domingo, 20 de abril de 2008

La construcción del templo de Jerusalén proyectada por el rey David es, ciertamente, la solución para centralizar el pensamiento religioso pero es, al mismo tiempo, el origen de nuevos problemas y la canalización de una forma de espiritualidad y religiosidad que encuentra en el tempo, a partir de ahora, el mayor punto de referencia para expresar y manifestar la fe de los creyentes. Con razón interpreta Liaño que con la construcción del templo de Jerusalén el pueblo hebreo da un salto de gigante y pasa de adorar a Dios en un espacio abierto -léase la tienda del encuentro, el arca de la Alianza, el ara de los sacrificios,...- a construir una casa para Dios como escenario al que debe acudir todo israelita en los momentos más importantes de las festividades cultuales.

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