miércoles, 16 de julio de 2008


El hombre en tanto que mago-intermediario capaz de atraer hacia su ser las influencias procedentes del cielo y servir de vínculo entre éstas y el mundo elemental o terrestre. Vínculo que se realiza mediante el conocimiento de los métodos de la magia simpática, que 'presuponen, prosigue la autora, la existencia de continuados efluvios de influencia que desde las estrellas se derraman sobre la tierra'. Dichos métodos están basados en realidad en las leyes de las correspondencias y analogías que relacionan entre sí las distintas partes que conforman la Unidad del Todo, según reza la conocida máxima hermética: 'lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo'. 'El Todo era Uno, unido mediante un infinitamente complicado sistema de relaciones. El mago era un individuo capaz de 'penetrar en el interior de este sistema [o estructura] y servirse de él gracias a su conocimiento de los vínculos existentes entre las cadenas de influencias que descendían desde lo alto, ya que era capaz de construir una cadena de vínculos ascendente mediante el correcto uso de los ocultos poderes simpáticos contenidos en las cosas terrestres [piedras, vegetales y animales], de las imágenes celestes [zodíaco, estrellas y planetas], de las invocaciones y nombres [divinos angélicos, numinosos], etc.'. O como G. Bruno señala en una de sus obras, De la causa, principio y uno: '[La unidad del Todo en el Uno es] solidísimo fundamento de las verdades y secretos de la naturaleza. Así pues, debes saber que sólo hay una y misma escalera [o eje] por la que desciende la naturaleza para llevar a cabo la producción de las cosas y asciende el intelecto para llegar al conocimiento de éstas; además, el uno y la otra proceden de la unidad y vuelven a ella, pasando a través de multitud de medios'. Y en otra de sus obras importantes, Expulsión de la bestia triunfante, pone estos ejemplos sumamente aclaradores sobre la interrelación armónica entre el mundo inteligible y el sensible: 'En este sentido, debemos pensar en el sol como en un ente que se halla en el azafrán, en el narciso, en el girasol, en el gallo y en el león; lo mismo debemos pensar en relación a cada uno de los dioses y para cada una de las especies agrupadas bajo los diversos géneros del ens, puesto que así como la divinidad desciende en cierto modo por cuanto establece comunicación con la naturaleza, debe tenerse en cuenta que una de las formas de ascender a la divinidad es a través de ésta y así, por mediación de la vida que resplandece en las cosas naturales, nos es posible ascender hasta alcanzar la vida que las preside y gobierna'.

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