miércoles, 11 de marzo de 2009

Es como en aquellos veleros de tres mástiles del siglo XVIII. Cuando un percance dañaba el casco, una cuadrilla de carpinteros acudía a poner un parche, pero de nada servía poner un parche cuando la madera estaba podrida, y lo que ahora sucede en el sistema es que su estructura se está deshaciendo, por lo que la liquidez de nada, al final, va a servir: va a ser fagocitada por el hambre de liquidez que los prolegómenos de la crisis están multiplicando, de tal modo que esos aportes de pasta se van a ir filtrando por las rendijas hasta que de ellos nada quede.

El problema es mucho más simple de explicar. Al final de toda la requeteingeniería financiera que se ha creado alrededor de las hipotecas basura (y de todas las operaciones de crédito del mundo mundial), al final, tan sólo queda una cosa: una persona, una familia o una compañía que ha de pagar su cuota mensual, trimestral o semestral del crédito. Si la persona, la familia o la compañía no pagan, todo el tinglado se viene abajo; y eso es lo que está empezando a suceder: que la persona, la familia o la compañía que tenían que pagar no están pagando porque no pueden pagar. Punto.

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