La operación financiera que le pena a Piñera
El mismo día en que participó en la sesión de directorio de Lan previa a la entrega de resultados del primer semestre de 2006, el empresario encargó a Banchile que comprara un paquete de acciones equivalentes al 0,9% de la propiedad de la aerolínea, pasada que en sólo 48 horas le dejó ganancias por $600 millones. La multa que le impuso la SVS fue de $363 millones.
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Como inversionista ducho, avezado, experto de lápiz Bic negro y rojo, Sebastián Piñera sabe que la información puede ser oro. No es un misterio. Hasta el amateur que transa acciones virtualmente en internet como forma de entrenamiento entiende que el cruce de datos es fundamental. Las autoridades deben velar que todos participen con el mismo nivel de información, cortando los circuitos de los datos millonarios. De esto trata la historia entre el candidato presidencial de la derecha y la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), de la que esta semana se escribió un nuevo capítulo, al ser recogida en el informe anual de Transparencia Internacional.
Hace 81 años, Jenaro Prieto publicó la novela “El socio”, texto en que un modesto corredor de la bolsa santiaguina descubre una singular forma de sacar partido a las sombras bursátiles. Julián Pardo inventa que tiene una sociedad con un poderoso financista inglés, llamado Walter Davis. Amparado en el respeto que rápidamente genera su ficticio compañero, a quien todos adjudican un manejo privilegiado de información, Pardo ejecuta varias maniobras especulativas que los demás siguen, consiguiendo suculentas ganancias. Más allá de las profundas dimensiones sicológicas de la novela, el lector puede concluir que el olfato para los negocios es un sentido, como la visión o el oído, demasiado inocente e insuficiente como herramienta para hacer “pasadas” gruesas en la bolsa.
El episodio chileno incluido en el informe de Transparencia Internacional se originó el 24 de julio de 2006, luego que Piñera participara en la sesión de directorio de Lan previa a la entrega de los resultados del primer semestre a la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS). Según los registros de la bolsa, el empresario compró ese mismo día, por intermedio de Banchile, 3 millones de acciones (equivalentes al 0,9% de la propiedad de la aerolínea) a un valor unitario de $3.280, lo que implicó un desembolso de $9.840 millones a través de la sociedad de inversiones Santa Cecilia.
En el mercado siempre se ha presumido que los directores tienen conocimiento de los resultados, porque ellos mismos deben aprobar la ficha estadística que se envía a la SVS. Como Lan, al igual que el resto de las sociedades anónimas inscritas en la bolsa, tenía plazo hasta el 31 de julio para informar sus balances semestrales, los agentes de bolsa asumieron que, si Piñera estaba comprando acciones, los números venían más que positivos, lo que explica que el valor por título se disparara. En sólo 48 horas, la compra del 0,9% de Lan arrojó ganancias por cerca de $600 millones a Piñera, poco menos del doble de la multa de $363 millones que semanas después le impuso la SVS.
La cultura del dato está muy arraigada en el mercado de capitales chileno. Cotorreando en la bolsa, como Piñera, varios han amasado riquezas a base de consejos privados y susurros de pasillos. En una escala más refinada, con traje y corbata, la práctica no es muy distinta al apostador que llega confiado al hipódromo porque un preparador le sopló que su caballo va fijo en la primera carrera, pese a que el animal figura con pésimos aprontes en el programa oficial. La información se mueve a través de discretas castas, que se preocupan de seleccionar con pinzas a quienes merecen el acceso a estos mensajes de fortuna. La especulación siempre ha sido uno de los pilares de la bolsa de comercio. En el recinto de calle Nueva York se han construido millonarios abismos.
Eufemismo legal
Aunque la sanción impuesta a Piñera fue por no cumplir con el “deber de abstención” y no por uso de información privilegiada, en el mercado muchos creen que éste no es más que un eufemismo legal al que recurrió la SVS por tratarse de la primera sanción de esta magnitud en la materia.
Una fuente de mercado plantea, en términos domésticos, que si a un niño le prohíben utilizar la bicicleta de su vecino y la saca igual, el castigo, llámese como sea, responderá al uso efectivo del vehículo.
En el expediente de la SVS, Piñera argumentó en su defensa que “el hecho que directores o controladores compren o vendan acciones de empresas relacionadas en períodos cercanos al conocimiento de las fecus (fichas estadísticas de resultados) respectivas es bastante habitual en nuestro mercado, ya que la ley no lo prohíbe”.
Pero la imprudencia de Piñera fue reconocida unánimemente en el mercado. “Él actuó descuidadamente y lo ha reconocido. Podría haber hecho la operación tres días después y no habría pasado nada”, señaló el 3 de febrero de 2007 a revista El Sábado de El Mercurio, Jorge Errázuriz Grez, uno de los dueños de Celfin, banco de inversión que hoy administra una parte de las acciones del candidato.
De todas formas, en las corredoras han señalado que el revuelo se podría haber evitado si las regulaciones que rigen para los directores de sociedades anónimas fueran más explícitas, como ocurre en Estados Unidos, cuya normativa es más severa que la chilena.
Precisamente a eso apuntan las modificaciones que se introducirán a la Ley de Mercado de Valores, con las que se pretende endurecer las sanciones por infracciones de este tipo. La iniciativa, despachada este lunes como oficio de ley al Ejecutivo por la Cámara de Diputados, contempla un castigo de hasta cinco años de cárcel a quien use información privilegiada o entregue información falsa al mercado. Entre las personas que la nueva normativa presume como poseedoras de información privilegiada destacan los controladores y directores de empresa, condiciones que por partida doble ostenta Sebastián Piñera en Lan. //LND
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