La memoria artificial en «La Cena Secreta»
La memoria artificial en «La Cena Secreta»
En esta ocasión se pretende analizar la presencia del arte de la memoria en la
novela de Javier Sierra, que lleva por título La Cena Secreta, publicada por Plaza y
Janés en el 2004, y que al día de hoy ha alcanzado la décimo octava edición.
La acción se ambienta en la convulsa
Italia de los últimos años del siglo XV.
El protagonista es un fraile dominico destinado en las oficinas del Santo
Oficio, cuya labor es descifrar códigos
para la detección de posibles herejías.
Éste acude a Milán, pues le llegan sospechas de que en la corte de Ludovico
el Moro se están produciendo hechos
extraños y no del todo ortodoxos, más
concretamente, en el Monasterio milanés de Santa María delle Grazie, casa de
los dominicos de Milán, en la que precisamente se hospedará el protagonista.
Es de sobra conocido el hecho de
que la Orden de Santo Domingo, por
ser una orden de predicadores, se dedicó con especial interés al estudio de
esta disciplina, tan útil a la hora de reproducir sus sermones. El autor de la novela
aprovecha esta circunstancia para introducir nexos de relevancia entre el Cenacolo
Vinciano o Última Cena de Leonardo Da Vinci y el ejercicio de la mnemotecnia
en el Monasterio de Santa María delle Grazie, en cuyo refectorio se encuentra la
enigmática obra del pintor Florentino.
La primera referencia a la memoria artificial surge bien avanzada la narración,
en la escena en que el abad del monasterio explica al protagonista de la novela,
completo desconocedor del arte de la memoria, en qué consiste esta arte que ejercitan sus frailes con el fin de poder codificar contenidos en imágenes y para ello,
el abad se sirve de la conocida imagen en la que aparece personificada la ciencia
de la gramática (Fig. 1).
Comienza hablando de los referentes clásicos, y cita el De Oratore de Cicerón y
la Rhetorica ad Herennium. El abad le revela que lleva unos treinta o cuarenta años
dedicado al estudio del ars memoriae, de modo que coincide, más o menos, con los
años de las primeras publicaciones de textos relacionados con el arte de la memoria,
como el apéndice que aparece en los Oratoriae artis epitomata de Publicio. Resulta
curioso que pese a tratarse ya de los años finales del siglo XV, no haga mención a
la obra de Quintiliano, pues después de que Poggio Bracciolini hallara dos valiosos
códices de su obra a comienzos de ese mismo siglo, las teorías del de Calahorra se
2 Resulta una novela difícil de clasificar, en primer lugar por la variedad de sus temas, pues abarca
una trama policiaca en pleno siglo XV, al tiempo que tiene una muy acertada ambientación histórica y
realiza un acercamiento a la obra y vida del pintor florentino Leonardo Da Vinci. Algunos especialistas
en novela histórica, como el Dr. Carlos Mata Induráin prefieren usar para este tipo de novelas la terminología: novela de ambientación histórica, novela pseudohistórica o incluso novela «del código».
Un episodio de Artificiosa Memoria… 579
difundieron con gran rapidez y fueron
bien acogidas entre los estudiosos del
Renacimiento.
A continuación se hace referencia al
concepto de lugar mnemotécnico, llamándolo «palacios de la memoria», al
tiempo que se alude al tópico de memoria como tesoro del conocimiento.
Inmediatamente después, pasa a resumir
el mecanismo de la memoria artificial.
Para ello el personaje utiliza únicamente
el concepto de lugar, y a éste le atribuye
las funciones propias de un lugar mnemotécnico y las de una imagen de la
memoria. De modo que no hace alusión
al sistema per locos et imagines en que se
fundamenta la memoria artificial3
.
En esta presentación de la memoria
artificial se menciona también que estas
imágenes esconden «abecedarios secretos», que no es otra cosa que los conocidos alfabetos visuales que plagaban
las artes de memoria del Renacimiento
(Figs. 2 y 3).
A continuación pasa a explicar el
ejemplo de imagen mnemotécnica al
que se aludía anteriormente, es decir,
la representación de una de las artes
liberales, la gramática. Probablemente
se produce esta elección porque es
uno de los pocos ejemplos de imagen
que tenemos y además, por tratarse de
una imagen que popularizó F. Yates en
su conocido libro El arte de la memoria,
que, con casi total seguridad, es la fuente de información que maneja el novelista. Ciertamente la Antigüedad nos ha legado un reducido número de imágenes
modelo que pudieran ilustrar y ayudar a comprender pasajes que a veces resultan
bastante oscuros. Ya desde la Rhetorica ad Herennium se justificaba este déficit de
imágenes argumentando que al igual que para enseñar a componer un proemio se
dan unas pautas y se deja al alumno que con su ingenio componga uno, para enseñar a crear imágenes, se dan las pautas correspondientes y se deja al alumno que
3 Este sistema aparece descrito con todo detalle en el capítulo Retórica y Memoria Artificial: de la
Antigüedad al Renacimiento, aportado por el Dr. Luis Merino Jerez a una publicación análoga anterior:
Antonio Bernant Vistarini-John T. Cull (eds.), Los Días del Alción, Emblemas, Literatura y Arte del Siglo
de Oro.
Fig. 2. Alfabeto visual de aves, Johannes
Romberch, Congestorium…, Venetiis, 1533
Fig. 3. Alfabeto visual de objetos, Johannes
Romberch, Congestorium…, Venetiis, 1533
580 Juan José Morcillo Romero
interiormente cree sus propias imágenes. Algo entendible, pues la imagen mnemotécnica, para ser efectiva, ha de tener una fuerte impronta personal. Pasemos a ver
la descripción que hace el abad dicha imagen.
El primer aspecto que señala es la presencia de los tres elementos sobre los
que se fundamenta la Gramática según teorías medievales: praedicatio, applicatio y
continentia. La Praedicatio está señalada por el pájaro que tiene en la mano derecha,
una pica o urraca, cuyo nombre latino empieza por la P de praedicatio. El siguiente
atributo, applicatio, está representado por un Aquila, el águila que se apoya en el
antebrazo, justo por encima del ave anterior. El tercer elemento, continentia, se representa en el pecho de la imagen, en el que aparecen escritas mediante símbolos
las letras: conti4
.
La explicación es bastante superficial y coincide exactamente con los datos
que ofrece Yates en un pasaje del libro mencionado5
. Se obvian buena parte de los
componentes de dicha imagen.
Nuestro análisis de esta curiosa representación de la gramática debe comenzar
por una pequeña apreciación cronológica, la novela se ubica en la última parte
del siglo XV y la primera aparición de esta imagen se produce en la edición
Veneciana del Congestorium Artificiosae Memoriae de Johannes Romberch de 1520.
Ciertamente, lo que la novela transmite es correcto, pues probablemente está tomado de la obra de una gran especialista como Yates, aunque tanto ésta como el
personaje de la novela ofrecen un análisis bastante incompleto. En cualquier se
caso, se trata de un anacronismo, debido a que la primera aparición de esta imagen
es posterior a la época en la que se ambienta la novela.
Entrando en materia, hay que apuntar en primer lugar que esta propuesta de
Romberch es un modelo de imagen personificada que, como él mismo afirma,
puede aplicarse a las demás artes liberales:
Haec nomina actus habitus simplex compositum parciale totaleque suis imagninibus
in hominis alicuius grammaticam, logicam, rhetoricam, arithmeticam, geometriam, astronomiam aut quidlibet alteram6
.
Junto a la mujer que representa la gramática7
, aparecen, flanqueándola dos palabras: Negatio en la parte derecha y Affirmatio en la izquierda. Por lo tanto la parte
derecha del cuerpo presentará los elementos que están negados; mientras que en
la parte izquierda del cuerpo, aparecerán los conceptos que deban estar afirmados.
En la parte derecha aparece, en primer lugar, la pica8 que se mencionaba más
arriba, en representación del término praedicatione, pero además esta urraca tiene
otros dos signos: en la boca tiene el símbolo equivalente a la N del alfabeto visual
de objetos de Romberch, que representa la palabra nominis; y colgando de la misma
mano que sujeta el cuello del ave, el símbolo de la R, que representa a la palabra rei.
9
El segundo elemento es un águila que se sitúa en el antebrazo. La A del águila
4 Sierra, 2004, pp. 119-129. 5
Yates, 1966, pp. 146-148.
6 Romberch, Congestorium artificiosae memoriae, capítulo tercero, tratado cuarto. 7Ver Fig. 1. 8Ver Fig. 2. 9Ver Fig. 3.
Un episodio de Artificiosa Memoria… 581
está representando al término applicatione10. Esta rapaz aparece con las alas abiertas y
muestra en la parte interna de estas varios signos: por una parte el símbolo de la N,
que hace alusión de nuevo al término nominis; por otra, aparece una N mayúscula seguida del símbolo de la S, que está haciendo alusión a la expresión nominis subiecti11.
El tercer elemento aparece en el hombro derecho, extendiéndose hacia el pecho. En este caso se indican las cinco primeras letras de la palabra mediante el
alfabeto visual de objetos12, y así, se puede leer CONTI, esto es, la primera parte
del término continentia. Estos son los tres signos que aparecen bajo el dominio de la
palabra Negatio. Mediante la negación de estos conceptos se pretende expresar que
la Gramática no es una ciencia común sino especial:
% por el predicado del nombre y del contenido;
% por la aplicación del nombre y del nombre del sujeto a otras ciencias;
% por su contenido.
En la parte izquierda, justo debajo de la palabra affirmatio aparece el primer
signo, una especie de banderola que presenta con claridad la forma de una P, de
nuevo representando al término praedicatione (Fig. 4).
En la parte superior de esta letra gigante se pueden leer tres letras: N R S, que
están haciendo alusión a los términos nomine y re subiecti. El siguiente signo es una
escalera, también tomada de un alfabeto visual del Congestorium de Romberch, que
representa la letra A de applicatione (Fig. 5).
A simple vista tiene dos atributos más, el dibujo de un pequeño pájaro y unas
tenazas. Esta ave, según el alfabeto visual de Romberch, se identifica con un reyezuelo o abadejo, regulus en latín, y está indicando la letra R de rei13. Las tenazas están
10 Resulta curioso y quizá pueda ser un indicio de que la imagen no está creada por el mismo
Romberch el hecho de que para representar la letra A, en lugar de utilizar el ave correspondiente en su
alfabeto visual de aves que sería el Anser (Fig. 2) utiliza el águila. 11Ver Fig. 3. 12Ver Fig. 3. 13Ver Fig. 2.
Fig. 4. Alfabeto visual: Letra P, Johannes
Romberch, Congestorium…, Venetiis, 1533
Fig. 5. Alfabeto visual: Letra A, Johannes
Romberch, Congestorium…, Venetiis, 1533
582 Juan José Morcillo Romero
representando también, según otro de
sus alfabetos visuales, la R de rei (Fig. 6).
Si sólo apareciesen esos símbolos,
estaríamos ante la repetición de un
mismo concepto mediante dos objetos
distintos, pero hay algo más en la escalera que está completando el concepto
del segundo rei: el pie que está apoyado en el primer peldaño14. Al fin y al
cabo, este pie está elevado en relación
al otro, lo cual se expresa en latín con
el participio del verbo subjicio, que sería subjiectus, término que nos lleva al
concepto de subiecte. Así, del símbolo
de las tenazas con el pie apoyado en la
escalera obtendríamos el concepto rei
subiecte. Por lo tanto los conceptos que aparecen afirmados, están indicando que la
Gramática es una ciencia común y no especial:
% por el predicado en el nombre y en el contenido del sujeto.
% por la aplicación del contenido y del contenido en el sujeto.
Estos serían los conceptos, puramente formales, que describen a la gramática
como ciencia y arte liberal, y los hemos reunido en un cuadro del tipo:
Grammatica
communis
non est
praedicatione nominis
rei
applicatione nominis
nominis subiecti
continentia
est
praedicatione nomine
re subiecti
applicatione rei
rei subiecte
Como se puede apreciar, es una imagen con una relativa complejidad, pero que
está bastante bien estructurada y gracias a ello consigue introducir una serie de
conceptos que son bastante complejos a su vez. Esta definición de la gramática
como ciencia tiene su origen en la filosofía nominalista de la Edad Media, que
cultivaron pensadores como Duns Scoto o Guillermo de Ockham. Quizá, el
hecho de que se tratara de una definición tan compleja fue el motivo que llevó
a Romberch a la composición de esta imagen, que se esquematiza en la obra del
dominico alemán mediante el siguiente esquema (Fig. 7):
14Ver Fig. 1.
Fig. 6. Alfabeto visual: Letra R, Johannes
Romberch, Congestorium…, Venetiis, 1533
Un episodio de Artificiosa Memoria… 583
Este esquema tomado del impreso de Romberch de 1533 es el que se ha
intentado exponer de una forma más clara en el anterior cuadro15.
Esta primera aparición del arte de la memoria en la novela es la más extensa,
quizá, porque sirve de introducción al lector a una disciplina de la que puede no
haber tenido noticia con anterioridad. A partir de este episodio, la memoria artificial se convierte en el hilo conductor que llega hasta el mismo desenlace de la
obra, en el que se plantea que el misterio del Cenacolo de Leonardo está encriptado
mediante un alfabeto visual. Como es natural, la complejidad de la interpretación
de una obra de tales características queda fuera del alcance de los que no pertenecemos al gremio de los Historiadores del Arte, por lo que en ningún momento
se pretende examinar aquí la lectura de la obra del pintor florentino. Ahora bien,
siguiendo la tesis que se plantea en la novela, estaríamos ante una obra que esconde un mensaje codificado mediante una modalidad de alfabeto visual que se
nos antoja un poco peregrina. La trama propone que cada uno de los apóstoles, si
se siguen las lecturas de Santiago de la Vorágine, tiene una cualidad determinada:
Mirabilis (Bartolomé), Venustus (Santiago el Menor), Temperator (Andrés), Nefandus
(Judas Iscariote), Exosus (Pedro), Mysticus (Juan), Alfa origen de todo (Jesús), Litator
(Tomás), Oboediens (Santiago el Mayor), Sapiens (Felipe), Navus (Mateo), Occultator
(Judas Tadeo) y Confector (Simón). A partir de la primera letra de cada cualidad se
obtiene una palabra, clave en el desenlace de la novela. Es una aplicación del mecanismo de los alfabetos visuales para introducir un mensaje en una imagen, en este
caso una pintura. El problema es que para la lectura de este mensaje, es necesario
conocer una obra determinada, el libro de Santiago de la Vorágine, mientras que
los alfabetos visuales utilizados en las artes de memoria ofrecen la letra mediante
imágenes de objetos o animales más o menos cotidianos.
15 La interpretación de esta definición de la gramática se hace bastante compleja, y tan sólo gracias
a la inestimable aportación del Dr. Eustaquio Sánchez Salor se ha conseguido esclarecer en estas líneas
a rasgos generales el significado de tal definición de la gramática como ciencia.
Fig. 7. Esquema representativo del contenido de la imagen de la gramática,
Johannes Romberch, Congestorium Artificiosae Memoriae, Venetiis, 1533
584 Juan José Morcillo Romero
En cualquier caso, resulta curiosa la aparición del arte de la memoria con una
impronta tan marcada en una novela de gran difusión, que llegó a ser un best seller
en 2004, el año de su publicación. El tratamiento del tema, pese a no ser del todo
riguroso, presenta notables aciertos, gracias seguramente al apoyo de alguna obra
de referencia que el novelista no cita aunque se puede deducir. Este hecho es
llamativo, porque, aunque las notas al pie no sean un recurso muy utilizado en la
narrativa de la novela, hay casos en los que el autor no tiene reparos en utilizar este
tipo de notas para citar algunas de sus obras anteriores. En definitiva, esta novela
supone un excelente escaparate para que el Arte de la Memoria se dé a conocer
en un momento en el que es una disciplina que tan sólo es estudiada por quienes
fijan su interés en el Mundo Clásico y, sobre todo, en el Humanismo renacentista.
Bibliografía
Bernant Vistarini, A. y Cull, J. T., Los Días
del Alción: Emblemas, Literatura y Arte en
el Siglo de Oro, Barcelona, Medio Maravedí, 2002.
Merino Jerez, L., Retórica y Artes de Memoria en el Humanismo Renacentista: Jorge de
Trebisonda, Pedro de Rávena y Francisco
Sánchez de las Brozas, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2007.
Sierra, J., La Cena Secreta, Barcelona, Debolsillo, 2006.
Velázquez de Azevedo, J., Fénix de Minerva o
Arte de Memoria, Estudio introductorio
Fernando Rodríguez de la Flor, Valencia, Tératos, 2002.
Yates, A. F., El arte de la me
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