martes, 29 de abril de 2008

Libro-juego como un palacio con diferentes estancias, en la más estricta
tradición clásica que él luego estudió en relación con los métodos mnemotécnicos o el arte de la
memoria. Y en cada estancia desarrolla su particular abordaje a asuntos históricos, filosóficos y
formales. La enumeración de las estancias, solo aparentemente aleatorias pues terminan
clarificando muchos aspectos importantes, es bien sugesitava. Las estancias que se suceden son la
del laberinto, de la nave de los locos, del ceremonial de los capirotes, de la ficción de la España
imperial y católica, de la torre, de la palabra armada, la de los plomos, del caballero de los libros,
de la sangre, de la verdad, de las miradas y, finalmente, la de la risa. Un ejercicio literario
complejo y mestizo, de escepticismo narrativo desde la perspectiva actual plenamente
postmoderno.
Sólo en el apéndice final a la estancia de los plomos Liaño recoge un resumen de los textos que
conformaban aquella falsificación que cambió el nombre del antiguo Valparaíso de Granada por el
de Sacromonte, con que hoy lo conocemos.

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