El que es dueño de sí mismo, de sus representaciones, de su mundo interior, tiene más posibilidades de llevar una vida más feliz que alguien a merced de cualquier azar, o peor, de teorías equivocadas. El filósofo debe ser consciente de la importancia que para la vida tienen la imaginación y la afectividad y de que si queremos perfeccionar al ser humano no basta con hacer de él un ser lógico. Tenemos que proporcionarle métodos para que sepa manejar sus imaginaciones y sus afectos.
sábado, 15 de marzo de 2008
El que es dueño de sí mismo, de sus representaciones, de su mundo interior, tiene más posibilidades de llevar una vida más feliz que alguien a merced de cualquier azar, o peor, de teorías equivocadas. El filósofo debe ser consciente de la importancia que para la vida tienen la imaginación y la afectividad y de que si queremos perfeccionar al ser humano no basta con hacer de él un ser lógico. Tenemos que proporcionarle métodos para que sepa manejar sus imaginaciones y sus afectos.
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