lunes, 11 de mayo de 2009


La magia transnatural o metafísica, también llamada Teurgia, que a través del culto e invocaciones, hace del espíritu humano un receptáculo y sabedor de múltiples cosas propias de los dioses, los demonios (daimón, espíritu) y los héroes. Pero destaca Bruno el peligro de la Teurgia al mencionar la que llama “magia de los desesperados, los que conjuran y concretan demonios malignos.

La nigromancia consiste en la invocación, a través de demonios, de las almas de los difuntos, para que ellos ayuden en la interpretación de sus cadáveres, buscando adivinar y conocer sobre las cosas ausentes y futuras.

Existen asimismo encantamientos provocados a través de indumentarias u objetos que hayan estado en comunicación por contacto con una persona. Dichos encantamientos suelen utilizarlos los magos maléficos o los emponzoñadores que aspiran a la muerte de sus víctimas; pero también son armas útiles para los médicos.

Y por último, los adivinos de cosas ausentes o futuras a través de variados medios: por los cuatro elementos (piromancia, geomancia, hidromancia…); o por la observación de las cosas físicas, matemáticas o divinas (augures, arúspices, geomantes que usan números, letras, figuras, astros, profetas).

También cabe la indigna denominación de mago para el necio o maléfico que, por comercio o pacto con demonios malignos, está facultado para favorecer o dañar.

De las exposiciones anteriores se desprende aquel que Giordano Bruno denomina el “Axioma de los mago”, y es saber que Dios influye en los dioses, los dioses en los astros, que son números corporales, los astros en los demonios que son habitantes y cultivadores de los astros, entre los que se cuenta la tierra, los demonios en los elementos, los elementos en los mixtos, los mixtos en los sentidos, los sentidos en el alma, el alma en el animal entero; y este es el descenso de la escalera. El ascenso que es obra del mago verdadero, es el camino inverso.

En la magia tienen suma importancia los demonios, guardando para esta palabra el viejo significado que le daban los griegos, como espíritu de la naturaleza. Es inmensa la variedad de estos demonios, y variados también los vínculos que el hombre puede establecer con ellos. Por lo mismo que los demonios están constituidos por materia, aunque en diversos grados de sutileza, pueden ejercer influencia sobre este mundo, y lo hacen en relación inversa a la potencialidad del hombre-mago: a mayor desenvolvimiento del espíritu y de la voluntad humana, el influjo de los demonios es menor.

Lo más interesante del planteamiento de Bruno es el caso de los demonios que presiden ciertas etapas históricas, que velan por determinadas formas de Estado, de cultura, salvaguardando imperios. Ellos viven periodos distintos a los de la vida humana. Actúan como “ideas” que conforman una determinada época, o que dan consistencia espiritual a un pueblo. Este hecho destaca aún más la importancia de conformación del mago, del hombre evolucionado, ya sea para aprovechar el impulso de los demonios benéficos, como para soslayar las malas influencias, evitando no sólo el mar de una persona sino de pueblos enteros.

LA MEMORIA MÁGICA

Es quizás la aportación más original y profunda de Giordano. Para él, la memoria humana no es otra cosa que el modo temporal que refleja el entendimiento universal —acto puro e instantáneo—. La memoria pretende poder en acto aquello que se halla en potencia en las difuminadas cavernas del recuerdo.

La memoria mágica es la memoria de la imaginación que resuena en armonía con la naturaleza.

Desde la Grecia Clásica nos llegan noticias del uso de la imaginación como instrumento de la memoria. El gran orador Cicerón recomendaba, para recordar las partes de un discurso, proyectar con la voluntad imágenes en un recorrido real o ficticio. Al rememorar dicho recorrido, las imágenes aparecerían de forma natural y espontánea.

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