Deja que se haga la voluntad del Padre,
Deja que se haga la voluntad del Padre, abandónate en sus
manos, acurrúcate en la chispa.
Ella hará el resto. Acepta que eres un hijo de
Dios y que nada cambiará esa realidad— regalo.
La chispa, entonces, trabajará y
tú percibirás el cambio, poco a poco. El miedo, como te decía, desaparecerá.
Ya
no te acobardarán las dificultades, ni concederás tanta importancia a las
angustias propias de la vida en la materia.
El dolor y el sufrimiento llegarán,
pero no te derribarán. La vejez no te asustará. Nada podrá ya atemorizarte.
Serás libre, al fin. Estarás en el camino del reino...
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