viernes, 21 de noviembre de 2008


Leyendo el Antimanual de Filosofía

Michael Onfray, francés, es doctor en filosofía, es autor de una veintena de libros, escribiendo filosofía para todos.

Es una persona categórica en sus juicios, los que considero muy interesantes y que sirven para la reflexión.

En su libro denominado Antimanual de Filosofía que ha sido un éxito en ventas, discurre en los más variados temas que cruzan el quehacer filosófico, recomiendo comprarlo y he tomado de muestra algunos párrafos del capítulo de este antimanual que es destinado a la verdad

¿Hay que ser obligatoriamente embustero para ser Presidente?

Más bien, eso ayuda. Mal imaginamos cómo un hombre decidido a sacrificar su vida a la verdad podría hacer una carrera política, ya sea en el más bajo escalafón o en la cima.

Pues, en materia de política, no existen más que dos cuestiones. ¿cómo acceder al poder? Y una vez alcanzada la cima, ¿cómo mantenerse en ella? Las dos interrogantes tienen la misma respuesta. Todos los medios son buenos.

Llamamos maquiavelismo a este arte de apartar completamente la moral para reducir la política a puros problemas de fuerza. En otros tiempos, principalmente los del decir popular: el fin justifica los medios: todo es bueno, con tal de que se obtenga lo que se perseguía. Desde esta perspectiva, la mentira proporciona un arma temible y eficaz.


El motor de los mentirosos
...

Cuando esas mentiras han seducido suficientemente a los electores como para que el poder no sea un objetivo, sino una realidad, se trata, segundo tiempo importante de la acción política en las democracias modernas, de mantenerse en su lugar. ¿Cómo quedarse? ¿De qué manera llegar hasta el final? ¿No irse? ¿Volver lo más rápido posible? Las mismas respuestas que en el caso precedente: todos los medios son buenos y, entre ellos, la mentira. Pues ningún político dice amar el poder por el disfrute que su ejercicio procura, nadie dice gustar de ese fuerte alcohol por la embriaguez que proporciona, sino que todos hablan de su obligación de permanecer por el bien de Francia y los franceses5, para terminar lo que no ha dado tiempo a hacer, para realizar lo que no se ha tenido tiempo de hacer a causa del destino, de la fatalidad, de los otros, de la coyuntura –nunca de uno mismo.

Siempre triunfa la voluntad particular en detrimento del interés general. Las células de información y de comunicación de las instancias de poder –el Estado o el Gobierno- ceban a los periodistas con informaciones creadas para seducir. Mentira, todavía allí, asociada a la propaganda, a la publicidad, llamada hasta hace poco reclamo. El verbo sirve para perjudicar, las palabras de un hombre de la oposición salen de su boca como si la realidad del poder no existiese, y valen para aumentar las promesas electorales, para dar lecciones, criticar, anunciar que se hará mejor, etc. Las declaraciones de un electo en el ejercicio del poder dan siempre la impresión de que se ha quedado en la oposición. Porque la función política obliga a una mentira particular, caracterizada por una práctica sofística.

Celebración del envoltorio, desprecio del contenido

Los sofistas eran grandes enemigos de Platón (428-347 a.de C.). para ellos, lo esencial reside en la forma, nunca en el fondo: poco importa lo que se dice, el contenido, el mensaje, el valor de la información o lo que las palabras anuncian para el futuro, pues sólo cuenta la forma, la manera, la técnica de exposición.

Antepasados de los publicistas, preocupados únicamente por vender un producto y atraer la atención sobre el envoltorio más que sobre el contenido, esos filósofos cobraban un alto precio por enseñar a hablar, exponer, seducir a la muchedumbre y asambleas sin ninguna consideración por las ideas transmitidas.

El conjunto de los combates de Sócrates y Platón, su portavoz, persigue a esta calaña, esta profesión singular.

El arte de la política es un arte de la sofística, por lo tanto, de la mentira.

Para disimular esta evidencia, algunos teóricos del derecho incluso han forjado el concepto de razón de Estado, que permite justificar todo, sostener el silencio, intervenir como más alta instancia en el curso normal de la justicia, clasificar asuntos secretos de defensa o de Estado, negociar con terroristas a los que se pagan tributos o con Estados sanguinarios, pasar contratos discretamente para vender armas a los gobernantes oficialmente enemigos, porque contravienen el principio de los derechos del hombre, pero oficiosamente amigos, cuando pagan en moneda fuerte.

Libro notable, que no sólo se cuestiona acerca del comportamiento político, sino que nos hace reflexionar acerca de situaciones actuales.

Me pareció muy interesante el capítulo ¿Por qué vuestro instituto está construido como una prisión? Debieran incluirlo en los planes de estudios en los colegios, para que a futuro podamos tener ciudadanos con autodisciplina y libres y no "normalizados".

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