Para muchas personas, la fórmula del éxito se encuentra en la tabla periódica, ya venga ésta con el sello del Ministerio de Sanidad, o proceda de un mercado negro donde el color más habitual es el del dinero que da acceso a una piedra filosofal prohibida que garantice los triunfos en los estudios, en el trabajo, en el deporte y hasta en la cama.
La Operación galgo contra el dopaje en el mundo del atletismo patrio que tanto impacto causó la semana pasada en la opinión pública española —sobre todo por la supuesta implicación de Marta Domínguez— ha servido para volver a poner de relieve que el citius altius fortius no siempre es tan limpio como se presupone. Pero las trampas en el solitario no son exclusivas del deporte de élite, sino también de diferentes facetas de la vida en la que existe un fuerte tabú a la palabra “fracaso”. Y cuando la ayuda extra del circuito legal no es suficiente, algunos optan por atajos que bordean la ley.
Con los exámenes de enero a la vuelta de la esquina, son numerosos los estudiantes universitarios que acuden estos días a las farmacias para surtirse de ayuda que les permita aumentar la concentración y rendir mejor en las horas de estudio. “Los más habituales son los complejos de vitaminas y minerales, que no necesitan receta médica, tales como Supradine, Multicentrum o Pharmaton, algunos de los cuales también están indicados para las actividades físicas”, señaló ayer a Diario de Alcalá Noelia, empleada de una botica de la calle Santiago de la ciudad complutense.
Otros productos legales de los que hacen uso los estudiantes —y también profesionales de la conducción que tienen que pasar muchas horas al volante— son los compuestos a base de cafeína pura (Durvitan) o cafeína con paracetamol (Cafiaspirina). “Pero con la cafeína hay que tener cuidado si eres hipertenso”, explicó Noelia.
Otros medicamentos. Sin embargo, hay quienes para empollar van más allá de los productos mencionados y optan por utilizar medicamentos que no están indicados precisamente para este fin. Tal es el caso, por ejemplo, de Mentis ( Pirisudanol dimaleato), que, como señala Noelia, “se utiliza para tratar trastornos de la atención y de la memoria, fundamentalmente en personas mayores. Y para esto si que se necesita prescripción facultativa”. Al igual que para otros fármacos indicados para el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (por ejemplo, el metilfedinato) o la demencia senil que se ha convertido para algunos universitarios en su botiquín de cabecera.
Esto en cuanto a las sustancias legales. Porque lo cierto es que a las farmacias también suelen acudir, de vez en cuando, estudiantes algo despistados, “pidiendo estimulantes muy fuertes, para aguantar”.
Es la respuesta que da Noelia cuando se la pregunta por las anfetaminas, las míticas centraminas, el Katovit —vetado por las autoridades sanitarias en 2001— o el Ritalín. Son términos que aparecen habitualmente en muchos foros de estudiantes universitarios, que saben que el anonimato del comprador y del vendedor es la mejor garantía para poder doparse sin caer en las garras de la ley.
Otra de las motivaciones que pueden llevar a las personas a tomar pastillas milagrosas es el sexo, sobre todo en el caso de los hombres, que buscan la panacea para satisfacer a su pareja más y mejor u durante el máximo de tiempo. Una de las opciones de la picaresca es recurrir a la Viagra, lo cual es problemático porque es un medicamento que necesita receta y un informe del urólogo. De ahí que, en los últimos años se hayan hecho muy famosas las denominadas falsas viagras, cuya comercialización está perseguida por las fuerzas del orden en España: Kamagra, Durogra, Apcalis y Erectalis, son algunas de ellas.
Estas últimas sustancias suelen venderse, desde países extranjeros como Estados Unidos a través de Internet. Y la publicidad basura que generan sus distribuidores suelen ser una de las molestias habituales en los usuarios de correo electrónicos, hartos de recibir mensajes encabezados por el asunto: “Salud masculina”.
Pero el culto al cuerpo también gana terreno dentro de este tipo de tendencia a consumir sustancias ilegales. Los ya populares ‘ciclos’ que se inyectan algunos usuarios de gimnasios para mantener la forma y acrecentar los músculos se pueden comprar a través de Internet o dentro del propio círculo de estos deportistas. Por un precio aproximado de unos 300 euros es muy fácil conseguir uno sin moverse de casa y es que la red está llena de páginas webs y foros que anuncian su venta y demandan su compra.
Este requerimiento, cada vez mayor, ha hecho que en el mercado negro de los anabolizantes surjan productos de mala calidad y más peligrosos aún si cabe para la salud. Y es que parece que el negocio de este tipo de sustancias está a la alza. De hecho, cada vez son más los jóvenes que acuden al gimnasio en busca de ciclos para dar forma a sus músculos y estar “definidos”. Esteroides, hormonas y proteinas, una mezcla cuanto menos saludable para el cuerpo.
La ‘cara B’ de la potencia intelectual o sexual artificial
La cara b del consumo de drogas para aumentar el rendimiento, por ejemplo, en los estudios, es el de los nocivos efectos secundarios y riesgos que pueden provocar en quienes las consumen.
Tal y como señalan desde la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), en el caso de las anfetaminas, “a nivel físico, la persona puede manifestar sed, sudoración, taquicardia, aumento de la tensión arterial, nauseas, malestar, dolor de cabeza, vértigos. A menudo, se presentan muecas exageradas y anormales de la mandíbula o movimientos estereotipados”.
Pero esto no es lo peor, porque las sobredosis de anfetaminas aumentan la temperatura corporal, pueden causar inquietud, alucinaciones, irritabilidad, convulsiones e incluso la muerte.
Según la FAD: “el uso continuado de este fármaco da lugar a depresiones severas. Puede aparecer un cuadro denominado psicosis tóxica anfetamínica, que se puede confundir con la esquizofrenia”. Además, un abuso crónico de las anfetaminas provoca la aparición de “acné, cabello seco y sin vida y trastornos en los dientes, encías y uñas”.
Estimularse para el sexo con sustancias ilegales, como las falsas viagras, también se puede pagar caro, entre otras cosas porque en algunas marcas se han detectado polvo de ladrillo, anticongelante o disolventes industriales.
Para concienciar ante este riesgo, la multinacional farmacéutica Lilly ha iniciado recientemente una campaña dirigida a los usuarios de este tipo de productos. La página web informativa es
www.notelajueguesonline.com.
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