domingo, 6 de abril de 2008

En nuestra tradición, el arte de la memoria fue creado por Simónides de Ceos; poeta s.VI a.C. Formando desde entonces parte de la formación de los hombre libres y cultos del mundo griego y romano. Como nos muestra Frances A. Yates en su libro: El arte de la 8478448764.jpgmemoria (Taurus: 1974, Siruela: 2005) la filosofí­a manejaba los conceptos, y la mnemotecnia utilizaba las imágenes mentales -y las emociones que evocaban- para potenciar la memoria, facilitar la inteligencia y el desarrollo de la personalidad.
La Escolást¡ca resguardó este saber como parte de la virtud de la prudencia, pero fue en el renacimiento cuando re-aparece con brío como un capítulo de la magia. En el Renacimiento con el hermetismo, el neoplatonismo y el lulismo será reelaborado y desarrollado, como muestra Yates, en el arte de Ramón Llull, el Teatro de la Memoria de Giulio Camillo, los sistemas de Giordano Bruno y las relaciones de la mnemónica con las otras artes; con las bellas: con la pintura y con la arquitectura.
Si bien en la edad media la mnemotecnia formaba 8434487039.jpgparte de la retórica y de su enseñanza, en el renacimiento desembocó, de nuevo, un viejo brío ocultista de la tradición hermética. De aquello, la obra, vida y figura de Giordano Bruno -torturado y asesinado por las autoridades eclesiásticas católicas- representa el mejor exponente (cfr. F.A. Yates: Giordano Bruno y la Tradición Hermética).
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En el renacimiento -por no mucho tiempo- hasta la llamada revolución científica de nuestra tradición gnoseológica occidental, coincidirán la mnemotecnia y la ciencia, ambas con una tercera que las englobaba: LA MAGIA.

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