10 horas en el Paraíso: un trip report de mescalina
No abundan los trip reports en castellano, y tampoco existen webs que se ocupen de recopilarlos, como hace Erowid en el ámbito anglosajón. Cuando uno se encuentra con un relato de un nivel por encima de la media, como es este de Gancho encontrado en el cannabis café, no puede por menos que sacarlo de las profundidades del foro, donde podria perderse con el paso del tiempo. Por supuesto que los psicodélicos tienen dos caras que, a menudo, se manifiestan en un mismo viaje. Por si alguien quiere contrastar esta experiencia extática y decididamente positiva con otra no tan agradable, puede visitar el weblog de Porku y leer otro excelente informe radicalmente opuesto a este."El reloj marcaba las 2:00 pm. Hacía casi ya dos horas desde que mi compañero de viajes y yo ingerimos 25 gramos de polvo de Trichocereus Peruvianus con zumo de naranja. Estábamos inquietos. Tenía una extraña sensación, como si una microscópica palanca se hubiera activado en mi cerebro. No pasaba nada, pero tenía la absoluta certeza de que algo grande se estaba cociendo y no tardaría en desvelarse.
De pronto, todo comenzó. La temperatura corporal había subido. En un instante, las paredes, los pósters de Bob Marley de la habitación, las fotografías de viajes a lugares lejanos, todo, absolutamente todo, comenzó a respirar. Era como si una invisible brisa estuviera acariciando los objetos. Pequeñas olas comenzaban a crecer, susurrando explosiones de color a cada objeto que mantenía la mirada. Cerré los ojos por un momento, esperando ver bellos caleidoscopios o quizás un bombardeo emocional de imágenes aleatorias, pero nunca pensé que llegaría a presenciar semejante belleza. Un bosque de hayas, el trasluz del sol que apenas deja llegar unos pocos rayos al suelo. Puedo notar el manto suave de hojas bajo mis pies aderezado con un dulce rocío. No sólo estoy viajando por un lugar tan nítido y real como la realidad convencional, sino que estoy sintiendo de una forma real, ultrarreal. Podemos recordar la sensación de la espuma de las olas, efervesciendo en nuestros pies a la orilla del mar, pero la pregunta es, ¿podemos revivirla? La respuesta es sí. Sentir no sólo el placer que nos produce esa sensación, sino cada célula de nuestro cuerpo gozando orgásmicamente de la envoltura de esa espuma, que nos produce una descarga de absoluto éxtasis de placer indefinido. Lo único que puedo hacer es llorar de emoción, sentirme la persona mas afortunada del mundo durante ese instante, ¿o fue una eternidad?
Miro el reloj. Han pasado cuatro horas ya desde el comienzo de los efectos. La mescalina tiene una cualidad peculiar respecto a otras sustancias, como los hongos o la LSD. Comienza a subir a las dos horas. Uno va inexorablemente subiendo de nivel de una forma sutil y estableciéndose durante unos minutos, luego continúa subiendo de escalón durante unas 5 horas, sin hostiazos, sin olas que te llevan y te traen a la realidad ordinaria. Una subida sutil y progresiva, como si de un globo aerostático se tratase. Pero ojo, a veces hay turbulencias. La percepción temporal se ha disuelto en un mar de imaginería: arcos de medio punto, patios con naranjos y vendedores de especias siguen su curso vital en una época indefinible, pero definitivamente anterior a la actual. Esta vez podría ser una abeja, o un pajarito, ya que puedo ver desde arriba las callejuelas árabes de esa remota España del Al-Andalus y a una velocidad pasmosa que no incide sobre la definición. El detalle más nimio concede a este lugar un carácter ultrarreal.
Miro a mi alrededor. El póster de Bob Marley es de photomosaic, de ésos hechos a base de miles de portadas de disco en pequeño. Bien, veo a Bob Marley totalmente salido de la pared. Tridimensión trimetoxifeniletilamínica, como los dibujos del "Ojo Mágico", pero en Cinemascope. Bob Marley se mueve. De repente, es un león. No tengo que hacer el menor esfuerzo por verlo. Retiro la mirada, vuelvo a mirar. Sí, definitivamente es un gran león fumándose un porro y mirándome a los ojos con serenidad y alteza.
La memoria inmediata se me ha reducido a polvo. Voy a la cocina, cojo chocolate ¿Qué hago aquí?, ¿De quién es esta casa? "Olvídalo. Estás a tope de mescalina. Cómete el chocolate", me dice una pequeña voz. Una explosión de sabor se adueña de mi paladar; un dulzor que me hace despertar y volver al cuarto.
Mi colega está tumbado en el suelo, sonriendo de placer mientras saborea cada nota de la maravillosa canción "Golden Brown", de los Stranglers. He de decir que no he probado ninguna sustancia que supere a la mescalina en cuanto a percepción auditiva. La música condiciona mucho el viaje, ya que mi imaginería se construye en cimientos de pentagramas, algo que no deja de asombrarme.
Han pasado ya nueve horas desde que comenzó a subir. Estamos más tranquilos, con una paz agradecida tras la catarsis sensorial y la continua euforia. Estoy un poco rojo y acalorado. La cabeza comienza a dolerme un poco, aunque desconozco si se trata del San Pedro o de la infinidad de canutos que han acolchado el viaje. Comienzo a mirar las fotos del cuarto. Hay una foto en particular, no puedo creer lo que veo, es una foto del paseo por el parque del Oeste que lleva de Moncloa a Ciudad Universitaria. La foto esta en blanco y negro, y sin embargo colores primarios comienzan a colorearla, suavizarla y transformarla definitivamente en una belleza impresionista digna de Van Gogh. La profundidad de la foto es abismal, idéntica a una ventana que te concediera una mirada a un tiempo y un espacio desconocidos, pero a la vez familiar. Sin duda es maravilloso observar todo. Todo adquiere una nueva significación que le dota de gran importancia. Se manifiesta la esencia de cada cosa, desde un lápiz a un sonido de bajo de los Led Zeppelin.
Tomo como referencia el póster de Bob Marley. La mescalina es tan terrenal que a veces pienso que los efectos se han acabado, así que tomo como referencia los visuales del póster, que desgraciadamente han dejado de tener su anterior significación. Es la 1:00 AM y los efectos han pasado definitivamente. Sólo tengo un persistente dolor de cabeza que tendré que calmar con una aspirina horas después. Esa noche intenté dormir, pero me dio la sensación de que no lo hice. Sueños lúcidos y vívidos en los que de repente despertaba en medio de la noche, así hasta por la mañana. Desperté con el cuerpo perfecto, tranquilo y con una sensibilidad especial hacia todo lo que me rodeaba, que duró hasta hoy domingo 23 de abril.
Espero que el relato os haya acercado un poquito más, a las maravillas de esta sustancia, de nuestra mente y del mundo que nos rodea."
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