
que hay cosas contradictorias, y no puede resolver las contradicciones. La
posibilidad de resolver las contradicciones es lo que se inicia con el concepto
de vida y, mejor aún, con el concepto de espíritu. A Hegel siempre hay que
entenderlo como un movimiento que termina
por integrar y resolver las contradicciones en una unidad. En alguna medida
a Hegel le parece que el concepto de vida es inaccesible al entendimiento, porque
éste siempre queda atrapado en las separaciones y en las contradicciones. Y, en
este sentido, podría analogar su posición con la de Nietzsche que critica al
hombre teorético, a la racionalidad socrática como incapaz de comprender la
vida y el movimiento de lo vital.
El objeto de las
críticas, en Nietzsche, es Sócrates, el socratismo pero, en Hegel, el objeto de
las críticas es Kant. Es decir, el entendimiento incapaz de comprender el
movimiento vital es el kantiano. Y es también el de la ciencia kantiana, el de la
ciencia crítica y el de la ciencia natural que le corresponde, o sea, la física
de Newton: es incapaz de comprender la vida. En este sentido, Hegel anticipa la
crítica que los románticos van a hacer a la concepción de Newton y que es muy
parecida a la crítica de Nietzsche a esa forma de conocimiento.
Kojeve dice en
su terminología: “toda acción es negatriz. Lejos de dejar lo dado tal como es, la
acción lo destruye si no en su ser, por lo menos en su forma dada. Y toda
negatividad negatriz con relación a lo dado, es necesariamente activa. Mas la
acción negatriz no es puramente destructiva, porque si la acción que nace del
deseo destruye una realidad objetiva para satisfacerlo, genera en su lugar, en
y por esta destrucción misma, una realidad subjetiva”. O sea, cuando me como la
manzana, destruyo la manzana, pero eso contribuye a crear mi yo, mi propio
cuerpo. Entonces, en realidad, lo que hago es transformar. En esa destrucción y
por esa destrucción estoy creando algo nuevo, algo que no estaba, que es mi
propio yo.
Dice “negatividad”
y “negatriz” para poner el acento en que es activa. No es una mera facultad
como se pueden pensar las facultades en Kant, sino que es una potencia.
Esteban: Perdón, ¿todo
esto es sobre el entendimiento?
Ricardo: No, en la
referencia al entendimiento me detuve en que es incapaz de comprender la vida y
en la comparación con la crítica que Nietzsche hace al socratismo.
Esteban: Claro, pero ahora
respecto al entendimiento, ¿verdad?
Ricardo: si, eso respecto
al entendimiento.
Esteban: ¿Cómo facultad?
Ricardo: Sí, como
capacidad, no como facultad en el sentido meramente pasivo, sino como una
potencia del conocimiento humano.
Hyppolite, en
una última referencia a este concepto de lo vital, dice que en Hegel el ser de
la vida no puede identificarse con la substancia sino más bien con lo que Hegel
llama, la “inquietud del sí mismo”. Este concepto de “la inquietud de sí” es lo
mismo que la “negatividad”, y es un concepto hegeliano. Hegel utiliza ese
concepto en la Fenomenología.
Juliana: ¿Inquietud de sí?
Ricardo: Sí. Pensar,
entonces, la vida como una
in-quietud en el sentido literal: no puede quedarse quieta, la vida es
movimiento, la vida es desarrollo. No se la puede pensar estáticamente.
Si tratamos de pensarla estáticamente como hace el entendimiento, el resultado
es que no tenemos vida sino lo inerte, lo muerto. Los conceptos del
entendimiento son mortecinos, son cadavéricos. Convierten la realidad en un
cadáver para poder estudiarla.
Goethe decía
algo semejante respecto de la teoría de Newton: para estudiar la luz, lo que
hace Newton es encerrarse en una habitación oscura, hacer un agujerito y ver cómo
puede dividir la luz que atraviesa ese agujerito. La hace pasar por un prisma y
descompone el haz de luz que aparece en la oscuridad. Y los románticos dicen
que es una barbaridad hacer esto, porque la esencia de la luz es todo lo
contrario, no se la puede descomponer en la oscuridad. Lo que queremos es conocer
la luz en su plenitud, esto es a plena luz del día. Para conocer la luz hay que
hacer lo que hizo van Gogh: ir a pintar cuadros en el mediodía del mediterráneo,
no lo que hace Newton. A Newton se le escapa la vitalidad.
Leandro: esta frase que
usted acaba de decir es media evolucionista ¿no? A Bergson, cuando uno lo lee
parece que está leyendo a Hegel, o , al revés.
Ricardo: ¿Hay un concepto
semejante en Bergson?
Leandro: Sí, por eso le…
Esteban: El elam vitale.
Leandro: Después me voy a
fijar bien. En Materia y memoria
creo…
Ricardo: No había pensado
esa relación….
Leandro: No, pero puede
ser: como son todos evolucionistas…
Ricardo: “Inquietud de sí”
es que todo ser contiene la negatividad en sí mismo. O sea que todo ser es y no
es. Todo ser implica algún desarrollo y se desarrolla a partir de algo que no
es. Pero eso que no es está en su propio ser. Es ese mismo ser el que se
impulsa hacia un desarrollo, no es algo que toma del exterior.
Un concepto más
para hacer referencia a esta vitalidad: Hyppolite lo toma de una tarea que
Hegel se había puesto como objetivo del pensamiento en sus primeros escritos.
Hegel decía que la tarea del pensar es alcanzar la identidad de la identidad y
la no identidad. O sea, de lo finito y de lo infinito. No es una identidad
simple (A = A, yo =yo), no es la pura identidad lógica, sino que se trata de
una identidad dialéctica que incluye en sí lo que no es idéntico a sí. La
conjunción de los contradictorios.
Leandro: El libro de Nicolás
de Cusa Acerca de lo no otro, que es
como identidad y diferencia. Puede ser porque Hegel toma cosas del
neoplatonismo…
Ricardo: Puede ser.
Leandro: Habría que
fijarse
Ricardo: Bueno, una última
referencia, y esta sí es la última, del texto de Hyppolite. Cito textualmente:
“la filosofía general de la vida concilia el monismo y el pluralismo.
Constituye la síntesis del reposo y del movimiento”. Esto lo registré porque
vimos que Deleuze hace una afirmación del pluralismo, o sea, que la filosofía
es pluralista en contraposición a los monismos (monismo platónico, monismo
hegeliano o cristiano). En realidad, la posición hegeliana no es exactamente la
de un monismo en sentido simple del término, sino que es el monismo, en todo caso,
como la unidad que se alcanza como integración de la pluralidad. Listo, con el
tema de la vida.
Vamos a la
dialéctica de las autoconciencias.
Siempre que hay
dos términos en la relación, un término dominante y uno dominado, Hegel
describe el movimiento desde la perspectiva de uno y desde el otro, y desde las
multiplicaciones de estos. Además cada uno se divide en múltiples caminos que
pueden tomar. En el desarrollo están los dos movimientos: el de la conciencia,
arriba, que tiene por objeto las cosas. Es un movimiento que retorna a la
conciencia como comprensión o como percepción, como captación, pero que no va más
allá de lo dado. A lo que la conciencia puede llegar es sólo al sentimiento, no
puede llegar a comprenderse en las cosas. Solamente a sentirse en las cosas.
Juliana: …Es sensual.
Ricardo: Sí, aunque mejor sería
decir que es unilateral porque no está
solamente en la etapa de la sensibilidad, también está en la etapa de la percepción,
que es un poco más alta que la sensibilidad y, también está la etapa del
entendimiento, que es un poco más alta que la percepción. Las tres forman
momentos de la conciencia, grados en el desarrollo del conocimiento de la
conciencia, como los grados en “la
alegoría de la línea” en Platón. Pero, son grados del saber de la
conciencia, esos grados excluyen el saber de sí mismo y eso es lo propio de la
autoconciencia. Lo que la autoconciencia tiene frente a sí no es una cosa, no
es algo natural, sino que es otra conciencia. O, si lo planteamos en término de
deseo, lo que desea el
deseo humano es otro deseo, no desea las cosas, no quiere consumir algún
objeto de la realidad, algún objeto natural. Sino que es un deseo que se ha
desprendido de su objetividad natural.
El psicoanálisis
plantea que el deseo humano no tiene objeto, no tiene ningún objeto que lo
satisfaga naturalmente. Entonces, estar desprendido de ese ámbito de la
objetividad es lo que Hegel quiere plantear como propio de la autoconciencia.
Lo que el deseo desea es otro deseo. O sea, desea que lo deseen. Desea el deseo del otro,
no al otro. Por ahí Hyppolite comenta que desear el cuerpo del otro, por
ejemplo, el deseo sexual, sería quedarse en el ámbito meramente natural. Pero,
desear que otro me desee, eso ya lo saca del ámbito de la naturaleza. Y, esto
es así porque el deseo no es nada natural, no es una realidad, no es una cosa
que pueda satisfacernos. El deseo es más bien una nada, una ausencia de cosas.
Es una falta, una carencia de una cosa. Desear un deseo, entonces, sería como
carencia de una carencia.
Para que la relación entre esas
autoconciencias pueda realizarse, el movimiento tiene que ser producido y
generado desde ambas autoconciencias a la vez. Porque de lo contrario sería un
movimiento incompleto, sería solamente una dominación del otro, un sojuzgar al
otro, subordinar el deseo del otro a mi deseo y eso no saldría del ámbito
puramente natural. Lo que
Hegel quiere representar aquí es esta situación en la que ciertos animales
empiezan a despegarse de su condición de animal y, comienzan a despegarse
cuando, ya no desean una cosa que satisfaga su deseo, sino que empiezan a
desear algo que no está dado en la realidad, y es al deseo del otro. Empieza a desear que lo deseen.
Este deseo de un deseo, es lo que Hegel llama deseo de reconocimiento.
Es, desear que el otro me reconozca como un ser libre, como un ser que ha
podido despegarse de ese deseo puramente natural que me ata a las cosas. Pero,
para que el otro me reconozca como un ser capaz de despegarse de lo natural,
tengo que hacer evidente que no estoy atado a ningún objeto natural. Y, la
única manera de hacer evidente eso, es mostrar que estoy dispuesto a arriesgar
la vida. Porque el deseo de vida, el deseo de supervivencia, es el deseo más
alto de los seres vivientes, o sea, de los seres naturales. Ser capaz de negar
ese mero impulso natural, ese mero instinto, es mostrar que se puede desear
algo no natural. En la interpretación de Kojeve eso no natural está siempre
vinculado con una falta, con un vacio, y en relación con la vida, a la muerte.
Lo que habría allí, en términos psicoanalíticos, es una pulsión de muerte. Esto
es lo distintivo de lo humano. Y es también, si no entendí mal, la
interpretación que se puede encontrar en Zizek, vía Lacan.
Juliana: ¿Está en “Goza tu síntoma”?
Ricardo: Sí.
“Reconocimiento”
es que las autoconciencias que empiezan a relacionarse, muestren que están
dispuestas a ir más allá de lo instintivo, esto es, que estén dispuestas a
arriesgar la vida. ¿Para alcanzar qué? Para alcanzar el reconocimiento.
Entonces, esa búsqueda, ese deseo de reconocimiento, lleva necesariamente a las
autoconciencias a una lucha a muerte. Lucho para que el otro me reconozca, y lo
que quiero que reconozca es que estoy dispuesto a ir más allá de lo natural, es
decir, que estoy dispuesto a morir por algo no natural. Porque también hay un instinto
que lleva a algunas especies a sacrificar individuos en función del mismo
instinto. Por ejemplo: hay hembras que para defender a sus crías se sacrifican
a sí mismas. U hormigas que cuando se destruye una parte del hormiguero y son
atacadas por otras especies de hormigas, tienen un grupo especializado, una
suerte de hormigas-soldados, que están condenadas al sacrificio, digamos, salen
para evitar que las invadan mientras el resto de las hormigas reconstruyen el
hormiguero, pero …esas que salen a la defensa son sacrificadas, se las comen
las otras. O ...los salmones, en la época que tienen crías, en la época del
celo tienen que repuntar el río y la mayoría muere en ese proceso. Bueno, hay
infinidad de ejemplos en donde individuos de una especie se sacrifican en
función de la supervivencia de otros individuos, o de la especie misma. Pero, en este caso, el riesgo de
la vida, no es en función de la supervivencia o de un instinto superior, sino
que es por algo no tiene ningún significado natural. Por ejemplo, se
pone en riesgo la vida por un mero símbolo. Kojeve hace referencia a una
bandera, por ejemplo, o cualquier otro símbolo, una camiseta de fútbol.
Esteban: Y esto ¿Hegel lo
identifica con el reconocimiento?
Ricardo: Ése es el deseo
de reconocimiento.
Esteban: Yo pensé que acá
iba a salir la libertad…
Ricardo: Es que en eso
consiste la libertad: en que la voluntad o el deseo se vuelve independiente de
sus objetos. Puede posarse en lo que quiera.
Josefina: Pero no de lo
otro, no de la otra autoconciencia. No es libre de la otra autoconciencia.
Ricardo: Es libre porque
no depende de la otra autoconciencia...
Josefina: Si desea ser
reconocida, sí depende...
Ricardo: Ah, bueno, pero
esa dependencia no es una dependencia de lo natural. Y lo no libre es la
dependencia de la naturaleza.
Josefina: O sea, libre del
ámbito de lo instintivo.
Ricardo: Claro,
exactamente.
Esteban: Entonces es el
reconocimiento de la autoconciencia, que es lo que equivaldría a libertad. Que
equivale de nuevo a…
Ricardo: Sí, es
reconocimiento de la autoconciencia por otra autoconciencia, o reconocimiento
de la libertad por otro ser libre.
Esteban: Claro, pero si
fuera un reconocimiento completamente exento de… ah, sería reconocimiento de lo
natural.
Ricardo: Claro, yo puedo
lograr que mi perro me obedezca y, en ese sentido, me está reconociendo como
amo. Él no puede sino pedirme el alimento cuando tiene hambre. Yo puedo hacer
huelga de hambre y él no. Pero, mi perro no me reconoce eso, no lo puede hacer.
Él ni siquiera puede reconocerlo en mí.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio