sábado, 16 de mayo de 2015

Orígenes contra Celso

Discurso Verídico del filósofo Celso

Doctrina verdadera
Celso
Fragmentos del Discurso Verídico del filósofo pagano Celso (conservados por Orígenes)

Orígenes, Contra Celso, II,55:
Después de esto, dice el judío de Celso a sus compatriotas que creen en Jesús: "Pues sí, vamos a creer que eso se os ha dicho. Pero ¿cuántos otros no nos vienen con prodigios semejantes para persuadir a los bobos que los escuchan, haciendo granjería del embuste? Ahí está un Zamolxis, criado que fue de Pitágoras, y el mismo Pitágoras en Italia, y Rapsinit en Egipto, de quien se cuenta nada menos que haber jugado a los dados con Deméter en el Hades y que subió de allí con un pañuelo de oro como regalo de ella; a los que hay que añadir a Orfeo entre los odrisas, a Protesilao en Tesalia, a Heracles en el Ténaro, y a Teseo. Mas lo primero que habría que examinar es si realmente alguna vez resucitó alguien, muerto de verdad, con su propio cuerpo. ¿O es que pensáis que lo de los otros es puro cuento, y así lo parece, pero que vosotros habéis hallado un desenlace más verosímil y convincente de vuestro drama: aquel grito que lanzó sobre el madero en el momento de expirar, el terremoto y las tinieblas? ¡Y no veis que, vivo, no pudo socorrerse a sí mismo, para que resucitara después de muerto y mostrara las señales de su suplicio y las manos tal como habían sido taladradas! ¿Y quién vio todo eso? Una mujer histérica, como decís, y algún otro de la misma cofradía de hechiceros, o bien lo soñara por alguna disposición especial de su espíritu, o bien según su propio deseo, se lo imaginara con mente extraviada; cosa, por cierto, que ha sucedido a infinitas gentes; o, en fin, lo que es más probable, quisiera impresionar a otros con este prodigio y dar, con parejo embuste, ocasión a otros charlatanes mendicantes".

Orígenes, Contra Celso, II,63:
Después de esto, ataca Celso la Escritura de forma que no debe desdeñarse, y dice: "Si Jesús quería realmente hacer ostentación de poder divino, debiera haberse mostrado a los que lo insultaron, al juez que lo condenó a muerte y a todo el mundo en absoluto".

Orígenes, Contra Celso, VIII,38:
Luego apunta algo que, o no oyó a ningún cristiano, o sólo a alguno sin ley ni formación, y afirma que dicen los cristianos: "Pues yo me acerco a la estatua de Zeus, de Apolo o de cualquier otro dios, blasfemo de ellos y les doy puñetazos, y no se vengan en absoluto".

Orígenes, Contra Celso, VIII,41:
Luego, imitando a vejezuelas, entre un chaparrón de injurias, dice así: "Tú, insultando las estatuas de dioses, te ríes; quizá no te fueras tan alegre de haber insultado a Dioniso o a Heracles en persona. En cambio, los que en persona tendieron en la cruz a tu Dios y lo atormentaron, ni ellos, autores del atropello, sufrieron nada, ni después de tan largo espacio tampoco ha pasado nada. ¿Qué novedad ha ocurrido desde entonces por la que pudiéramos creer que no fue aquél un hechicero, sino el Hijo de Dios? Y, por lo visto, el que mandó a su hijo con no sabemos qué recados, consintió que fuera tan cruelmente maltratado hasta perderse juntamente con sus recados, y, no obstante tanto tiempo pasado, no ha caído en la cuenta. ¿Qué padre tan desalmado es ése? Mas acaso digas que aquél lo quiso así, y por ello se dejó maltratar. Pues también yo pudiera contestarte que éstos también, a quienes tú blasfemas, lo quieren así, y por eso aguantan que tú blasfemes. Porque no hay como comparar igual con igual. Pero es que éstos saben muy bien vengarse de quien los blasfema, ora que por ello huya y se esconda, ora se le coja y perezca".

Orígenes, Contra Celso, III,44:
Seguidamente aduce Celso lo que dicen unos cuantos, muy pocos, de esos que son tenidos por cristianos al margen de la enseñanza de Jesús, y no "los más inteligentes" (como él se imagina), sino de los más ignorantes, y afirma que "entre ellos se dan órdenes como éstas: Nadie que sea instruido se nos acerque, nadie sabio, nadie prudente (todo eso es considerado entre nosotros como males). No, si alguno es ignorante, si alguno insensato, si alguno inculto, si alguno tonto, venga con toda confianza. Ahora bien, al confesar así que tienen por dignos de su dios a esa ralea de gentes, bien a las claras manifiestan que no quieren ni pueden persuadir más que a necios, plebeyos y estúpidos, a esclavos, mujerzuelas y chiquillos". 


Orígenes, Contra Celso, III,59:
Seguidamente, dándose cuenta que nos ha injuriado con demasiada aspereza, añade Celso en tono de propia defensa: "Y que no los culpo con mayor acritud de lo que me fuerza la verdad, puede demostrarse por lo que sigue. Los que llaman para las otras iniciaciones, proclaman previamente: "El que sea puro de manos y discreto de lengua..." O bien otros: "El que esté limpio de toda impureza, cuya alma no tenga conciencia de mal alguno, y el que viva bien y justamente..." Y esto previamente pregonan los que prometen purificaciones de los pecados. Pues escuchemos ahora a quiénes llaman éstos: "Cualquiera –dicen– que sea pecador, cualquier insensato, cualquier niño pequeño y, en una palabra, cualquier miserable, a éste lo aceptará el reino de Dios".

Orígenes, Contra Celso, III,62.64:
Dice [Celso]: "Pues qué, ¿no fue enviado a los sin pecados? ¿Qué mal es no haber pecado? (...) Dice también Celso: "Qué preferencia es ésa por los pecadores?"

Orígenes, Contra Celso, V,65:
Seguidamente [Celso] dice: "Ea, pues, aunque ningún origen pueden presentar de su doctrina, vamos a examinar en sí mismo lo que dicen. Y hay que hablar en primer lugar de lo que en su ignorancia han malentendido y corrompen, discutiendo con arrogancia, desde el principio mismo, y sin moderación, sobre cosas que ignoran. He aquí ejemplos". Y, a renglón seguido, opone sentencias de filósofos a palabras que los creyentes en la doctrina cristiana traen constantemente en su boca. Su tesis es que cuanto de bueno cree decirse entre los cristianos está mejor y más claramente dicho por los filósofos, con lo que pretende atraer a la filosofía a quienes se han dejado convencer por doctrinas cuya belleza y piedad salta a los ojos.

Orígenes, Contra Celso, VI,11:
Después de esto dice Celso, refiérese a los cristianos: "Si algunos proclaman a éste y otros a otro, y todos tienen a mano como un santo y seña: Cree, si quieres salvarte, o márchate, ¿qué harán los que de veras quieren salvarse? ¿Tendrán que tirar dados al aire para adivinar a dónde hayan de volverse y a quién adherirse?"

Orígenes, Contra Celso, IV,23:
Luego, burlándose, según costumbre, de la casta de judíos y cristianos, los compara a todos a un grupo de murciélagos, o a hormigas que salen de su nido, o a ranas que celebran sus sesiones al borde de una charca, o a gusanos que allá en un rincón de un barrizal tienen sus juntas y se ponen a discutir quiénes de ellos son más pecadores y discursean así: "A nosotros Dios nos revela y anuncia todo de antemano, y, abandonando el cosmos y el curso del cielo y despreciando la tierra inmensa, con nosotros sólos conversa, y a nosotros solos manda sus heraldos, y nunca deja de mandarlos y buscar modos como gocemos eternamente de su convivencia Y en su ficción nos compara a gusanos que dijeran: "Existe Dios, y después de Él venimos nosotros, que fuimos hechos por Él semejantes en todo a Dios. Todo nos está sometido: la tierra, el agua, el aire, las estrellas; todo se hizo por causa nuestra y todo está ordenado a nuestro servicio". Y los gusanos que se inventa Celso, es decir, nosotros, decimos: "Ahora, como sea cierto que hay entre nosotros quienes pecan, vendrá Dios mismo, o enviará a su Hijo, a fin de abrasar a los inicuos y de que [nosotros, las restantes ranas] tengamos los demás vida eterna con El". Y termina Celso su sarta de improperios: "Más tolerable sería todo esto entre gusanos y ranas que no lo que entre sí discuten judíos y cristianos" (cf. IV,30).

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