domingo, 6 de abril de 2008


ICANN es una entidad polémica. Y creo que es polémica por su actuación propiamente tal, y a la vez, por los roles que le corresponde cumplir. Por un lado debe ejercer un trabajo eminentemente técnico, referido a la administración de nombres de dominio que se usan para identificar y relacionar computadores en Internet; y debe ejercer un trabajo a la vez político, referido a la definición y ejecución de políticas de ampliación de las extensiones genéricas de los nombres de dominio (por ejemplo: .cl, .org, .net, entre otros). En ambos casos es criticable y cuestionable su comportamiento institucional, ya que mientras efectivamente existen fallas técnicas en la organización de los nombres de dominios, hay también extraños criterios de manejo político. En relación a esto último, las políticas se explican por la clara relación que ICANN tiene con el Departamento de Comercio de los Estados Unidos, lo que ha implicado que, en términos generales, impere una lógica: la lógica de la escasez y no la de la abundancia, como debería primar en toda tecnología digital de información.
Con todo, hay quienes la visualizan como la gran entidad del control de Internet y del manejo del poder... y por tanto tremendamente peligrosa.

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