sábado, 19 de julio de 2008

ANTÓNIO DAMÁSIO


Antonio Damasio

En busca de Spinoza

Neurobiología de la emoción y los sentimientos

Ed. Crítica, 2005

[…sensations sweet felt in the blood and felt along the heart…

passing even into [your] purer mind in tranquil restoration… ]

(Wordsworth)

¿Qué son los sentimientos?, p. 85 y ss.

En mi intento por explicar qué son los sentimientos, empezaré planteándome una pregunta al lector: cuando considera cualquier sentimiento que haya experimentado, agradable o no, intenso o no, ¿cuál considera que es el contenido del sentimiento? Adviértase que no estoy preguntando acerca de la causa del sentimiento, ni acerca de su intensidad; ni sobre su valentía positiva o negativa; ni siquiera que pensamientos le vinieron a la mente cuando lo tuvo. Quiero decir realmente el contenido mental, los ingredientes, la materia que constituye un sentimiento.

Con el fin de dejar que siga este experimento mental, permita el lector que le ofrezca algunas sugerencias: piense que está tendido en la arena; el sol del final del día calienta ligeramente su piel, el océano chapotea a sus pies, y oye un murmullo de hojas de pino en algún punto situado detrás de él; además sopla una suave brisa estival, la temperatura ambiente es de 26º C y no hay ni una sola nube en el cielo. Tómese el lector su tiempo y saboree su experiencia. Voy a suponer que no se aburre como una ostra y que, en cambio, se siente muy bien, extraordinariamente bien, como le gusta decir a un amigo mío; y la pregunta es: ¿en qué consiste ese “sentirse bien”? He aquí algunas pistas: quizá la calidez de su piel era confortable, Su respiración era fácil, inspirar y expirar, sin ningún impedimento por parte de ninguna resistencia en el pecho o en la garganta. Sus músculos estaban tan relajados que no podía sentir ninguna tensión en las articulaciones. El cuerpo se sentía ligero, tumbado sobre el suelo etéreo. El lector podía supervisar el organismo como un todo y notar que su maquinaria funcionaba de manera uniforme, sin fallos ni dolor, la simple perfección. Tenía la energía necesaria para moverse, pero de alguna manera prefirió permanecer quieto, una combinación paradójica de la capacidad y la inclinación para actuar y el deleite de la inmovilidad. El cuerpo, por decirlo brevemente, se sentía diferente a lo largo de varias dimensiones. Algunas eran evidentes, y el lector podía identificar realmente su situación. Otras eran más esquivas. Por ejemplo, sentía bienestar y ausencia de dolor, y aunque la ubicación del fenómeno fuera el cuerpo y sus actividades, la sensación era tan difusa que resultaba difícil describir de manera precisa en qué lugar del mismo sucedía aquello.

Y había consecuencias mentales del estado del ser que se acaba de describir. Cuando el lector podía apartar su atención del bienestar absoluto del momento, cuando conseguía resaltar las representaciones mentales que no pertenecían directamente a su cuerpo, descubría que su mente estaba llena de pensamientos cuyos temas creaban una nueva ola de sentimiento placentero. Le venía a la mente la imagen de acontecimientos que anticipaba ansiosamente que serían agradables, y lo mismo ocurría con escenas que le gustó experimentar en el pasado. Asimismo, el lector se daba cuenta de que en su sensación mental era bueno, feliz. […]

El lector tenía, al igual que le ocurría a Wordsworth en la abadía de Tinern (13 de julio de 1798) “dulces sensaciones sentidas en la sangre y sentidas a lo largo del corazón”, y notaba que “pasaban incluso a [su] mente más pura en tranquila renovación” […sensations sweet flet in the blood and felt along the heart… passing even into [your] purer mind in tranquil restoration… ].

Lo que solemos considerar como “cuerpo” y “mente” se fundían en armonía. Ahora parecía no existir ningún conflicto. Cualquier término opuesto resultaba ahora menos opuesto.

Me atrevería a decir que lo que definía la sensación placentera de aquellos momentos, lo que hacía que el sentimiento mereciera el término distintivo de tal y fuera diferente de cualquier otro pensamiento, era la representación mental de partes del cuerpo o de todo el cuerpo operando de una determinada manera. El sentimiento, en el sentido puro y estricto de la palabra, era “la idea de que el cuerpo se encontraba de una determinada manera”. En esta definición, el lector puede sustituir idea por “pensamiento” o “percepción”.


ANTÓNIO DAMÁSIO, NEUROBIÓLOGO

“Sanarás tu cuerpo desde tu cerebro”

Mi edad no tiene importancia. Nací en Lisboa (Portugal) y vivo en Estados Unidos. Soy neurólogo, director del Instituto del Cerebro y la Creatividad de la Universidad del Sur de California. Estoy casado con Hanna, neurocientífica como yo, con la que trabajo. No tenemos hijos. ¿Ideas políticas? ¿Creencias religiosas? ¡Eso son asuntos privados!

VÍCTOR-M. AMELA - 28/03/2006

- ¿Pensamos también con los pies?

- Ja, ja…, ¡sí, porque pensamos con todo nuestro cuerpo, con todo nuestro ser!

- ¿Qué diría Descartes si estuviese oyéndonos?

- Descartes separó mente y cuerpo, un error que nos ha confundido hasta hoy. Pensar no es una función cerebral aislada.

- ¿En qué sentido nos ha confundido y perjudicado el modelo cartesiano?

- Hemos puesto el énfasis en el proceso cognitivo y hemos marginado las emociones, ¡que son decisivas! Por eso hoy estudio la neurobiología de emociones y sentimientos.

- ¿Por qué es tan decisiva la emoción?

- ¡Porque la mayor parte de nuestra inteligencia se funda en las emociones! Tomamos decisiones basándonos en emociones. Y sin emociones no podríamos comunicarnos.

- ¿Qué me pasaría si me fuese extirpada toda capacidad de emoción?

- Que no podría tomar decisiones, así que no estaría aquí haciéndome estas preguntas y queriendo saber estas cosas… Tendría un comportamiento inadecuado en lo personal y en lo social.

- Así las cosas, ¿soy humano por tener emociones más que por tener pensamientos?

- Somos humanos por tener emociones que entretejen y canalizan nuestros pensamientos. Por eso hoy proclamo ¡siento, luego soy!:es un modelo más exacto y previo al modelo ¡pienso, luego soy! propuesto por Descartes.

- Entonces, ¿cuál es la diferencia entre una emoción y una idea?

- Una emoción es un cambio que se produce en tu cuerpo y en tu cerebro. Y un sentimiento es la idea que tienes de ese cambio. ¡Una idea, pues, es una representación! La representación de una emoción.

- ¿Incluida la idea de mí mismo?

- Sí.

- Entonces…, ¡soy una representación!

- Sí.

- Vaya…

- El sí mismo es una representación basada en el cuerpo y en la información que recibes, lo que precipita en un sentimiento de lo que ocurre.

- Qué viaje de la neurología a la filosofía…

- La filosofía prefiguró la ciencia… Y ya vemos que no cabe separar cuerpo y mente.

- ¿Cómo define usted la mente?

- La mente es el producto de la actividad del cerebro, siendo el cerebro parte de un sistema biológico con el cuerpo. Y por eso la mente es también un producto del cuerpo.

- Entendido: el cerebro es también cuerpo y el cuerpo es también cerebro.

- Un sistema, sí: el organismo nutre de señales al cerebro, que se forma una imagen del organismo para regularlo e influirlo.

- ¿Una imagen?

- Sí, el cerebro tiene esa capacidad: la de simular el cuerpo, el organismo entero.

- ¿Simular? ¿Qué quiere decir eso?

- Que el cerebro es como un computador central capaz de simular estados corporales. Así, muchos sentimientos son eso: simulación de estados corporales.

- Un ejemplo.

- Si yo veo a otro sufrir, ¡mi cerebro tiene la capacidad de simular ese sufrimiento en mí, de recrearlo! Y he ahí un sentimiento.

- ¿Y si veo a otro muy alegre?

- Lo mismo. Yo entiendo al otro porque mi cerebro recrea sensaciones del otro. ¡Y es por eso por lo que podemos comunicarnos!

- Pues si yo dominase bien ese mecanismo…, ¡podría sentirme siempre alegre!

- Lo propuso ya Spinoza: puedes usar tu cerebro para inducirte emociones benéficas.

- ¿La neurobiología explora ese territorio?

- Sí, porque así podrías llegar hasta a sanar tu cuerpo desde tu cerebro, trabajando la representación de los estados corporales.

- ¡Esto es una noticia extraordinaria!

- Corrigiendo esos procesos de representación, un día sanaremos también enfermedades de las emociones - depresiones, adicciones, estrés, sociopatías…- cuyos actuales tratamientos ¡nos parecerán mañana arcaicos!

- ¿Los médicos del futuro serán algo así como unos masajistas de la mente?

- Algo de eso: incluso en patologías cancerosas o infecciosas, el control del estado mental contribuirá a reducir los daños.

- ¿Está hablándome, en suma, de un manejo inteligente de nuestra imaginación?

- Lo prefiguró Spinoza: “La mente humana es la idea del cuerpo humano”… Imaginación es la capacidad de manipular imágenes mentales, sean de un simple objeto o de un complejo sistema religioso o sociopolítico. ¡Y proyectar la imaginación a un objetivo futuro es la mayor singularidad humana!

- Deme consejos para estimular mi mente.

- Le daré uno de oro: prodíguese goces intelectuales, ejercicios mentales que le resulten muy placenteros, como acceder a conocimientos nuevos, gozar de obras artísticas…

- La vida del espíritu, en suma… Y, oiga, ¿son las intuiciones una función mental más?

- En el sentido neurobiológico del que hablamos, por supuesto: la intuición es esa vía de conocimiento por la que podemos alcanzar una conclusión saltándonos etapas intermedias. Estoy estudiando esos procesos…

- ¿Poseemos capacidades cognitivas que aún no hemos sabido desplegar del todo?

- Es muy probable. Por eso ahora estoy enfrascado en el estudio de áreas aún poco exploradas, como las relativas a la creatividad.

- ¿Qué entiende por creatividad?

- La capacidad de inventar ideas nuevas, formas nuevas de hacer las cosas, ya sea en arte, en ciencia, en tecnología, en cultura o en organización social: ¡podríamos llegar a crear unos modos nuevos de relacionarnos, más armoniosos y más satisfactorios!

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