jueves, 24 de julio de 2008


La milenaria práctica hipnótica sabe que la mente humana reacciona bien a la geometría euclidiana.


La evocación de puntos en el espacio, líneas rectas o curvas, espirales, círculos, esferas y triángulos disparan en la imaginación del oyente un sinfín de símbolos en todas las culturas y el marco referencial de todas estas figuras es el espacio.

Las artes escénicas también otorgan una importancia capital al espacio. El espacio escénico que ocupa un comunicador: actor, profesor o director o vendedor, es una metáfora de la amplitud del pensamiento que defiende. Llenar significativamente el espacio escénico es la meta del arte

El viejo arte de la memoria concebía la mente humana como un escenario teatral poblado de figuras y fondos . El entrenamiento de la memoria consistía en desarrollar la habilidad de transitar esos espacios mentales y describir sus personajes y sus contextos.

Los trabajos de terapia estratégica de última generación, que abordan cuadros de pánico irracional, comportamientos fóbicos o ansiosos, prestan especial atención al espacio en el que éste se desarrolla. El miedo se experimenta en un espacio con límites geográficos, un ámbito escénico en el que la angustia aumenta o disminuye según la distancia entre la persona y su fantasma .


La Proxémica estudia cómo afecta la distancia entre las personas y las sensaciones y emociones que sienten entre sí. Observa las distancias adecuadas a cada tipo de relación. Así, a la comunicación íntima responde una distancia corta y la relación social requiere de mayor distancia. Hablamos de proximidad afectiva o de lejanía emocional, de sentir el aliento del padre detrás de la oreja o de enfrentarse a su autoridad. Estas descripciones topográficas hablan del mapa o constelación que tenemos en la mente sobre nuestro sistema familiar y ancestral.

Muchas prácticas educativas y terapéuticas diseñadas por la Programación Neurolingüística (PNL) buscan externalizar ese espacio mental, trasladarlo a la zona circundante a la persona. Situar los objetos de pensamiento, ya sean figurativos o simbólicos en el espacio exterior supone una externalización del conflicto con efectos sanadores.

Las tecnologías de la modernidad sirven como metáfora para externalizar ese espacio mental en un escenario exterior Psicogeográfico. El invento del cine nos remite a La Línea del Tiempo, diseñada desde los primeros experimentos realizados por la PNL. La espacialización del tiempo se operó con la aparición de historietas en tiras y sobre todo con el nacimiento del cine. Mediante la narrativa fílmica es posible viajar o desplazarse sobre una cinta de celuloide al pasado o al futuro .

Trasladarse al pasado caminando hacia atrás en la línea del tiempo nos permite volver a visitar escenas que generaron huellas mnémicas en nuestro comportamiento, viejos episodios molde que configuraron el presente. Episodios compuestos, la mayoría de veces, por nuestros ancestros. La reflexión y el recuerdo de nuestra vida está repleta de presencias ausentes que configuran muchos de nuestros impulsos, obsesiones y deseos.

A través de la Psicogeografía, ponemos en escena situaciones familiares significativas, aprendemos a adoptar distintas posiciones perceptivas de la realidad, ajustamos sensorialmente la distancia soportable con nuestros fantasmas y construimos referencias futuras, a modo de objetivos que tiran de nosotros hacia una vida más satisfactoria.

La PNL se dedica al estudio de la estructura de la experiencia subjetiva y conecta con los trabajos de Noam Chomsky cuando afirma que la mente humana realiza dos transformaciones para elaborar el pensamiento. Inicialmente codifica el mundo sensorialmente, hace imágenes, sonidos, sensaciones de lo que percibe: es el ámbito de la Estructura Profunda del lenguaje , después realiza transformaciones lingüístico-conceptuales o traducciones provisionales de esa estructura profunda.

El registro imaginario del pensamiento, se expresa mediante las representaciones sensoriales que el ser humano se hace del mundo: las imágenes visionarias, los mensajes sonoros y el monólogo interior repleto de voces ancestrales, las sensaciones o síntomas corporales, la elaboración interna de olores y sabores, son la base de nuestro pensamiento y están instaladas en la mente humana, filogenéticamente, mucho antes que la palabra.

La constelación de nuestro sistema familiar es la traducción de un conjunto de elementos de ese pensamiento sensorial. Presencias ausentes que se manifiestan en distancias consteladas, sensaciones corporales, visiones y voces transgeneracionales que nos dan la vida y paradojalmente también nos la limitan.

Alejandro Jodorowsky tituló uno de sus libros con una frase inacabada: Donde mejor canta un pájaro... (JODOROWSKY, 1994)

El texto se completa en el interior del libro y dice: Donde mejor canta un pájaro es en la rama de su Árbol Genealógico. Esta frase, que toma de Jean Cocteau, inicia el relato de una de sus creativas autobiografías.

El ser humano sobrelleva, a veces peor, a veces mejor, una contradicción aparentemente irresoluble para afrontar la observación y el conocimiento de lo que le rodea: Por un lado, sueña con abarcar la integridad de las cosas, la esencia del mundo. Por otro lado, necesita fragmentar la realidad exterior, hacer parcelas para poder conocerla.

Con la fragmentación que posibilita el conocimiento, el ser humano siente, en palabras del sociólogo Jesús Ibáñez "una profunda nostalgia de la unicidad perdida", cada nueva fragmentación lo aleja de lo uno, de lo instintual, de la vitalidad primordial (IBÁÑEZ, 1986).

Así que se pasa el tiempo coordinando la totalidad con las partes. Esta paradoja de fragmentación y unidad está a la base de la relación del ser humano con el mundo.

Mircea Eliade explica que el dragón simboliza el reino de lo Uno, de lo instintivo, de la vitalidad, también del caos, del miedo al desorden, al inconsciente, al descontrol...

El Uno se va dividiendo en los siguientes números, dos, tres... generando cosmos, civilización, orden... Sólo que también la vitalidad se resiente, la expresión más plena del "Sí mismo"

Lo esencial en el arte es la experiencia de hallarse ante la totalidad.

El ser humano necesita de la creatividad y del arte para volver a crear lo que ya conoce, para volver a fundar una y otra vez, la experiencia esencial de lo humano.

Para Jung, lo que busca el que admira una obra de arte, además del virtuosismo y la técnica: es contemplar cómo el artista experimenta el misterio de la vida, de la muerte, de los afectos, del mundo, de dios, o de su propio deseo.

Sin embargo, Jung decía que una vida es un periodo demasiado corto para saber cómo hay que vivir una vida. Algunas personas dicen vivir una vida que no les pertenece, una vida por cuenta ajena. Manifiestan la sensación de impulsores hacia temas, obsesiones, temores... que no reconocen como propios, que no recuerdan cómo comenzaron a anidar en su personalidad.

Muchos de nuestros mitos personales, de las travesías de nuestros fantasmas, de nuestros motores de creatividad, hay que buscarlos no sólo en nuestra infancia, sino transitando a través de nuestras generaciones anteriores: nuestros padres, nuestros abuelos, e incluso, según la mística judía, recuperando la memoria ancestral de seis generaciones.

El mayor o menor aliento vital que sentimos, o lo que la biodanza (otra escuela de arteterapia) llama la alegría de vivir, es a veces un sutil entramado transmitido de generación en generación. Puede que ésta sea la explicación más inspiradora de lo que entiendo como pecado original: más que la expiación de los pecados de nuestros mayores, podríamos interpretarlo como la carga de los conflictos no resueltos de nuestros ancestros.

No es la primera vez que Arte y Terapia buscan un encuentro, el Actors Studio y otras muchas experiencias ya iniciaron otras andaduras.

El conocimiento de nuestra sombra, del verdadero sentido de nosotros mismos, de la genealogía de nuestra personalidad necesita un marco, un escenario que le dé sentido. Esto explica el atractivo que sentimos ante nuestro Árbol, y sobre todo ante la impronta imaginaria y sensorial que nos produce su exploración.

"El Árbol Genealógico es la impronta que nos acompaña. Bajo su sombra deambula nuestra vida. A veces nos protege, a veces, entre sus ramas se filtra la luz, otras veces oscurece nuestras obras o las seca. Esa rigidez, esa inseguridad, ese bloqueo o avidez que sentimos frente a nuestra expresión artística puede ser el peso de la sombra del Árbol Genealógico. Entrando en esta indagación descubriremos nuestras alas y nuestros lastres para Crear y seremos de algún modo más libres, más expresivos y auténticos. Nuestro lenguaje original surgirá filtrándose entre el follaje de nuestro Árbol Genealógico si conocemos bien el peso de sus ramas sobre nosotros, sobre nuestro acto creador."

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