viernes, 21 de noviembre de 2008

Blues


Es un bluesman: Eleva su guitarra, toca a destiempo, alarga las notas. En vivo, toca con tal fervor sus blues, que hace levitar al público: la música lo transporta. Luego reconoce que se perdió muchas veces en un solo. Para el público, es prodigioso. Eric no sigue, ésta vez, la tradición del blues negro: Sus grandes estrellas, entonces, suelen ser escuetas con la guitarra. Él ama la pirotecnia: lanza cascadas de notas largas, pulidas, apasionadas. Toca para sí.

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1 comentarios:

Blogger 7roles ha dicho...

La imagen que no nos inquieta es una imagen hueca. Pero Alexanco sabe también que "ninguna representación se da aislada, sino que arrastra tras de sí una serie que tiene en ella su punto de partida" (1 ), y por eso sus imágenes nunca desaprovechan la eficacia de ese poder de arrastre que se suele multiplicar gracias al orden que las necesidades le concede. Series en las que ninguna de las piezas nos aburre, donde se evita el cansancio que produce la reiteración y se mantiene alerta la excitación. Lo que nuestro amigo el filósofo Ignacio Gómez de Liaño llama el cultivo ordenado de la excitación. ( Mientras escribo de las cuatro estaciones invocadas por Alexanco, he puesto a sonar a Vivaldi. Se superponen así en mi memoria dos abstracciones poderosas, la de la músico y la de la pintura, y percibo como ambas persiguen por igual sumergirnos en una mismo realidad arquetípica, que no dejan de evocamos con su magisterio oblícuo. Son dos formas convergentes de ensancharnos el conocimiento, y gracias a ese enriquecimiento ganamos placer. Shelley hablaba de la poesía como un alimento nuevo que ampliaba la ya vasta imaginación de los hombres (3). Y como si de un método gimnástico se tratara, ejercitar con ellos la imaginación es también una deleitosa manera de fortalecería.

21 de noviembre de 2008, 7:38  

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