lunes, 21 de abril de 2008

Confieso que he estado trabajando en un nuevo libro los últimos tres años y he decidido suspenderlo de forma casi permanente. Estoy en un momento en el que cada vez escribo menos, en el sentido clásico de sentarse y enfrentarse a una página en blanco, y aunque sigo publicando textos, en la mayoría provienen de la forma oral. De pronto me di cuenta que había empezando a generar un cierto estilo con el que no me identificaba, por lo que comencé a utilizar más mi propia voz, literalmente, a transcribirla y editarla posteriormente convirtiéndolo en una nueva forma de escritura. Como forma de experimentación, también he tratado de escribir en francés, y aunque mi limitado vocabulario en esa lengua le dio cierta claridad a mi escritura, tampoco funcionó del todo. El problema es que si pretendes mantener un papel crítico a través de la escritura, tienes que encontrar un espacio propio, ser constante y trabajar de forma continuada. Y digamos que en la actualidad estoy disfrutando más con esta otra vía de escritura, que proviene directamente de mi voz.

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