Si los contribuyentes del mundo no quieren pagar con sus impuestos los costos de mantener a flote el sistema financiero, pueden ser cohercionados a hacerlo por los bancos centrales a través de la mayor inflación que implica inundar de liquidez el sistema hasta que mecánicamente comience a responder. Aún si esto no funciona se puede luego apelar a medidas menos ortodoxas para lograr que el crédito fluya entre los bancos y a la economía real.
De manera que la crisis se va a solucionar pero con grandes costos en crecimiento futuro. En la experiencia habremos sacado dos conclusiones importantes: que las reglas de decisión simples en que se basa el sistema político no siempre son adecuadas y que necesitamos crear instituciones que permitan coordinar las políticas económicas a nivel global.
Matías Braun
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