Entre los humanos y los chimpancés hay sólo 1,2% de diferencias genéticas. La separación con nuestros parientes evolutivos no es demasiada, aunque, tal como sucede con cualquier pariente, apreciamos un aceptable nivel de distancia. Pero ¿qué pasaría si la brecha disminuye? El planeta de los simios: revolución -que se estrena en Chile el 1 de septiembre- se adentra en el miedo de que nuestros parientes primates se transformen en furiosos gemelos biológicos. Es una historia estilo "origen de las especies": el filme es una precuela del clásico de 1968, que presentaba a un hombre moderno viajando por el tiempo y el espacio para toparse luego con el escenario evolutivo más impresionante.
La nueva cinta narra la historia del científico Will Rodman, interpretado por James Franco, quien usa simios para realizar estudios sobre Alzheimer encargados por una farmacéutica. Al hacerlo, genera a César, un chimpancé con poderes cognitivos a la par de los nuestros.
El director ambienta su película en la época actual, invitando a imaginar la inminente realidad de su premisa. Aspectos del filme parecen muy creíbles. Hemos mejorado animales y humanos por años, con técnicas como la reproducción selectiva -que nos trajo "perros de diseño", como el Puggle- y el desarrollo de la droga Provigil que combate cuadros de excesiva somnolencia en quienes padecen narcolepsia. Y los científicos les han enseñado a los simios a comunicarse con lenguaje de señas, como lo hace César.
Es más, hay una perturbadora validez a la ciencia que se ve en pantalla. La técnica usada para tratar el Alzheimer en la cinta ya ha sido probada en laboratorios. Los científicos pueden diseñar lo que equivale a un sistema de reparto genético: un virus es enviado al cerebro, para infectar ciertas neuronas con el material genético deseado. Tras la transferencia, esos genes pueden cambiar o mejorar el funcionamiento cognitivo.
Esto se ha hecho de forma experimental, dice Lary Walker, del Centro Yerkes de Investigación en Primates, en la U. Emory (EE.UU.). Pero usualmente en ratones; nunca en simios. Y los resultados no son tan extraordinarios o rápidos como los del filme. "La idea de que al día siguiente serán Einsteins o que en algún momento llegarán a serlo, no es algo que vaya a ocurrir", afirma.
Tal como el personaje de Franco, Walker es investigador en Alzheimer. Pasó parte de su carrera en el área farmacéutica antes de volver a la universidad. Si bien rechaza cualquier comparación con el protagonista del filme, sí les da a los realizadores crédito por sus guiños a la realidad. "Hicieron su tarea. Pero cuando evalúas el tema a nivel general, todo se cae a pedazos. Al final, es ciencia ficción con acento en la ficción", indica.
Sin embargo, hay científicos que están alzando la voz por la posibilidad de que la vida real imite a la película. Un reporte publicado en julio por la Academia de Ciencias Médicas del Reino Unido alerta contra ciertos estudios que incorporan material genético humano en células animales, afirmando que "hay una preocupación kafkiana que necesitamos abordar seriamente, junto con el miedo de que la investigación médica que crea animales 'humanizados' llegue a desarrollar 'monstruos'". La 'preocupación kafkiana' alude a una historia de Kafka de 1917 titulada Un reporte a una academia, sobre un simio que recibe un disparo, es capturado y entrenado para volverse humano.
La revista Nature publicó un reporte en 2010, donde sugiere que los primates no humanos con secciones de ADN humano implantados en sus genomas durante su fase embrionaria -a través de un proceso llamado transgenia- podrían desarrollar conciencia propia, "para apreciar las formas en que sus vidas están circunscritas y para sufrir la carga sicológica que ello implica".
"Esa es la preocupación ética: que generemos una criatura así", dice la doctora y bioética Marilyn Coors, coautora del reporte. "Si fuera consciente en términos cognitivos, no querrías ponerla en un zoológico. ¿Qué tipo de crueldad sería esa?", agrega.
Aunque Walker no sabe de nadie que realice estudios para mejorar funciones cognitivas en simios y Coors no tiene información sobre simios transgénicos, Coors recalca que teóricamente los científicos tienen la capacidad técnica para crearlos. La investigación transgénica se práctica comúnmente en ratones o en otros roedores. Pero animales más cercanos a nosotros son el siguiente paso: en 2001, los científicos crearon el primer mono transgénico y en 2008 investigadores que estudiaban la enfermedad de Huntington produjeron un mono rhesus transgénico.
Los monos (que se distinguen por tener cola) son razonablemente cercanos a los humanos en términos biológicos, pero menos que los grandes simios presentados en el filme: gorilas, orangutanes y chimpancés. Más allá de la ética, Coors dice que los estudios en simios son caros, el período de gestación es largo y difíciles de justificar, porque no hay métodos estándares de medir un aumento cognitivo en un simio. Aún así, señala, EE.UU. tiene "uno de los ambientes más relajados para investigación en primates no humanos". En el Reino Unido, el uso de grandes simios está prohibido en la mayoría de los estudios.
En la edición de abril de la Revista de Etica Médica, el director de ética clínica de la U. de Duke (EE.UU.), Philip Rosoff, escribió que si un estudio se ve lo suficientemente prometedor los científicos intentarán llevarlo a cabo, pese a objeciones éticas extremas."Supongo que es posible que dichos animales mejorados cognitivamente puedan recuperarse del procedimiento en sí, cualquiera que sea, e inmediatamente comiencen a 'actuar como humanos', pero ese caso es improbable", señala el reporte. Al no tener a nadie que los entrene en su habilidad lingüística, como sí lo tienen los infantes humanos, los chimpancés jóvenes -más allá de lo inteligentes que sean- carecerían de los condiciones ambientales apropiadas para comunicarse por sí mismos.
"Los miedos están ahí, pero la posibilidad de que este trabajo genere alguna especie híbrida en algún momento del futuro, tal como lo representa esta película, es muy lejana... si es que alguna vez ocurre. Pero es algo que, como científicos, debemos analizar", afirma Walker. Tal vez, sugiere, él y sus colegas del laboratorio irán juntos a ver la película. Al menos, se trata de un entretenido experimento teórico.
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