martes, 29 de abril de 2008


Charlie era un tipo normal, de esos que pasan desapercibidos por su timidez, un poco pusilánime, aprensivo, psicótico, satírico, emotivamente dependiente y a veces pueril, lo que sociológicamente se llama “un macho beta”, vaya. Este “beta” es dueño y gerente de una tienda de objetos de segunda mano de lo más normalita, heredada de su padre junto con un edifico de apartamentos en San Francisco, también muy normal.

Pero tras su encuentro con “Verde Menta” todo cambia.

Gente a su alrededor muere de forma fulminante, cuervos gigantes se posan en su edificio y algunos objetos de su tienda brillan y “laten” como si fueran radioactivos sin motivo. Y lo de Sophie, su preciosa niñita, ya es peor: todas las mascotas se le mueren, le está prohibido decir “gatito” por sus terribles consecuencias y no hay quien se deshaga de “Mohamed” y “Alvin”, sus dos perrazos guardianes, que no se mueren ni dándoles bombonas de propano para comer.

Poco a poco Charlie comprenderá que ha sido reclutado a las filas de los “Mercaderes de la Muerte”, y que no es el único que tiene la difícil tarea de ayudar a las almas en su transición de un “recipiente” a su dueño natural aunque entenderlo no hará que encuentre consuelo al saberse parte de una especie de “organización” que saca beneficio material al tratar directamente con la muerte y mucho menos cuando se le confirma que no es inmortal y que sus recurrentes alucinaciones son mucho más reales y peligrosas de lo que se temía.

“Las Fuerzas de la Oscuridad” se van haciendo cada vez más poderosas al conseguir cada vez más “almas” con las que alimentarse por lo que las sombras de los cuervos gigantes comienzan a solidificarse y ganar confianza, ya no reptan por las alcantarillas amenazando con sus susurros a Charlie sino que lo atacan en persona y para colmo se empiezan a ver seres de medio metro hecho de piezas de desecho de un taxidermista y retales de ropa de una obra de teatro de época para marionetas. Este “Pueblo Ardilla” usurpa los “objeto almas” y son los culpables directos del poder renovado de “Las Fuerzas de la Oscuridad” y no cierta negligencia de los “Mercaderes de la Muerte”.

Charlie no halla demasiada información en su “El gran libro de la muerte”, supuesta guía para aquellos que han sido elegidos para hacer de La Muerte, pero ni resulta tan grande ni tan exhaustivo como cabría esperar para un trabajo tan serio y las restricciones que enumera le limitan demasiado.

Sólo le queda recurrir a “Verde Menta”, cuyo nombre real es Fresh Mint para, a pesar de la prohibición, reunir las fuerzas suficientes para hacer frente a tanta locura.

No pude soltar el libro hasta la página 280 y lo solté porque tenía hambre, retomándolo después para acabar con las páginas restantes, todo en un mismo día. Confieso que no tenía ni idea de la existencia de este autor estadounidense nacido en Toledo (Ohio), ni tampoco sabía que hubiera un Toledo en Ohio. Al parecer, Christopher Moore se ha hecho famoso por su temática recurrente: un tipo cualquiera se enfrenta de forma sorpresiva a las situaciones más extraordinarias y sobrenaturales, ya, ya, no es muy original (abrir un armario y que ocurran cosas fantásticas, recibir una carta y que ocurran cosas mágicas, besar un sapo y que… bueno ya me entendéis) pero lo que lo hace especial es su sentido del humor satírico tanto que todas sus novelas son “bestsellers”.

En Un trabajo muy Sucio (que ya va por la 2ª Edición en La Factoría de Ideas) se confirma que Moore no sólo puede ser hilarante o satírico sino que además es muy, muy divertido. La historia es lineal, sin saltos en el tiempo, tampoco hay grandes sorpresas en la trama y el final es predecible, pero no importa, es demasiado ingenioso para perdérselo. El libro es muy recomendable para pasar muy buenos ratos riéndose a gusto con las imágenes ridículamente divertidas que se van sucediendo casi sin pausas, y cuando no ocurre algo divertido, son los personajes los que se ocupan en decir cosas sacadas de contexto que te pillan totalmente por sorpresa.


«Christopher Moore pertenece por derecho propio a la estirpe de autores memorables como Jonathan Swift o Mark Haddon que han aplicado la mirada distorsionadora del humor a la definición de la realidad»


Su estilo se caracteriza por un humor ácido y absurdo, comparado por muchos con el de genios de la categoría de Terry Pratchett, Jonathan Swift o Mark Haddon.

Los lectores han esperado cada una de sus obras con gran expectación, hasta el punto de que estas pasan de inmediato a formar parte de la lista de bestsellers de The New York Times.



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