cartas, miniaturas, tableros: imágenes, estatuas mágicas, diagramas gnósticos
Sistema de juego
Como ya hemos dicho, a pesar de las múltiples posibilidades del juego, con Batalla por el paso de la calavera es muy sencillo aprender a jugar.
Las batallas se deciden a seis turnos en los que se alternan las acciones de los jugadores. El objetivo es acabar con el ejército rival o, al menos, inclinar la balanza a favor de nuestro propio bando. Para ello se siguen unas secuencias o fases cada turno.
En la primera fase, de movimiento, se desplazan las miniaturas por el escenario. En la segunda, de magia, se lanzan los sortilegios según se detalla en el correspondiente capítulo. En la tercera, de proyectiles, se resuelven los disparos que hagan los batallones correspondientes. En la cuarta, de combate, ambos jugadores –sea o no su turno- resuelven las refriegas en las que toman parte.
Básicamente, todo se resuelve según unas tablas de dificultad en las que se comparan características o por tiradas de dados sobre habilidades. Todo el sistema gira en torno a los dados de seis, y es especialmente ingenioso el sistema de tiradas, que permite resolver rápidamente cualquier situación por elevado que sea el número de dados a lanzar.
Ingenioso es también el sistema de hechizos, que da una sensación de enfrentamiento entre magos, casi de duelos, muy interesante. Además, ya en el nivel básico se incluyen medio centenar de hechizos, lo que da mucho colorido a las partidas.
Los cañones, en la misma línea que los magos, aumentan la flexibilidad e imprevisibilidad de los enfrentamientos. Junto con estos elementos, las reglas de psicología y persecuciones hacen que las batallas no sean simples intercambios de golpes sino situaciones trepidantes en las que la tortilla puede darse la vuelta rápidamente. Gracias a ello, el Warhammer es un auténtico juego de estrategia.
Como ya hemos dicho, a pesar de las múltiples posibilidades del juego, con Batalla por el paso de la calavera es muy sencillo aprender a jugar.
Las batallas se deciden a seis turnos en los que se alternan las acciones de los jugadores. El objetivo es acabar con el ejército rival o, al menos, inclinar la balanza a favor de nuestro propio bando. Para ello se siguen unas secuencias o fases cada turno.
Básicamente, todo se resuelve según unas tablas de dificultad en las que se comparan características o por tiradas de dados sobre habilidades. Todo el sistema gira en torno a los dados de seis, y es especialmente ingenioso el sistema de tiradas, que permite resolver rápidamente cualquier situación por elevado que sea el número de dados a lanzar.
Ingenioso es también el sistema de hechizos, que da una sensación de enfrentamiento entre magos, casi de duelos, muy interesante. Además, ya en el nivel básico se incluyen medio centenar de hechizos, lo que da mucho colorido a las partidas.
Los cañones, en la misma línea que los magos, aumentan la flexibilidad e imprevisibilidad de los enfrentamientos. Junto con estos elementos, las reglas de psicología y persecuciones hacen que las batallas no sean simples intercambios de golpes sino situaciones trepidantes en las que la tortilla puede darse la vuelta rápidamente. Gracias a ello, el Warhammer es un auténtico juego de estrategia.
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