jueves, 18 de septiembre de 2008

Para tener un rescate con dinero público hay que hacer las cosas mal, muy mal. Hemos creado un sistema regulatorio tan surreal—en España y en Estados Unidos—que se premia a quien peor lo hace y se castiga al que lo hace bien.
(Imagen: The Big Picture)

(Imagen: The Big Picture)

Hay que tener, primero, una entidad gigantesca (un banco, una aseguradora o una promotora), para que se cumpla aquella frase atribuida a Keynes que era algo así (cito de memoria) como "si usted debe mil libras al banco, usted tiene un problema; si debe mil millones, el banco tiene un problema". En otras palabras: debe ser "demasiado grande para caer". Pero eso no basta. Tiene que ser, además, "demasiado mala para caer". Es importante que la empresa no haya limitado la exposición de otras entidades a sus propios riesgos. Si así lo ha hecho, le pasará como a Lehman Brothers: ni un dólar (o un euro) de dinero público.

Pero, si amenaza con llevarse por delante a la economía mundial, bien en la forma de bonos en manos del Banco central de China (como Fannie Mae y Freddie Mac), o de seguros a hipotecas de bancos europeos (como AIG), tendrá un chorro de dinero: entre 18.000 millones de euros (que fueron los que le cayeron a Bear Stearns para que lo comprara JP Morgan Chase), 60.000 (a AIG) o 140.000 (a Fannie Mae y Freddie Mac). En el caso español, amenace usted con aumentar todavía más el agujero de la caja de ahorros de su región o con dejar a unos miles de votantes sin casa o sin empleo y ya verá como le llega alguna ayuda pública.

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