El Arte de la Memoria también incluía símbolos o emblemas elaborados que acabaron por resultar familiares en todo el Imperio Romano. Cada deidad estaba normalmente asociada a unos atributos que la hacían fácilmente reconocible. Esta práctica fue posteriormente heredada por la iconografía cristiana. Una catedral medieval, con sus laberintos, imágenes, relieves, tallas y otra iconografía colocada en puntos estratégicos servía como Templo de la Memoria, recordándole al peregrino el Templo de Salomón, historias bíblicas, los hechos de los santos y fórmulas de rezo y devoción.
Etiquetas: el arte hermético de la memoria
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