sábado, 19 de septiembre de 2009

neuroestimulantes


Contar con algunas horas extra de lucidez para acabar con el reporte cuando estamos a punto de colapsar y sólo anhelamos nuestra cama, o para obtener una nota 7 -en lugar del tradicional 6- en el examen de fin de año. Cada era tiene una droga que la define. En los 60 fueron aquellas que abrieron las puertas a la experimentación, en los 80 las que permitían la fiesta interminable. Ahora, una nueva generación de fármacos, conocidos como neuroestimulantes, están invadiendo el mercado. Medicamentos que encajan perfecto con la ansiedad de una cultura obsesionada con la eficiencia y que ya se están usando masivamente también en Chile.

Porque junto con ir develando el intrincado funcionamiento del cerebro, los científicos están empecinados en crear sustancias que mejoren sus capacidades, más allá de lo puramente terapéutico. Una tendencia que ha llegado a conocerse como "neurocosmética" y que dio sus primeros pasos en 1998, con la aprobación por la FDA de Estados Unidos del modafinilo, molécula creada para combatir la somnolencia y aumentar el alerta en los casos de narcolepsia. Cinco años más tarde, sin embargo, este fármaco revolucionó a la industria cuando se descubrió que, por no ser adictivo, podía reemplazar el uso de anfetaminas en los pilotos de guerra estadounidenses en las misiones que exigían máxima atención por más de 24 horas.

Ese mismo año, modafinilo aterrizó en Chile bajo el nombre de mentix. Es el compuesto que usa Soledad (25) para preparar su examen de grado en Derecho, que rinde dentro de dos meses. "Ayer me tomé una pastilla a las 10 y media de la noche y recién hoy al mediodía se me terminó la pila para estudiar", dice a La Tercera. Ella, como muchos de sus compañeros, descubrió esta droga hace dos años y la usa en período de exámenes. La mezcla con café y cigarrillos, para así memorizar las "toneladas de materia" que, según dice, debe rendir para titularse. Pero reconoce que a veces deja de consumirla una semana, porque el cuerpo le pide bajar las revoluciones.

Desde su llegada al país, el medicamento registra un crecimiento permanente en su consumo, alza que sólo el año pasado fue de 40%. En la actualidad, hay otras siete marcas de modafinilo en el mercado, según el Instituto de Salud Pública (ISP). Otro reflejo de la propagación de boca en boca de esta molécula es que, entre febrero de 2008 y enero de 2009, generó ventas por más de $ 1.000 millones en el país.

Otras drogas que integran esta generación de activadores cerebrales son las también recientes atomoxetina y pemolina, y un primo lejano aunque antiguo, como es el metilfenidato (ritalín). Pronto se sumará una nueva familia, las ampakinas, que actúan sobre los receptores cerebrales del glutamato, mejorando la memoria. Algo más que una generación de relevo de la tradicional mezcla de café y Coca Cola que se usaba para estudiar de noche. Se trata de sustancias más limpias en su efecto, aunque su mal uso también puede traer consecuencias adversas, como dolor de cabeza, ansiedad y pérdida del apetito.

LA ERA DE LA NEUROCOSMETICA
La tendencia parece incontenible. En abril pasado, por ejemplo, la revista médica Nature publicó los resultados de una encuesta realizada entre 1.400 de sus lectores -investigadores y académicos en su mayoría- sobre el consumo de ritalín y provigil (modafinilo en Estados Unidos). El 25% reconoció su uso, el 69% dijo que los efectos secundarios leves son un riesgo aceptable y, si bien la mayoría reconoció que no debía permitirse su consumo en niños que no tienen un diagnóstico médico, un tercio admitió que se sentiría presionado a dar "drogas inteligentes" a sus niños si supieran que otros padres lo hacen.

Para el neurólogo de la Universidad de Pensilvania, Anjan Chatterjee, el uso de estas drogas o la "neurología cosmética", como él le llama, será pronto algo tan aceptable como la cirugía estética, según declaró a la revista New Yorker: "La demanda está ahí. Una población que envejece y que no soporta perder su memoria, padres obsesionados con dar a sus hijos cualquier ventaja posible, empleados ansiosos por un trabajo interminable".

Por el momento, los especialistas consultados coinciden en que el consumo no terapéutico de estos medicamentos en Chile parece estar centrado entre universitarios, alumnos de posgrado o quienes trabajan y estudian al mismo tiempo. En el caso de Ricardo (26), durante dos años usó ritalín porque estudiaba dos carreras a la vez. Lo tomaba en las pruebas solemnes y exámenes. "Me lo conseguía con mi polola, que lo usaba para su déficit atencional. Me concentraba mejor y podía asimilar bien la materia", cuenta. Pamela (25) probó con modafinilo puntualmente para su examen de grado en Enfermería. "Necesitaba estudiar más y estar más atenta", dice. En todo caso, reconoce que en el hospital sus colegas lo usan cuando tienen muchos turnos.

"TRABAJABA 20 HORAS DIARIAS"
Pero la competencia también se siente a nivel laboral. Roberto (34) se desempeñó un tiempo en dos trabajos. Decidió tomar modafinilo por cuatro días para cumplir con los plazos: "Trabajaba 20 horas diarias y dormía entre dos y cuatro. Tomaba café y andaba bien activo, pero cuando dormía, al despertar me sentía mal, con mucho dolor de cabeza", explica.

En opinión del doctor Leonardo Serra, neurólogo del Centro de Trastornos del Sueño de Clínica Alemana, "los jóvenes consumen modafinilo porque sienten que no les alcanza el día para todo lo que tienen que hacer". Esto es parte, según él, de este tiempo de las cosas fáciles y rápidas que estamos viviendo: "Buscamos la solución corta y más sencilla, que es el medicamento".

El mayor consumo de estas drogas se da entre los 20 y 35 años, dicen los especialistas nacionales. "Las consultas sobre estos productos se dan más a principio y a fin de año, es decir, por el estrés del inicio de los cursos y por los exámenes finales", dice Serra. También existe la sospecha de que lo usan más los hombres, pero lo cierto es que no se ha estudiado bien el perfil de consumo en Chile. "Este año tenemos incorporado el modafinilo a la encuesta sobre uso de drogas, debido a la inquietud de algunos especialistas y a la consulta de algunos padres", dice Mariano Montenegro, siquiatra y jefe del área de tratamiento del Conace.

Aunque en los registros sanitarios del ISP, para las distintas marcas de modafinilo se establece como condición de venta la receta médica retenida, lo cierto es que en los primeros años su venta era libre. Luego se pidió receta simple y recién en mayo de este año, según explica Soledad Velásquez -presidenta del Colegio de Químicos Farmacéuticos-, se empezó a exigir la receta retenida debido a la explosión en su consumo. Claro que cualquiera que navega por internet puede ingresar a foros en que se ofrecen recetas o comprimidos de modafinilo.

Entre todas las llamadas "drogas inteligentes" disponibles en Chile, lejos el mayor consumo en el país lo tiene modafinilo, con más de 90 mil unidades vendidas entre julio de 2008 e igual mes de 2009. A mucha distancia, con más de 37 mil unidades, está el metilfenidato (ritalín). Mucho menor es el consumo de atomoxetina (24 mil unidades) que, "aunque no requiere receta, al tener un efecto acumulativo y no inmediato, lo usan menos", dice la neuróloga de la U. de Chile Andrea Slachevsky. En el último lugar está la pemolina, que requiere receta cheque pero, además, tiene riesgo de ser tóxica para el hígado.

MAS EFICIENTE, MENOS CREATIVO
Claro que este tipo de medicamentos no busca convertir a personas normales en genios. Sólo apunta a mejorar el rendimiento y la eficiencia. Aunque, según algunas investigaciones, no tienen los mismos efectos en todos los consumidores.

La sicóloga Martha Farah, directora del Centro de Neurociencia Cognitiva de la U. de Pensilvania, revisó 40 estudios sobre el uso de neuroestimulantes y concluyó que estas drogas elevan el aprendizaje y la memoria de trabajo. Pero cuando alguien tiene buenas capacidades, la mejoría es leve. "Son las personas a quienes les cuesta realizar sus tareas las que más se benefician", dice.

Hay evidencia, en todo caso, de que al estar más enfocada una persona en su trabajo, filtra más las distracciones y tiende a ser menos creativa. En foros de internet, por ejemplo, estudiantes de Harvard y otras universidades estadounidenses dicen sentirse presionados por usar estas sustancias para rendir más. Pero también reconocen cierta ineficacia en el trabajo intelectual, como quedarse pegados navegando en el computador o redactar informes "verborreicos".

El uso adecuado de modafinilo, es decir, tomarlo en la mañana para funcionar bien durante el día y en la noche dormir, no tiene efectos adversos importantes. Pero el mayor uso entre los jóvenes es tomarlo de noche para no dormir y estudiar, lo que con los días puede causar consecuencias más importantes, como irritabilidad, palpitaciones y menor concentración.

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