DIFERENCIAS ENTRE EL LLAMADO MISTICISMO ORIENTAL Y LA MISTICA CRISTIANA
Se ha tratado de equiparar muchas veces la “Oración de
Contemplación” cristiana con la práctica de la llamada “meditación” del
Hinduísmo y del Budismo, y también con la “meditación” de la mal llamada
"metafísica" muy difundida en Venezuela y en otras partes de América.
Y al hacer esta equivalencia, no se distinguen ni los medios que se emplean, ni
los fines que se persiguen en cada una, los cuales -si se observan bien- son
totalmente opuestos.
Veamos cómo se diferencian estas dos modalidades.
1. MISTICA CRISTIANA
La Mística Cristiana se refiere principalmente a dos formas
de oración mental, es decir, no vocal, las cuales son:
a. Meditación Cristiana: en este tipo de oración se
contempla mentalmente un pasaje de la Escritura o una verdad de nuestra fe,
para tratar de ver qué me dice Dios a través de ese pasaje o de esa verdad, y
para tratar de descubrir Su Voluntad para mí.
b. Oración Contemplativa: en este tipo de oración el alma no
razona acerca de Dios, sino que se queda a solas con Dios en silencio. Se entra
en una comunión de amor con el Dios Uno y Trino, la Santísima Trinidad: Dios
Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Y es una comunión que no puede lograrse
a base de técnicas, ni puede lograrse con esfuerzo ni a voluntad, pues la
Contemplación es un don de Dios y, como todo don de Dios, es dado por El a
quién quiere, cómo quiere y cuándo quiere. Eso sí: hay que desearla y buscarla,
sabiendo que el recibirla depende sólo de Dios.
El objetivo de la Oración de Contemplación cristiana es, en
esencia, la unión del alma con Dios, es decir, con Aquél que es objeto de su
amor. Es una unión mística, en la cual hay una clara distinción entre el
Creador y Su creatura, y que puede llevar a estados sublimes de unión con Dios,
descritos como arrobamientos, éxtasis, etc., los cuales no son ni esenciales,
ni condición necesaria para llegar a esa unión. Y esta unión procede sólo de
Dios y no proviene de logros personales ni de técnicas aplicadas a ese fin.
En la oración cristiana: sea vocal, de meditación o de
contemplación, el orante busca a Dios para rogarle o para adorarle, para
conocer Su Voluntad o para dejar que El vaya moldeándolo de acuerdo a Su
Voluntad, para manifestarle su amor y para dejarse amar por El ...
Como vemos, en la oración cristiana el orante busca a Dios y
lo deja actuar en su alma, la cual es transformada por Dios mismo a través de
Su Gracia (Gracia Divina).
2. MISTICISMO ORIENTAL
Las prácticas venidas del Misticismo Pagano Oriental o de la
“metafísica” son experiencias “místicas” provocadas, que engañosamente se
consideran estados de unión con Dios.
Las formas de meditación no-cristiana son prácticas de
concentración profunda y no de oración. En la meditación no-cristiana la
persona busca en las profundidades del propio yo llegar a un vacío interior y a
sentirse “divinizado”.
En esa llamada “meditación” oriental o “metafísica”, el
meditante se busca a sí mismo, para lograr por sus propios medios una supuesta
fusión en el dios del que se cree parte.
Así, la “meditación” pagana (oriental o de la metafísica)
nada tiene que ver con la Meditación Cristiana. En aquélla la persona que
“medita” busca llegar mediante técnicas especiales que causan alteración en el
estado de conciencia, al desarrollo de poderes mentales y a ciertas
experiencias que erróneamente se consideran estados de unión con Dios.
Estas experiencias pseudo-espirituales provocadas, en que la
persona se siente “divinizada” o “poderosa”, son muy distintas a las
experiencias de oración cristiana, sea en la forma de Meditación o de
Contemplación.
Objetivo importante de la llamada “meditación” oriental o
metafísica es el logro de paz, alegría y felicidad.
Pero es necesario hacer notar que en esos trances inducidos
en los que se busca alterar el estado de conciencia al usar técnicas y métodos
especiales, se logra, por ejemplo, un aquietamiento o adormecimiento del
cuerpo, de la mente y de los sentidos, al que llaman paz, pero que no debe
confundirse con la Verdadera Paz.
La paz se produce como una consecuencia de aceptar la
Voluntad de Dios. Es claro que la Paz Verdadera no puede “provocarse”, no puede
venir de técnicas, sino de dentro de nosotros mismos. La paz es fruto del amor
y de la confianza en la Voluntad de Dios para nuestra vida, de abandonarnos a
El y en El, que es nuestro Creador, nuestro Dueño, nuestro Padre.
A veces se logra una euforia, a través de ciertas
ejercitaciones, que se confunde con la alegría.
Tampoco la histeria, producida de igual manera puede
considerarse felicidad. Estas manifestaciones de euforia e histeria son
generalmente una reacción del organismo por la intoxicación que producen
algunas técnicas, como la hiperventilación.
Pero, la verdadera felicidad sólo se encuentra en Dios, que
es el único Ser que puede colmar nuestros anhelos, y se manifiesta en el gozo
de quien ama a Dios; es decir quien se entrega a El y a Sus designios.
CONCLUSION DE ESTA COMPARACION
La diferencia parece ser muy sutil, pero es muy profunda.
Ese estado de conciencia en el que quien medita trata de
llegar a la divinización de sí mismo, es muy distinto al abandono de sí que
hace el cristiano en la oración contemplativa, en la cual el alma se abre y se
entrega a Dios que habita en el interior del hombre -somos "templos vivos
del Espíritu Santo" (1a.Cor.3, 16) -si nos encontramos en estado de
gracia. También es diferente de la llamada meditación cristiana que ya hemos
descrito.
Las experiencias místicas provocadas a través de la
meditación pagana oriental o de la “metafísica” nada tienen que ver con el
estado de unión con el Dios Uno y Trino: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu
Santo de la Contemplación Cristiana, en la cual el Dios Vivo y Verdadero va
haciendo en el alma del orante su trabajo de alfarero para ir moldeándola según
Su Voluntad (cfr. Jer.18, 1-6).
Realmente ¿a qué nos llevan los métodos de “meditación”
pagana. A centrarlo todo en el “yo”. ¿Qué nos dice la mal llamada “metafísica”?
Tu mente es “dios”, tú puedes lograr todo lo que quieras, basta que lo desees,
con tu mente lo puedes todo.
¿Por qué pueden hacer daño estas formas de meditación?
Porque la persona se concentra en su “yo”, en sí mismo y se vuelve muy egocéntrica
(centrada en sí misma).
¿Qué diferencia hay entre las formas de oración cristianas y
las formas de meditación paganas?
En que la pagana me centra en mi yo y el éxito depende de la
técnica y de cómo la aplico. En cambio la oración cristiana me abre a un “Tú”,
me descentra de mi “yo” y me centra en Dios nuestro Señor, y a la vez me abre
al Amor para poder yo amar con ese Amor, que es el Amor de Dios. ¿Nota cómo son
totalmente opuestas las dos cosas?
En la llamada “meditación” oriental o “metafísica”, el
meditante se busca a sí mismo, para lograr por sus propios medios la fusión en
el dios del que se cree parte. Es decir: el resultado depende de aplicar bien
los métodos y las actividades que se proponen.
(ver Budismo y demonios).
En la oración cristiana el orante busca a Dios y lo deja
actuar en su alma, la cual es transformada por la Gracia Divina. Es decir: Dios
es quien hace; la persona se deja hacer. Pero no hay irresponsabilidad aquí,
sino una gran dosis de entrega y abandono en Dios, sabiendo que Dios es el que
hace en nosotros.
La transformación total en Dios de que habla San Juan de la
Cruz no se da por "fusión” con la divinidad, sino por "posesión”: el
alma se entrega totalmente a Dios que la posee, tomando la dirección de toda su
vida e inspirándola en cada uno de sus actos, y la criatura posee a su Dios,
que mora en ella y que la vivifica, la mueve y la gobierna.
Por eso San Pablo describe esta etapa así: "Ya no soy
yo quien vivo, sino es Cristo quien vive en mí" (Gal. 2, 20).
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