martes, 29 de abril de 2008

Las arquitecturas del deseo



Durante milenios, la humanidad ha desconfiado de la fuerza del deseo, y ha hecho lo posible por refrenar su poder.
La sociedad opulenta en que vivimos altera radicalmente esa tradición. Tiene que estimular constantemente los deseos para sobrevivir. Hasta ahora, la economía estaba dirigida por la demanda. Producía lo que era necesario. Ahora se rige por la oferta: primero se produce y, después, utilizando los implacables medios de la publicidad, se crea en el público la necesidad de lo producido. Padecemos así un ansia inacabable e inducida, porque siempre nos convencerán de que nos falta algo. Después de tantos siglos diciendo que el deseo esclaviza, ahora decimos que el deseo es la gran liberación. ¿No estaremos colaborando todos en una gigantesca estafa? Al investigar este asunto, nuestro detective descubre que carecemos de una «teoría del deseo». ¿ Qué es, de donde procede, cuales son sus determinismos, como se manipulan o se educan? «Deseo» es un término psicológico, pero la psicología lo elude.
Es un concepto moral, pero la moral lo proscribe. Es una fuerza sociológica, pero el mercado se limita a utilizarla. A lo lejos resuena la suave voz del inevitable Spinoza: «La esencia del hombre es el deseo.» Estas son palabras mayores. Ya no se trata de una posible estafa, sino de un caso metafísico.
La inteligencia humana descoyunta el circuito de la acción, y los deseos, sus desencadenantes, sus metas, se dislocan, giran a su aire. Todo se puede desear. Deseos mercuriales forman extrañas amalgamas. Los placeres elevan arquitecturas arborescentes. Al fragmentarse sus deseos, también la esencia humana se fragmenta, y necesita una operación de bricolaje que la unifique. Al final, aparece un nuevo personaje: el espíritu. (La discreción y el gusto por el suspense no nos permiten adelantar la solución que el autor da a este embrollo psicológico, económico, social, moral y político.) José Antonio Marina, uno de los pensadores absolutamente imprescindibles de nuestro país, ha publicado en Anagrama Elogio y refutación del ingenio, Teoría de la inteligencia creadora, Ética para náufragos, El laberinto sentimental, El misterio de la voluntad perdida, La selva del lenguaje, Diccionario de los sentimientos (con Marisa López Penas), Crónicas de la ultramodernidad, La lucha por la dignidad (con María de la Válgoma), Dictamen sobre Dios, El rompecabezas de la sexualidad, Los sueños de la razón, Ensayo sobre la experiencia política, La inteligencia fracasada, Por que soy cristiano, Anatomía del miedo y Arquitecturas del deseo. Ha recibido, entre otros muchos galardones, el Premio Anagrama y el Nacional de Ensayo.

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