El mentalista y pnl
El mentalista
A mediados de Marzo del año del año pasado me empecé a interesar por el mentalismo. De acuerdo con la Wikipedia, el mentalismo es “Una teoría filosófica que no tiene en cuenta las experiencias objetivas y trata de resolver los problemas exclusivamente mediante procesos naturales”. También es una rama del ilusionismo.
Filosofía e ilusionismo. ¿Qué más se puede pedir? Sexo supongo, aunque va a ser que eso es sólo cosa mía. O no, que tampoco soy el primer interesado en sacar un conejo de una chistera.
Yo venía de correr por casa de Fuckowski en calzoncillos como si me acabara de tragar un bote de anfetaminas. Él pensaba que yo estaba loco. Yo estaba completamente fascinado con lo que estaba haciendo mi mente, fuera real o no. Perspectivas diferentes y, como siempre, todas válidas. En aquel momento recibí un email de mi amigo El gran Jamarier en el que me contaba que iba a ver el espectáculo de un mentalista inglés, Derren Brown, y me mandaba un enlace para que viera algunos vídeos de este tipo. El pollo compraba un anillo de diamantes en una joyería y pagaba con recortes de papel en blanco, cobraba apuestas que no había ganado, transmitía y recibía pensamientos, le cambiaba a una señora el amarillo por el rojo, hacía olvidar a la gente que viajaba en el metro la estación a la que iba…
Aquello parecía interesante. Y desde luego, muy divertido.
Me empecé a interesar por la PNL, por la hipnosis, el inconsciente, la sugestión, el lenguaje no verbal y otras muchas cosas de la percepción humana. Podría decirse todo esto se convirtió en una pasión, en la espina dorsal de todo lo que hacía. Y lo sigue siendo. Cuidado con pasar una tarde viendo los vídeos de este tipo, porque es una de esas cosas que te pueden cambiar la vida.
Hace un par de semanas recibí una llamada de una amiga de Barcelona.
—Oye, voy a entrevistar a un tal Luis Pardo, un mentalista. ¿Quieres que le haga alguna pregunta en especial?
—¡¿Un mentalista?! ¡¿Puedo ir contigo?!
El culo se me puso húmedo. Creo que era agua de limón.
—Sí, claro. ¿Le quieres entrevistar tú?
—Por encima de todo.
Una semana después yo era periodista y estaba en un teatro de las Ramblas asistiendo a la presentación del espectáculo de Luis Pardo. El tipo nos recibió a todos a la entrada del teatro y le hicimos algunas preguntas. Que quién era, que por qué llevaba esas botas, que cómo era posible que siguiera bajando el euribor… Después sacó un tenedor del bolsillo y me tomó como voluntario para un pequeño número. Me puso el tenedor encima de la mano y, frotándolo un poco, el tenedor pareció sufrir una notable erección. Me dijo que lo intentara yo.
—No tengo mano con la cubertería —le dije.
La cosa no funcionó, claro. Después cogió otro tenedor, lo sujetó por el rabo y adoptó una pose de prestidigitador. Se concentró y, a medio metro de mis ojos y algo más lejos de los ojos de los demás, en cosa de un segundo, las púas se doblaron hacia delante como si fueran de mantequilla. La sensación es parecida a la que uno obtendría, si sucediera, cuando va a coger un vaso y el vaso se derrite sin más. Supongo que la palabra es irreal.
Me dio el tenedor y me lo metí en el bolsillo. Horas después lo estaba estudiando en casa con una sensación de estupor difícil de calibrar. El tenedor era recio y sólido, como cualquier tenedor que se pueda encontrar por ahí. Le daba vueltas ante mis ojos intentando comprender qué había sucedido. Me encontraba (y sigo, varios días después) alucinado.
Al día siguiente tomaba de nuevo mi flamante acreditación como periodista y mi grabadora de voz para sentarme con Luis durante una hora. Estaba excitado como una colegiala. Si hubiera doblado otro tenedor me hubiera meado las bragas. Afortunadamente sólo habló, que no fue poco. Le entrevisté largo y tendido.
Hoy traigo esa entrevista, íntegra y exclusiva, para los lectores de ESDLV. Cuatro horas pasé transcribiendo la misma. Canela fina.
La mente es un territorio inhóspito en el que sólo unos pocos tienen el valor de adentrarse. Sin embargo, todos queremos saber más. Porque saber más de cómo pensamos significa saber más de nosotros mismos. Y si hay algo que todos deseamos es conocernos un poco más. Luis Pardo ha estado más lejos que la inmensa mayoría de nosotros y ahora vuelve de un viaje muy largo. Y lo hace como los mejores artistas: con una carcajada. Porque eso es lo que hace Luis: reírse de nosotros, de nuestra miopía, de no ser capaces de ver lo que a él le resulta tan obvio.
Luis es un ladrón. Cada efecto le roba al espectador un poco de su rigidez mental, de la idea de que sabemos cómo funcionan las cosas. Creemos que lo tenemos todo bajo control y un gran artista, con un gesto cómplice, con un guiño veloz y con mucho cariño, hace que nos demos cuenta de que lo que creemos que es real se tambalea. Y esa es, qué duda cabe, la labor de un maestro. De un gran alquimista que mezcla con habilidad la magia de la vida. Una magia que, me temo, dejamos de ver hace mucho tiempo.
Asistir al espectáculo de Luis Pardo es volver a ser niño, volver a reencontrar la fascinación que un día sentimos. Volver a jugar.
Hablé largo y tendido con él unas horas antes de que estrenara su nuevo espectáculo, KASUAL-MENTE, en Barcelona. Una persona accesible, interesante, divertida y muy humilde.
Ayer, durante la pequeña función que hiciste para la prensa, doblaste las púas de un tenedor sin tocarlas. Estuve media tarde mirando ese tenedor, sentado en casa, preguntándome: ¿Qué coño es esto? Y eso me encanta. Es un poco como cuando uno es un niño y siente esa fascinación de que…
Sí, esa fascinación está ahí. Opino que el mentalismo es la verdadera magia del siglo XXI. Cuando le dices a alguien “Piensa en el nombre de la primera persona a la que besaste”, y le dices “Se llama Marta” y te dice que sí, no sabe por dónde pillarlo. Esta es la verdadera magia.
Yo personalmente me vuelvo loco y me encanta. Yo creo que nos vamos haciendo mayores y perdemos esa chispa, esa magia…
Sí, de alguna manera nos envolvemos en nuestros problemas, en nuestras responsabilidades, y nos olvidamos de que hay formas de divertirse que están ahí y que no cuestan nada, formas de olvidarte de todo aunque sea por unos instantes. Yo principalmente esto es lo que busco, que te olvides de tus problemas, de tus responsabilidades, durante estas dos horas que dura el espectáculo, y quizá un poco más. Porque estoy seguro de que te vas a ir pensando.
Yo lo veo como que lo que tú haces es crear un shock en el espectador que le cortocircuita durante unos momentos y que le deja pensando “Pero bueno, ¿aquí qué está pasando?”
Sí, es magia que va directamente al cerebro, a los pensamientos. Incluso a veces hay momentos en que pasa algo en el espectáculo y hay un silencio sepulcral antes de arrancar los aplausos porque la gente tarda en reaccionar.
Empezaré con unas preguntas más personales. ¿Cómo te definirías como artista?
Una persona que usa su arte para expresar cosas que a él le gustan, que él siente, y para comunicar esto mismo a otras personas. La diferencia sobre otros magos, o mentalistas, es que yo uso mi arte para expresar, como un cantante. De hecho mucha gente, cuando me ve, me asocia antes con un cantante de rock que con un mentalista. Yo uso el mentalismo para expresar lo que pienso y lo que deseo.
Es una forma de expresión personal…
Sí.
¿Y cómo sería el Luis Pardo de andar por la calle todos los días?
Pues igual prácticamente. Una persona apasionada de lo que le envuelve, de la vida, del rock and roll y de todos los misterios, porque soy un apasionado desde pequeño de todo lo desconocido. Supongo que por eso llegué al mentalismo, porque soy un apasionado desde pequeño de lo paranormal.
Me llama la atención tu respuesta. Normalmente cada uno de nosotros tiene al menos dos personalidades: la del trabajo y la del tiempo libre, la de casa. Y me llama la atención que en tu caso esas dos personalidades sean la misma. Creo que es algo que sucede cuando alguien tiene un trabajo que expresa una pasión, un trabajo que le permite ser él mismo.
Exacto. Es lo que te he dicho antes. Cuando una persona se va a una oficina y está ocho horas haciendo algo, cuando sale, lo que quiere es desconectar. Pero cuando haces lo que te gusta, lo haces a gusto y no desconectas. Y cuando vas más allá, cuando haces lo que te gusta para expresar tus deseos, tus miedos, tus hobbies, pues entonces todavía más. Yo busco de alguna manera ser el mismo tanto en el escenario como fuera de él. Esto hace que haya roto la barrera entre yo y el público, porque soy la misma persona.
¿Cuánto tiempo llevas en el mentalismo?
Fui entrando poco a poco. Empecé a los seis años con la magia Borrás y fui tocando diferentes ramas de la magia… Cartomagia, magia de salón, escapismo… y descubrí que existía el mentalismo y fui poco a poco introduciéndome. Me dedico en exclusiva al mentalismo desde hace unos diez años.
¿Y tienes ahora?
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El mentalismo me resulta muy atractivo porque es completamente diferente al resto de la magia. El mentalismo es el 90% psicología y el resto técnicas de ilusionismo, cuando en las otras ramas es al revés. Yo fui poco a poco añadiendo técnicas de mentalismo a mis efectos y fui dejando la magia convencional. Cuanto más descubría del mentalismo más me apasionaba.
¿Cómo crees que te ven los demás?
Creo que la primera imagen que tienen de mí, cuando salgo al escenario, cuando no me conocen, en ese primer momento, es muy agresiva. Pero cuando llevo cinco o diez minutos hablando es muy cercana. Creo que les cambia el concepto radicalmente desde que me ven hasta que se van. Primero creo que me ven muy distante y muy radical y después me ven muy cercano. Me lo demuestra que viene gente de todas las edades a los espectáculos, y cuando se van te saludan, te dan la mano y te dicen que ha sido encantador. Y esta misma gente, si me ve por la calle, se cambia de acera.
Y un poco la contraposición a esa pregunta: ¿Cómo te gustaría que te vieran?
Tal y como me ven estoy muy contento. Sí.
Tienes mucha suerte de saber conjugar esas dos cosas…
Sí, porque es eso. He roto la barrera escenario-espectador por tener esta cercanía, para que me vean tal y como soy: una persona más que hace este arte de entretenimiento para los demás. A lo mejor, si fuera otro tipo de mentalista, como otros que hay que son más vampíricos y que pretenden dar más respeto… Pero ellos ya están actuando. De alguna manera no expresan sus sentimientos, sus miedos, sus deseos… Yo también estoy actuando, por supuesto, pero todo tiene que ver con mi vida.
Ellos estaría más representando el papel del mentalista, del mago…
Exacto. Y yo soy una persona más que hace mentalismo. Simplemente.
¿Cuál es tu opinión respecto a los poderes paranormales?
Que no existen. Y estoy en contra de todos aquellos que dicen tenerlos. Yo de jovencito creía en ellos, pero cuando vas entrando en el mundo del mentalismo y te vas dando cuenta de que todo tiene un por qué, que todo tiene una explicación, que el lenguaje no verbal te está dando información de la otra persona, con lo cual no le estás leyendo la mente sino que le estás leyendo el cuerpo, la mirada, el gesto, el movimiento… Te das cuenta de que no hay nada más. Cuando descubres también por qué se mueve un vaso cuando juegas a la ouija, que son micropulsaciones involuntarias tuyas, de la misma manera que cuando mueves un péndulo. Hay muchas personas como Harry Houdini, que se pasó media vida intentando contactar con su madre muerta desenmascarando a multitud de mediums y videntes. Ahora está la asociación de James Rhandi, en Norteamérica, que da un millón de dólares a la persona que demuestre tener algún poder desde el año setenta y pocos, y nadie lo ha conseguido. Nadie se ha llevado el millón de dólares porque se ha demostrado que había algo detrás de ese supuesto poder. Con lo cual, yo personalmente, no creo en estos poderes paranormales y estoy en contra de aquellos que afirman tenerlos. Porque conozco las técnicas que utilizan para hacernos creer eso, no por otra cosa. Lo cual no quiere decir que un día se me aparezca un espíritu o algo y entonces tenga por narices que creer. No me cierro a creer, pero hoy por hoy no creo.
¿Tienes algún poder real y demostrable?
No [Ríe]. El poder de la observación, quizá. De la observación y de llevar al público hacia donde me interesa. Pero esto no es un poder, es simplemente práctica y estudio.
Esto colisiona un poco con… ayer, delante mis narices, estabas sujetando un tenedor, y delante de mis ojos las púas hacían como que se derretían…
Sí, y te puedo decir que dentro de la psicología, dentro de nuestro cuerpo, sí hay cierta energía. Nosotros somos energía. Somos un cuerpo y una energía. A esta energía hay personas que la llaman alma, espíritu, etc., pero yo considero que es simplemente energía y que cuando te mueres esa energía desaparece. Y tenemos que saber usar nuestra energía. Por ejemplo: cuando te hacen Reiki, usan esa energía. No es que tengan poderes paranormales para curarte, sino que simplemente usan su propia energía para, en los puntos adecuados, influir, hacer o desacer ciertas cosas. Pero básicamente es eso, saber llevar nuestra energía hacia un sitio o hacia otro.
A mí lo del tenedor me tiene completamente flipado…
Pues hoy fliparás más [Ríe].
Porque bueno, es un tenedor que te sacas tú del bolsillo, con lo cual puedo esperar que sea como un poco más endeble, o que esté preparado. Uno siempre intenta buscar la explicación.
Sí, pero yo te digo que si estuviera preparado tú no te lo llevarías a tu casa. Si fuera un tenedor trucado o cualquier cosa, después no te lo llevarías. Por varias razones: puedes ver el trucaje que tiene o porque si tienes que comprar un tenedor trucado, si es que existen, y te cuestan una pasta, no lo vas a regalar [Ríe].
Eso es lo que quería aclarar, que… Yo he estado mucho rato mirando el puñetero tenedor en mi casa y es un tenedor sólido, consistente. Un tenedor como los que podemos encontrar por ahí.
Sí, sí.
Y sin tocar las malditas púas las has doblado. Y las púas están duras, están rígidas…
[Ríe] Sí, claro.
Hay dos opciones. O las has doblado ante nuestros ojos sin que nos demos cuenta o realmente las has doblado con poder mental.
[Ríe] Con poder mental no. Con energía es otra cosa.
Lo que te digo; dos explicaciones. Una, que estábamos todos mirando el tenedor y, de alguna manera, nos despistaste para doblarlo con las manos sin que nos diéramos cuenta…
Ajá…
Pero yo creo recordar que las púas se doblaron suavemente solas. Y luego, la otra explicación es que realmente las doblaras con el poder de tu mente.
Ajá. Pues hoy, cuando salgas del espectáculo, quizá tengas otra opinión más. No te digo nada ahora para no quitarte algo de lo que verás luego. No te quiero avanzar nada.
Me gusta, me gusta porque me hace pensar y me hace creer que hay cosas que van más allá de todo lo cotidiano.
Siempre hay cosas que van más allá de todo lo cotidiano. Siempre.
Hay que saber mirar.
Sí. Sobre todo hay que saber observar. Hay que saber mirar. La prueba está, por ejemplo, si te vas a la gran vía madrileña, que es una calle muy fea, y miras hacia arriba, se convierte en una calle preciosa. Porque tiene encima de los edificios estatuas increíbles y cosas que están ahí, y que a lo mejor has pasado mil veces por ahí y no te has dado cuenta.
Es como que a veces fuéramos unos ciegos ante la belleza de la vida. Y la belleza de la vida está por todas partes.
Exacto. Hay que saber observar y saber coger las pequeñas cosas que nos rodean. Y está todo por ahí.
Caray, estás hecho un filósofo también, además de mentalista.
[Ríe]
Volviendo al tema de la gente que dice tener poderes paranormales y cobran dinero por ello. ¿Qué opinas de ellos?
Opino que son unos farsantes. Unos mentirosos y unos estafadores. Opino que son personas que se aprovechan de los problemas de los demás. Porque quien suele ir a una consulta de un vidente es alguien que tiene un problema. Entonces es muy fácil. Yo soy un tarotista y tu vienes y yo te digo “Tienes un problema… o de amor… o de dinero o de salud”. No hay más. Y entonces van tanteando.
Sí, la verdad es que a mí me has dado de lleno.
Te dicen que tienes un problema de amor, y según la cara que pongas ya saben que es de amor, y si no dicen que de amor pero que este problema no es el más importante, que lo que realmente te preocupa es la salud… o no la tuya sino la de un familiar que tienes que está pasando una enfermedad, y te van sacando información poco a poco.
Y al final uno se queda con la impresión de que realmente han acertado de pleno.
Exacto. Y además en una consulta te dicen 200 cosas y, al cabo de dos meses, una de estas 200 cosas pasa. Y dices “Hostia, lo que me dijo lo adivinó”. Pero de las otras 199 que te dijo ya no te acuerdas. Igual que si te dicen “Ve con cuidado, ve con cuidado porque veo que vas a tener un accidente de coche”. Te aseguro yo que lo tienes. Si crees en ello, lo tienes. Lo tienes porque te sugestionas, y cada vez que cojas el coche lo cogerás con miedo porque te han dicho que tendrás un accidente. Y como lo cogerás con miedo lo acabarás teniendo. Mayor o menor, pero lo acabarás teniendo. Por eso opino que aprovecharse de los demás es muy feo, y si encima es para lucrarse, peor todavía.
¿Qué es para ti lo más difícil a la hora de simular tus poderes?
No es que sea difícil, porque no simulo. En mi otro espectáculo hablo precisamente de todo esto, de que los poderes no existen, y es un espectáculo que va en contra de los videntes y los mediums, y explico trucos y técnicas psicológicas que ellos usan para estafarnos.
El espectáculo es parte de una trilogía. Mis películas favoritas son trilogías, por ejemplo El Padrino, El señor de los anillos. Son trilogías. Yo he querido hacer una trilogía del teatro del mentalismo. La primera es Kasual-mente, donde enseño lo que hago, sin decir por qué ni cómo. En el segundo, Konfidencial-mente, explico un poco lo que estás viendo. Hago juegos, efectos también, pero al mismo tiempo explicando cómo lo hago. El tercero, el que estoy montando, se llamará Personal-mente, y será el fin de la trilogía. Después ya, si hago otro espectáculo, ya no tendrá el -mente, tendrá otra cosa. Y en Personal-mente explico un poco mi vida, mi pasión, por qué estoy aquí, por qué hago esto y hacia dónde quiero ir.
¿Y hacia dónde quieres ir?
¿Hacia dónde quiero ir? Hacia demostrar que hay cosas que están ahí y que a veces no las vemos. Quiero ir a que todos nos fijemos en lo que nos envuelve, y a que afrontemos nuestros deseos y nuestros miedos para unirnos.
¡Hazlo ya, no podemos esperar!
[Ríe]. Lo estoy montando. Espero tenerlo para el año que viene.
Me parece muy generoso por tu parte, que nos vayas a enseñar a todos a ver otras cosas.
Claro. Es que están ahí. Después ya depende de ti si las quieres o las puedes poner en práctica. El mentalismo lo que requiere es mucha paciencia, mucha concentración. Yo estoy en el aeropuerto o en cualquier sitio y miro a la gente, escucho lo que dicen, para aprender. Para aprender a reconocer lo que expresan, y luego eliminar sus palabras y saber lo que expresan con su cuerpo. Saber captar. Veo cine, publicidad, y aprendo de todas esas sutilezas que se emplean en estos campos y después las aprovecho, me ayudo de ellas. Ese entrar en nuestro subconsciente. La hipnosis, por ejemplo. Yo me saqué el máster de hipnosis clínica. No creo en la hipnosis de espectáculo de que te conviertes en gallina y haces el ridículo. No me gusta. No me gusta nada. Yo hago un ejercicio de hipnosis, lo veréis luego, pero es completamente distinto. Una de las cosas que puedes hacer con hipnosis, por ejemplo, es: te enseño una fotografía con muchos detalles y te la enseño durante cinco segundos, y luego la retiro y seguimos hablando. Y te pregunto ¿Qué recuerdas de la foto? Pocas cosas, me dirás. Pero si hago que entres en un estado alterado de consciencia, hipnosis, y hago que tu mente vaya al preciso momento en que estabas viendo la fotografía, la estás viendo en tu mente y me puedes decir todos los detalles de la foto. Eso es hipnosis. Y se puede usar de muchas maneras diferentes. Yo la incorporo al espectáculo.
Ahora un poco sobre tus espectadores. Muchos de tus efectos son psicológicos, como comentabas, y parece como si, de alguna manera, todos fuéramos más parecidos de lo que creemos.
Sí, todos tenemos unos patrones y ya está. Si alguien va a un tarotista hay tres opciones por las que puede ir, y todos tenemos estas opciones por mucho que pensemos que somos distintos o somos únicos. Todos prácticamente somos iguales, tenemos los mismos problemas, las mismas preocupaciones, los mismos deseos y prácticamente los mismos miedos.
Y parece que nos cuesta mucho todavía ponernos de acuerdo los unos con los otros.
Sí, eso es por el ego que tiene el ser humano, que lleva ahí mucho tiempo, y que siempre uno quiere ser más que el otro. Es igual que hay espectadores que vienen y, en vez de disfrutar del espectáculo, lo que intenta es descubrir cómo haces todo, y no lo descubre y se mosquea más, y se va mosqueado. Yo le diría “No vengas, no pierdas el tiempo”. Y hay personas que creen que les estás tomando el pelo. No te estoy tomando el pelo: estás en un teatro. Para empezar piensa que estás en un teatro. Divertimiento, entretenimiento. No estoy aquí para tomarte el pelo. Para tomarte el pelo ya hay otros que lo hacen.
[Risas] Y que lo hacen además sin que te des cuenta.
Tú te aprovechas de esos patrones, de que todos pensamos de una forma muy parecida.
Sí, aprovecho por supuesto todo lo que puedo y más. Más porque siempre intento arriesgar, arriesgar y dar un pasito más por orgullo personal y para ir superándome. Supongo que esa es la razón por la que estoy aquí, que tenga éxito y que, de alguna manera, haya destacado. Porque si te dedicas a hacer lo que haces y punto, harás siempre lo mismo. Si intentas arriesgar irás avanzando. También, cuando arriesgas, te encuentras a veces que dices “Hostia, he arriesgado demasiado. La he liado”. Pues entonces es cuando has de tener las tablas para darle la vuelta y solucionarlo lo mejor que puedas. Con lo cual son retos pequeños que te llevan a superarte. Siempre intentaré ir un poco más lejos.
Creo que, de alguna manera, todos necesitamos tener a gente que tenga esa actitud, que nos sirva de ejemplo para superarnos a nosotros mismos día a día. Yo te lo agradezco.
Más que necesitar a gente así yo creo que nos tenemos que dar cuenta de que tenemos que hacerlo cada uno de nosotros. No se trata de que hay gente que lo hace, sino de que nosotros nos demos cuenta de que es lo que tenemos que hacer.
Y la mejor manera es servir con el ejemplo.
Yo, cuando hice el curso de hipnosis clínica, por ejemplo, lo primero de lo que me di cuenta es de que el “no” no existe. Si tú quieres una cosa, si te empeñas, la consigues. Si le das la vuelta, si insistes, lo consigues. Si te pegas una hostia contra una pared, pues la rodeas y sigues para adelante. El “no” no existe. El “no” sólo sirve para aprender. Para aprender de tus errores. Los errores siempre son buenos porque rectificas, vas por otro sitio, por otro camino o actúas de otra forma. Y eso es lo que, de alguna manera, tenemos que aprender. Si quieres algo, puedes. Te va a costar más o menos, pero no te rindas. Si lo quieres de verdad, no te rindas.
Los sueños son para valientes.
Sí, realmente se dice que son para valientes pero yo creo que son para todo el mundo. Hay una frase de un concierto al que fui, con 13 ó 14 años, un concierto de Loquillo y Trogloditas en el Palau de Esports. Loquillo dijo una frase que me gustó muchísimo. Dijo “Hace diez años rompía las puertas para entrar en los conciertos de grupos internacionales. Y ahora estamos aquí”. Pues es esto. Es exactamente lo mismo. Y la típica frase que dice “Cuando alguien se sube a un escenario se tiene que creer que es el mejor. Si no, que no suba”. Pues adaptar esa frase a ti mismo. No hacia los demás, sino hacia ti mismo. Para mí esta frase dice “Si tú quieres, tú puedes. Si tú te lo crees los demás se lo creerán”. Si tú quieres algo, los demás, inconscientemente, te ayudarán para conseguirlo.
Es como si, lo más difícil, fuera creérselo uno mismo. Hay una especie de lucha interior.
Sí, sí. Realmente es lo más difícil. Es lo más difícil porque todos tenemos ese miedo, ese temor. ¿Y si no lo consigo? Pues oye, yo prefiero un fracaso por haberlo intentado que no remordimiento por pensar “¿Y si lo hubiera conseguido?”.
¿Cómo te gusta que reaccionen tus espectadores ante tus efectos?
Me gusta que se vayan pensando. En el momento del teatro me gusta que reaccionen, que vengan como si van a ver una película. Que se sienten, que disfruten de lo que están viendo, que no le busquen una explicación en ese momento. Que la busquen cuando se vayan. Cuando se vayan que piensen, pero en ese momento simplemente que se dejen llevar, que sientan lo que está pasando en el escenario y en el patio de butacas.
¿Qué es para ti lo más gratificante de tu trabajo?
De alguna manera, ver las caras y las reacciones del público, e incluso ver que a veces hay personas que realmente se sorprenden con cosas que ni siquiera hubieran imaginado que pueden sorprenderse. Intentar crear una sorpresa, una ilusión. El hacer que una persona, aunque sea por un momento, crea en un milagro, esa es la mejor satisfacción que puedas tener. La cara, la expresión de las personas. Eso es lo mejor.
Las caras no mienten.
Exacto.
¿Cuál es el efecto del que estás más orgulloso?
Uno que no te digo cuál es. Lo verás luego. Es el último efecto que hago en el espectáculo. Si te lo digo ahora perderá la gracia para ti.
Este efecto del que hablas, ¿es el más trabajado? ¿En el que más esfuerzo has invertido?
Sí a la hora de crearlo, pero hay otro en el que, a la hora de realizarlo, he puesto más esfuerzo. Es una conducción a ciegas de una moto, con los ojos vendados. Pero referente a creación y tensión, a ponerlo todo sobre él, es el que te he dicho antes que verás más tarde.
¿Y cuál sería el que más te ha decepcionado? Uno en el que hayas puesto mucho esfuerzo y al final hayas dicho “Vaya no ha salido tan bien como esperaba”.
La verdad es que ninguno, porque sí que hay efectos que ves que no gustan o que no resultan, pero como se trata de un proceso de creación muy largo en el que lo primero que hago es hacerlo a conocidos, a amigos, a familiares, ya empiezo a ver un poco las reacciones y digo “Esto no sirve para nada”. Con lo cual no llego a gastar un esfuerzo en algo que en principio crea que va a ser la bomba y luego no lo sea. Intento primero ir testando. Si veo que puede ir por buen camino entonces me esfuerzo. Si veo que es una mala idea, la desecho.
Me parece, ahora que lo estás contando, un planteamiento vital muy inteligente. Creo que a muchos nos cuesta darnos cuenta de que quizá sea la mejor manera de enfocar las cosas.
Claro. Cuando trabajas en el espectáculo, aparte de hacer lo que te gusta tienes que encontrar lo que les gusta a los demás. Un defecto que tienen muchos magos es que hacen lo que a ellos les gusta y no se dan cuenta de que el público a lo mejor se está aburriendo. O hacen un efecto con cartas que tiene mil técnicas, mil historias, pero cuando has encontrado la carta ya te has perdido porque la carta ha aparecido doscientas mil veces y el público se pierde y uno se agobia, ya no sabe qué ha pasado. Yo creo que tienes que ser más directo y tienes que saber, principalmente, lo que puede gustar y no al público. En mi caso hay dos juegos, uno que está por el medio y el último, que sé que hay personas a las que no les gusta. Pero no les gusta por el concepto o por lo que uso, no por otra cosa.
¿Qué efecto te gustaría lograr? ¿Algún efecto con el que sueñas o con el que te gustaría ser recordado de aquí muchos años?
No, no, no. Si la gente me recuerda, quiero que me recuerde por mí, no por algún efecto que haya hecho. Sí que hay gente que me recuerda ahora mismo de la tele, de la conducción a ciegas en la moto y tal, pero intento en cada espectáculo hacer cosas distintas y quiero que la gente recuerde lo que has hecho y, más que nada, que recuerde la persona. Sí hay algo que me gustaría hacer, pero ya son cosas más personales, no para que me recuerden. Lo de conducir la moto era algo personal que quería hacer. Quiero también hacer una evasión de una camisa de fuerza colgado por los pies pero como homenaje a Houdini porque soy un apasionado. Y otras cosas, pero ya como orgullo. Para que la gente me recuerde prefiero que me recuerde por mí, no por un efecto en concreto. Quiero que me recuerden por todos.
Entonces tu efecto soñado sería conseguir que la gente te recordara como tú mismo.
Exacto. Vamos a ver. Kubrik, Tarantino. Les recuerdas por ellos, no por sus películas. Stephen King. Todo lo que le lees es Stephen King. No es el Resplandor o es Carrie.
Es como una marca de la casa.
Exacto. Pues yo lo que quiero es que se me recuerde como Luis Pardo, como yo. No como el que hizo desaparecer la estatua de la libertad. Copperfield hizo después más cosas y se le conocía ya como Copperfield. Pero hubo una temporada en que era el que hizo desaparecer la estatua de la libertad.
Y el que se acostó con la Schiffer.
Bueno, que te recuerden por eso, peor todavía [Ríe].
Hombre, eso tiene más mérito que lo de la estatua de la libertad.
[Ríe]
El otro día hablaba con una persona y le decía: “Imagínate. Si se pueden doblar las púas del tenedor con la mente, se podrían bajar unas bragas”.
[Ríe] Bueno, pero a veces con la imaginación es mejor que bajarlas.
Sería un buen efecto. Sería un quede.
Hay un efecto en el que no se las quitas pero sí sabes el color y la forma de las bragas de una chica. Eso lo hacía en una temporada, antes del mentalismo, cuando hacía magia más general. Cuando uno empieza se suelen hacer comuniones, cosas infantiles, pero a mí, por la estética y tal, no me llamaban. Así que lo que hacía era magia de despedida de soltero. Lle di la vuelta para hacer magia erótica. Sin desnudarme ni nada, porque ya había un stripper, pero yo hacía magia erótica, adivinando el color de las bragas de una chica, haciendo un juego en el que una carta desaparece y va a aparecer dentro de un plátano y juegas ya con él y la sensualidad que te puede dar. O coges dos chicas y una tiene las bragas rojas y la otra negras y ¡plas! se les cambian las bragas.
Imposible. Imposible.
Y jugaba con cosas así. Con una carta que desaparece y tiene que aparecer en el bolsillo y no aparece, y claro, es que no estamos en una comunión, estamos en una despedida de soltero. Y la carta aparece en una bragueta. Entonces le dices a la chica que te baje la bragueta y que saque la carta. Y cuando saca la punta de la carta, es el tres de rombos, por ejemplo, y ella había pensado en el nueve de rombos, y le dices “Es igual. Aquí todo lo que se toca por aquí abajo crece”. Y te tocas y sacas una carta así de larga con los nueve rombos. Cosas así. Divertidas, picantillas…
¿Cómo puedes cambiar el color de las bragas?
[Ríe] Eso no te lo voy a decir.
Olvida el tenedor. Cuéntame cómo cambiar el color de las bragas.
Eso ya son todo técnicas de ilusionismo. Tiene su truco. Todo tiene su historia.
Ya sé qué voy a hacer los próximos seis meses.
[Ríe]
Buf. Me he quedado loco. Imagínate… Bueno, no te imagines nada.
¿Qué límites pones tú a tu magia?
Ninguno. Como te he dicho antes cada día quiero ir un poco más allá, un poco más lejos, y no quiero ponerme ningún límite. Porque si me pongo un límite y lo consigo, entonces qué hago. ¿Me quedo ahí? No, siempre para adelante.
Me refería a que hay muchos magos, muchos mentalistas, sobre todo en la hipnosis de espectáculo que comentabas antes, que es una hipnosis en la que se humilla a la gente, se pone a alguien a imitar una gallina o a imitar a Britney Spears. ¿Tú serías capaz de hacer eso?
No. El respeto hacia el público es fundamental. Si yo quiero ser respetado tengo que ser el primero que respete. Yo puedo jugar contigo hasta que tú quieras, o hasta que yo permita, también. Y yo lo que no haré nunca será poner a alguien en ridículo. Más que nada porque yo soy la primera persona que tiene mucho sentido del ridículo y no me gustaría estar haciendo el ridículo en ningún sitio. Yo soy una persona muy vergonzosa y no me gusta hacer pasar vergüenza a nadie. Eso lo tengo claro. No haré hacer a una persona en público algo que yo no haría.
¿Sirve el mentalismo para descifrar a las mujeres?
Sí. No sólo para descifrar a las mujeres y a los hombres, sino para saber si una mujer se puede sentir atraída por ti o no, si tú le atraes a esa mujer o no. Las maneras de hablar, de mirar. Y tú lo puedes hacer al revés. Puedes hacer que una mujer de alguna manera se sienta en esos momentos atraída, aunque no sea sexualmente, por el lenguaje no verbal. Por ejemplo, si estás hablando con una persona y está todo el rato con los brazos cruzados, es una persona que no está cómoda. Si la persona te muestra las palmas de las manos, que es algo muy importante, significa que con esta persona tienes buen rollo. Pequeños movimientos, pequeñas cosas, que te hacen saber que a esa mujer le puedes interesar o no. Y eso te ayuda a decidir si sigues o no. De hecho hay libros que se dedican exclusivamente a esto. Libros dePNL (Programación Neurolingüística) que te explican cómo vender mejor, cómo captar ciertas cosas, cómo comunicarte mejor, cómo perder la timidez…
¿Qué son los pensamientos?
Desde mi punto de vista son una mezcla de nuestros deseos y de nuestros miedos, principalmente, porque cualquier cosa la podemos asociar a algo que nos gusta o a algo que no nos gusta. Yo pongo aquí una cucaracha y tú puedes salir corriendo o cogerla. Depende de lo que pienses. Puedes pensar que es un bicho repugnante, asqueroso, o puedes pensar que es un insecto insignificante que podrías aplastar si quisieras. Si te pones histérico y no puedes pensar, ahí es cuando entra la hipnosis clínica. Ahí regresas y buscas el punto de por qué le tienes asco o miedo a esta cucaracha, cambias la conducta en tu subconsciente y desaparece la fobia.
Haces una reprogramación…
Haces una reprogramación en el subconsciente. Exacto. Es una de las cosas para las que se ha usado principalmente la hipnosis clínica. Normalmente las fobias se crean en un segundo. Por ejemplo, vas a un sitio, levantas una caja o un papel y te salen cientos de cucarachas. Te da un susto que te vas corriendo y ahí les has cogido asco para toda la vida, ¿y toda la vida estarás con asco y repugnancia por algo que ha pasado en un segundo? Es absurdo, ¿no? Pues eso se puede quitar. Hay diferentes formas.
¿Y no puede ser que tengas una fobia irracional?
No. Siempre hay un por qué. Si subes por primera vez a un avión y lo pasas mal es porque ya estás condicionado previamente y ya piensas que va a subir y va a pasar algo, o tienes ya en la mente que el avión está en el aire y en el aire te puedes caer. No tienen una experiencia previa pero ya tienen la experiencia de otras personas, han oído comentarios u otras vivencias. Uno puede cambiarle la conducta y hacerle entender que no va a pasar nada, que un avión es más seguro que un coche. Se lo tienes que hacer entender en un estado de trance y colocar esa idea en su subconsciente.
¿Y por qué no hay más sitios de hipnosis clínica? Parece la panacea…
Porque la hipnosis de espectáculo ha hecho mucho daño. Todo el mundo rápidamente relaciona hipnosis con hacer la gallina o ver a todo el mundo desnudo, o tiro papeles al suelo y crees que son billetes y haces el mono para recogerlos. Y esto ha hecho mucho daño. También, como la hipnosis se sabe que existe pero hasta hace no poco no se ha sabido por qué, pues ha estado un poco como aparcada. En otros países sí que se usa mucho la hipnosis, y en otros es ilegal. Depende de la cultura y otras cosas. Aquí por ejemplo no está muy bien vista todavía. Algún centro odontológico la empieza usar. Poco a poco.
¿Y de dónde vienen entonces los pensamientos?
Cada imagen, cada información que cogemos va directamente a nuestro subconsciente aunque no lo apreciemos. Por nuestros cinco sentidos, cada segundo que pasa, cogemos millones de datos, información que ahí se queda. Otra de las cosas de las que hablaba antes de por qué no creo en lo paranormal… casos de exorcismo, por ejemplo, o de esquizofrenia o de otros síntomas mentales. A veces se dice “Ha descrito un sitio en el que no ha estado o ha hablado una lengua que no ha hablado nunca”. Pero claro, ¿eres capaz de decirme todas las fotos o películas que ha visto esa persona a lo largo de su vida?. ¿En una película no han hablado una lengua que esta persona no conocía? Esto ha quedado en su subconsciente. No lo sabe pero ha quedado ahí. Y cuando entran en este estado de esquizofrenia, esto fluye y sueltan cosas que no saben que las han oído hace muchos años o que las han leído en un cartel o las han escuchado en una película o en la tele.
¿Qué representa para ti un espejo?
Simplemente lo que es: algo que refleja lo que hay, algo que refleja lo que estás viendo, a ti y todo lo que tienes detrás. Y algo confuso a la vez. Algo confuso si intentas prestar más atención de la que quieres. Porque claro, en un espejo, si tú eres diestro, eres zurdo. Si vas para adelante vas para atrás. Con lo cual es un sitio en el que te lo puedes pasar muy bien, pero no tiene ningún misterio.
¿Alguna vez has perseguido un conejo blanco?
No. Soy anti chisteras, anti conejos y anti varitas mágicas.
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