sábado, 26 de junio de 2010

Reflexiones sobre Google y el De Vinculis in Genere de Giordano Bruno

Reflexiones sobre Google y el De Vinculis in Genere
de Giordano Bruno


El gigante de internet tiene acceso a fotos e imagenes subidas en los albunes de picasa, Documentos importantes y confidenciales en google docs, historiales de todas las busquedas realizadas en la web, rutas habituales buscadas en google maps, Todos los correos de gmail, videos colgados en youtube, palabras traducidas (google translate), Suscripciones a paginas (google reader), tu blog (blogger) los grupos a los que estas suscrito (google groups) Todas las citas y eventos de cada dia en tu vida personal (google calendars) Conversaciones habladas y escritas (google talk) y ahora con con google public DNS google sabra todas las paginas que visitas a lo largo del dia, esto significa que google sabe mas de nosotros que nosotros mismos, La G gigante seria capaz de crear un perfil de personas de todo el mundo en que habria datos de nuestros gustos, aficiones, aspiraciones, y todo lo relacionado con nuestra vida privada. En definitiva se podria calificar a google como el mayor espia del mundo.El hombre creado por la naturaleza como un ser que "desea" e intenta hallar satisfacción y completitud fuera de sí mismo, está en el centro de la obra de Giordano Bruno. El deseo humano es de naturaleza conectiva, busca la unión, es por lo tanto primariamente erótico -en el significado más espiritual y abarcador de la palabra- y puede abarcar tanto los elementos instintivos como las contemplaciones místicas. Por esta razón, en su variadas características, el Eros es capar de crear imagenes mentales fantasiosas tanto en la propia mente (como originador) como en la de los demás (aquellos que, en tanto que amados, se benefician del Eros de sus amantes). Esto es así porque el Eros es una experiencia que puede encenderse y transportarse a la psique de otras personas.

En las relaciones interpersonales esta capacidad de sugestión erótica posibilita la creación de vínculos y lazos con sus diversas formas, como por ejemplo, entre dos amantes, dos amigos, entre los miembros de un partido político, entre un líder y sus seguidores. Y en política es el Eros -y no la razón como pretendía Aristóteles- lo que constituye la esencia del tejido de conexiones que mantiene unidas a las partes del todo, es decir, la sociedad. Visto desde este ángulo, el punto de encuentro entre quienes ejercen el poder y quienes lo aceptan encuentra un lugar de compensación y equilibrio - el llamado "consenso". El político no basa sus decisiones tanto en la fuerza y la violencia como en el arte del consenso. Y el político puede lograr esto si toma en cuenta la voluntad del pueblo. Un gobierno con consenso sobre las garantías mutuas -esto es lo que vemos en las democracias avanzadas, a pesar de todas las distorsiones.

Los países democráticos avanzados suelen encargar sofisticadas y detalladas investigaciones de mercado acerca de todo: a fin de interpretar los gustos y tendencias de sus ciudadanos y, sobre todo, a fin de entender sus deseos ocultos, sus placeres secretos. La publicidad está llena de mensajes eróticos, algunos evidentes, algunos subliminales. Es un gobierno mediante la manipulación de sus consumidores y mediante la inducción de estilos de vida. Básicamente, el giro de la lógica de Maquiavelo hacia la de Bruno consiste en una recalibración de la imagen del hombre y de cómo funciona en sociedad. Desde la fuerza bruta de Maquiavelo con un infinito potencial para el vicio y la virtud hacia la capacidad de deseos e infinitud de Bruno.
La fuerza impulsora es el Eros, con todas sus variaciones, y con su impacto sobre la mente racional e imaginativa. Es la imaginación la que conquista el trono político, no la fuerza. Y así el político deviene el relojero de las aspiraciones y los sueños del hombre, de los clubs, las asociaciones y de los grupos sociales. Su meta es crear, identificar, canalizar y guiar los deseos que brotan de la naturaleza erótica del hombre. Además de la reflexión este sistema tiene un elemento "operativo". Es aquí que el político/filósofo asume el rol del artista/mago. El líder moderno asume el poder, pero no a la rígida manera de Maquiavelo ni en las variaciones de príncipe-partido de Gramsci. Para Bruno, lograr y mantener el poder es una operación "mágica" (en el verdadero sentido de la palabra) porque mientras la meta es la misma (tener control de la situación) lo que cambia es el medio (la persuasión).
Así como un amante arroja una red mágica alrededor del objeto/sujeto de su amor con gestos, palabras, servicios y regalos, así "el mago de la sociedad" arroja la red de su visión fantasiosa sobre el mundo para capturar su "presa" logrando su consentimiento. En la visión de la república de Maquiavelo, el ciudadano es, en el mejor de los casos, un sujeto complaciente; en la de Bruno el ciudadano es un enamorado que debe ser conquistado y seducido. Bruno llama a esta cadena de operaciones "vinculare" (vencer, "vincere") y a sus procedimientos les da el nombre genérico de lazos, es decir "vincula". La política no es la ciencia de Maquiavelo del mando y el poder, sino el arte de entender cómo manipular la mente de los pueblos y los individuos. Bruno trata con la situación desde el punto de vista del manipulador. Es el teórico por excelencia de la política moderna.
Siglos más tarde será Sigmund Freud (en su famosa obra sobre la psicología de las masas y el análisis del ego, 1921) quien estudiará los mismos fenómenos psicológicos y la relación entre el poder desde el punto de vista de los individuos (y no de los políticos), las masas y el individuo. Mientras que el Príncipe de Maquiavelo es el antepasado del político-aventurero, el mago de Bruno es el prototipo de los sistemas impersonales de los medios masivos, auto-censura, manipulación global y trust del cerebro que fascinan y controlan las masas en las democracias occidentales. La capacidad del mago de controlar a los ciudadanos está en directa proporción a su conocimiento de ellos y su capacidad de captar lo que más desean. Y esto se aplica tanto a grupos de ciudadanos tomados como un todo como a cada ciudadanos individual. Toda la humanidad se cuela a través del embudo amor-Eros, reconocido como más poderoso aún que la voluntad.
En este sentido Bruno es el adversario más fuerte de Nietzsche y del nihilismo, puesto que el principio amor-Eros es un principio universal que liga todo en el universo con todo en el universo y por ello con su creador, con quien todo está ligado. El deseo de poder del hombre de Nietzsche halla satisfacción en el abismo, en el cual se hunde debido a una falta de apoyo de metas ulteriores. El hombre erótico de Bruno, en cambio, no es ni lúbrico ni satánico. Puede amar la riqueza, el sexo y el poder en sus variadas formas, tanto erótica como voluptuosamente, pero estas dimensiones, que últimamente son solo marginales, no agotan su impulso.
De acuerdo a Bruno todo remite nuevamente al amor como la esencia vital del universo . ¿Y qué hay acerca de los celos? Es el amor de sí de alguien que no tolera la superioridad o la calidad en los demás. ¿La modestia? Es el amor a la honestidad. ¿El odio? es el opuesto del amor. En términos neoplatónicos, Bruno remite todas las formas de emoción, sentimiento y humanidad al Eros, el único daemon magnus. Si todo es variación de un único tema y todo remite al Eros universal, aquellos que lo poseen y lo entienden son capaces de poseer y dominar todo en el mundo, incluso las relaciones interpersonales e intersubjetivas. El De vinculis in genere enumera, estudia e interpreta (desde un punto de vista mágico e interesado) todo tipo de relación posible entre individuos y grupos de individuos. Por lo tanto es un catálogo enciclopédico, un manual práctico -de hecho, el manual- para conseguir esta forma superior de conocimiento que une la ciencia y el arte en una suprema síntesis.

El mago de Bruno es el pozo en el que todos los ríos subterráneos del Eros individual y social se unen en una trama infinita de conexiones. En los Estados Unidos (la democracia occidental cuyas políticas internas han aplicado y aún aplican los procedimientos descritos en el libro de Bruno) la búsqueda de poder y su afirmación se hace sobre la base del consenso. El Eros del hombre, la imaginación y la fe son los tres fundamentos de este trabajo detallado de conexión progresiva. Son los tres pilares sobre los que trabajan incesantemente cada día los institutos de investigación para controlar los cambios sociedades en América. Los políticos y los financieros consideran los resultados de estos estudios como oráculos, y los usan para desarrollar sus estrategias. En 1974, después de las primeras tensiones serias en las crisis del Oriente Medio y del petróleo, el Instituto Gallup, después de una encuesta, indicó que el 56% de la población norteamericana apreciaba más a los actores que a los políticos, quizás porque estos últimos están más dispuestos a hacer concesiones que ciertos pistoleros de celuloide.

Si revisamos la historia reciente de los Estados Unidos, veremos que entre los políticos que siguieron a la encuesta está como presidente el ex actor Ronald Reagan y que el actual gobernador de California, Schwarzenegger, también fue actor. El poder moldea y vuelve a moldear hasta que toma la forma del amado o del amante porque su razón de ser es su supervivencia y su ampliación hacia la satisfacción erótica y espiritual. Hoy en día el consenso es el arma que de esto modo permite un creciente desarrollo de las partes con disfrute recíproco y sin derramamiento de sangre. Pero mucho más podría decirse sobre el "orgasmo" consensual entre los políticos electos y el cuerpo electoral. Como señaló Wilhelm Reich en su obra sobre la psicología de masas y el fascismo, es un orgasmo que bajo los regímenes nazi y estalinista se transformó en un trance colectivo. Es aún tema de debate y reflexión entre los académicos de la universidad de Londres ver hasta qué punto este tipo "bruniano" de acoplamiento erótico universal de políticos y sociedad es democrático en contenido, dado su temor a desviaciones dictatoriales, totalitarias o incluso populistas, en su aplicación. Estos académicos, y entre ellos Dahrendorf, y el ahora fallecido Eliade y su discípulo Culianu, son sólo los últimos estudiosos que consideran el "De Vinculis in Genere" una obra maestra. Los primeros en reconocer la importancia del texto de Bruno fueron los rosacruces, tal como lo indican los textos sobre la historia del movimiento, de P. Arnold y de F. A. Yates.

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lunes, 21 de junio de 2010

Salud de Gustavo Cerati: "Su caso es un gran desafío para la rehabilitación"

4/6/2010

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El objetivo final de todo proceso de rehabilitación es mejorar la calidad de vida de la persona con discapacidad y reintegrarlo a su familia, trabajo y sociedad en la medida de sus posibilidades, desarrollando al máximo su potencial de recuperación.
Revisa las actividades universitarias en la Agenda Universia
Según la jefa del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Clínico Universidad de Chile, fisiatra Loreto Vergara, debido a lo extenso de la lesión del cantante, “no podemos anticipar cual será el grado de recuperación neurológica que tendrá, en relación al movimiento, lenguaje y comprensión, y por ello representa un gran desafío para la rehabilitación. Si se aúnan los esfuerzos de un equipo multiprofesional formado por médicos fisiatras, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, neuropsicólogos y su familia, trabajando con una gran intensidad y alta frecuencia de tratamiento (diariamente de 4 a 6 horas), estimulando los mecanismos de neuroplasticidad del cerebro, podremos obtener los mejores resultados”, comenta la especialista.

En cuanto a su rehabilitación, ésta se inicia precozmente desde el momento de su accidente cerebro vascular para prevenir complicaciones derivadas de la inmovilización prolongada, como son mantención de la movilidad articular, prevención de lesiones en la piel, procesos de trombosis venosa de extremidades, asistencia kinésica respiratoria para evitar problemas a nivel de pulmón por dificultad para eliminar secreciones y poder realizar inspiraciones profundas, estimulación sensorial, etc. Igualmente, se necesita que recupere su conciencia y esté estable desde el punto de vista neurológico y médico, para iniciar el trabajo de rehabilitación activa, dirigido al manejo de los problemas que presente, como son imposibilidad de mover el cuerpo en el lado derecho, conocida como hemiplejia, dificultad en la comunicación y lenguaje (afasia y/o disartria),dificultad para tragar (trastorno de la deglución), alteraciones en la sensibilidad, alteraciones de control de esfínteres, problemas en su pensamiento (atención, memoria, contenido, razonamiento, planificación y ejecución de tareas) y trastornos del ánimo asociados, indica la Dra. Loreto Vergara, fisiatra del hospital Clínico Universidad de Chile.

“Al principio se busca lograr control de la postura, que sea capaz de afirmar su cabeza y tronco, para poderlo sentar en una silla de ruedas, lo que le permite con mayor facilidad el recibir los estímulos que provienen del ambiente y el trabajo de brazos de acuerdo a la función que tenga. Dado que el cantante Gustavo Cerati es diestro y su hemiplejia es derecha, habrá que realizar un cambio de lateralidad y entrenar el uso de su brazo izquierda para que realice en forma independiente sus actividades cotidianas (alimentación, higiene facial, vestuario superior, etc.). En relación al trastorno de lenguaje y dificultad para tragar habrá que evaluar el compromiso en estas áreas y realizar tratamiento específico con fonoaudiológico, que es parte importante del equipo. En este aspecto son una gran ventaja las habilidades musicales de Cerati, ya que el desarrollo musical esta en una zona diferente del cerebro que el lenguaje y a través del estímulo musical se podría lograr mejorar la comunicación”.

En relación a las alteraciones del pensamiento, la Dra. Vergara señala que “se debe evaluar cuáles son los problemas y hacer un adecuado manejo de ellos, actividades realizadas en conjunto con neuropsicólogos y terapeutas ocupacionales. En relación a los trastornos del ánimo hay que manejar con apoyo farmacológico la depresión que suele acompañar la pérdida de funciones ya que esta puede ser un obstáculo importante para la rehabilitación. Es muy importante en este proceso de rehabilitación incluir al paciente y a la familia, los que serán parte del equipo y fundamentales en todas las etapas. Deben comprender en que consiste la enfermedad y el proceso de rehabilitación, deben saber que la rehabilitación es un proceso complejo y largo, que requiere de trabajo constante y paciencia y que se puede extender en su etapa inicial los seis primeros meses”.

A medida que Gustavo vaya cumpliendo las metas propuestas, “se irán planificando nuevos objetivos como pueden ser el ponerse de pie y caminar. En caso de que su recuperación sea mínima, la rehabilitación también se preocupa de enseñar a la familia como deben ser los cuidados de la persona para prevenir complicaciones mayores, se toman importantes decisiones como es la forma de alimentación, que en casos severos será a través de una sonda ubicada directamente en el estómago con salida al abdomen y evaluar la necesidad de cuidados por terceras personas diferentes al grupo familiar. Otras intervenciones importantes de destacar son las modificaciones ambientales que será necesario realizar en el hogar del paciente para facilitar sus actividades y disminuir los riesgos de accidentes y caídas”, afirma.

El objetivo final de todo proceso de rehabilitación es mejorar la calidad de vida de la persona con discapacidad y reintegrarlo a su familia, trabajo y sociedad en la medida de sus posibilidades, desarrollando al máximo su potencial de recuperación.

Edición: Universia / RR

Fuente: Hospital Clínico Universidad de Chile

Doctora califica caso de Cerati como "un desafío para la rehabilitación"


La fisiatra Loreto Vergara cree que con un trabajo intensivo y multiprofesional se pueden obtener "los mejores resultados", de acuerdo con el potencial de recuperación del artista. Aún no hay información oficial sobre posibles secuelas.
Emol
Lunes 14 de Junio de 2010 16:26
Según la fisiatra Loreto Vergara, las habilidades musicales de Cerati podrían ser un factor de gran ayuda en su rehabilitación. 
Foto: EFE
SANTIAGO.- Gustavo Cerati despierta. Primero, un escueto comunicado dice que presenta leves mejorías en su condición. Luego, el músico Leo García dice que reaccionó a sus propias canciones, moviendo los labios y la cabeza.

El ex líder de Soda Stereo sigue en terapia intensiva en el Instituto Fleni de Buenos Aires, pero las señales indican que el próximo paso tras el gravísimo infarto cerebral que sufrió el 16 de mayo en Caracas, podría comenzar pronto. Se trata nada menos que de la rehabilitación.

Al respecto, la jefa del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Clínico Universidad de Chile, la fisiatra Loreto Vergara, cree que el caso de Cerati contituye "un gran desafío" para la especialidad, y que con un trabajo intensivo y multiprofesional se podrían obtener "los mejores resultados".

Debido a lo extenso de la lesión del cantante, "no podemos anticipar cuál será el grado de recuperación neurológica que tendrá, en relación con el movimiento, lenguaje y comprensión, y por ello representa un gran desafío para la rehabilitación. Si se aúnan los esfuerzos de un equipo multiprofesional formado por médicos fisiatras, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, neuropsicólogos y su familia, trabajando con una gran intensidad y alta frecuencia de tratamiento, estimulando los mecanismos de neuroplasticidad del cerebro, podremos obtener los mejores resultados", comenta la especialista.

Vergara explica que hay un trabajo que se inicia a las pocas horas del accidente cerebrovascular, para prevenir complicaciones derivadas de la inmovilización prolongada.

Luego, una vez que el paciente recupera la conciencia y tiene mayor estabilidad, se inicia la rehabilitación activa, que en trabajo intensivo suele extenderse por 4 a 6 horas diarias.

Los ejercicios se dirigen a secuelas como imposibilidad de mover un lado del cuerpo, dificultad en la comunicación y lenguaje, dificultad para tragar, alteraciones en la sensibilidad, problemas en el pensamiento (atención, memoria, contenido, razonamiento, planificación y ejecución de tareas) y trastornos del ánimo asociados.

"Al principio se busca lograr control de la postura, que sea capaz de afirmar su cabeza y tronco (...) Dado que Gustavo Cerati es diestro y su hemiplejia es derecha, habrá que realizar un cambio de lateralidad y entrenar el uso de su brazo izquierdo para que realice en forma independiente sus actividades cotidianas", explica Vergara.

Sobre el trabajo en el lenguaje, la profesional asegura que "en este aspecto son una gran ventaja las habilidades musicales de Cerati, ya que el desarrollo musical está en una zona diferente del cerebro que el lenguaje, y a través del estímulo musical se podría lograr mejorar la comunicación".

Aunque los diagnósticos presuntivos de decenas de profesionales del continente, coinciden en que el cantante tendrá algunas secuelas serias (por ejemplo, falta de movilidad en el lado derecho), aún no hay información oficial sobre qué consecuencias específicas tendrá el grave accidente cerebrovascular en Cerati. De esa determinación, dependerán en gran medida los trabajos de rehabilitación que se realicen.

jueves, 17 de junio de 2010

Universidad Giordano Bruno@

Universidad Giordano Bruno@
Apuntes de clases


 Las puertas por las que el cazador de almas arroja sus vínculos son tres: la vista, el oído y la imaginación. Penetra la puerta del oído armado de voz y de bella habla; penetra la puerta de la vista armado de forma y gesto y movimiento y figura adecuada; y la puerta de la imaginación, de la mente, de la razón, la pasa con el comportamiento y el arte. (De vinculis in genere)

Venus no vincula y no conquista fácilmente la ciudadela, cuando los vasos están vacíos, el espíritu inquieto, la ansiedad intranquila; mientras que abren la ciudadela los vasos llenos, el ánimo sereno, la mente tranquila, el cuerpo en reposo; y es después de haber estudiado la alternancia de estos guardias y centinelas, que se debe osar rápidamente, atacar con fuerza, actuar con todos los medios, no conceder tregua. Todos los vínculos o bien se remiten al vínculo del amor, o de él dependen o directamente consisten en él... El amor es el fundamento de todas las pasiones; quien nada ama, en efecto, no tiene motivo para temer, esperar, gloriarse, ensorbecerse, osar, despreciar, acusar, excusar y humillarse e infuriarse, turbarse en su mal de otras análogas maneras. Y conseguiremos el nivel más alto y primario de la doctrina del vínculo cuando volvamos los ojos al orden del universo: aquí, por medio de este vínculo, las cosas superiores proveen a las inferiores, y las inferiores se vuelven a las superiores, los pares se asocian en mutuo vínculo, y se celebra en fin la perfección del universo en conformidad con la razón de su forma. El amor es el vínculo de los vínculos.

Los sentimientos nacen en efecto, de un entramado estructural bien establecido, introducidos por la fuerza del impacto o del hábito. Por esto aunque no exista el infierno, la creencia imaginaria en el infierno sin fundamento de verdad produce un verdadero infierno: la imagen fantástica tiene su propia verdad, con la consecuencia que actúa realmente y realmente y poderosamente permanece atrapado quien se deja vincular, y el tormento infernal se hace eterno con la eternidad de la convicción de la fe. (De vinculis in genere)

 De vinculis in genere («De los vínculos en general») de Giordano Bruno, pertenece a estos escritos oscuros cuya importancia en la historia de las ideas supera de buen trecho la que tienen ciertas obras célebres. Por la franqueza, e incluso el cinismo, que demuestra en el análisis de su materia, podría compararse al Príncipe de Maquiavelo; además el tema de las dos obras está emparentado: la de Bruno se interesa por la manipulación psicológica en general, la de Maquiavelo se ocupa más especialmente de la manipulación política. Pero ¡qué pálido y ridículo se ve, hoy en día, al príncipe aventurero maquiavélico comparado al mago-psicólogo de Bruno!


El tratado De vinculis in Genere es un manual práctico para el mago. Ahí se enseñaba cómo manipular a los individuos de acuerdo a su naturaleza emocional mientras que el mago se mantenía al margen de las peligrosas influencias de Eros. Lo curioso es que si bien el mago debía erradicar dentro de sí cualquier rastro de amor, incluso de amor propio, no era inmune a las pasiones. Por el contrario, debía alimentar en su mecanismo fantástico pasiones formidables, siempre y cuando fueran estériles y no le hiciesen perder la cabeza. Esto era así porque no había forma de embrujar a otros sin experimentar antes en carne propia lo que se deseaba producir en las víctimas.

Todos los afectos, creía Bruno, se reducían a dos: aversión y deseo. El odio no era otra cosa que la imagen en espejo del amor, la indignación era el amor a la virtud, etcétera. Así, el vínculo más alto (vinculum summum praecipium et generalissimum), el más importante y general, era Eros. 

La acción mágica ocurría a través del contacto indirecto de sonidos e imágenes, que ejercían su poder sobre los sentidos de la vista y el oído. Éstos imprimían en la imaginación aversión, alegría, atracción o repulsión. El mago seleccionaba con gran cuidado los sonidos y las imágenes apropiados para inducir los estados mentales deseados. La personalidad del sujeto era crítica, pues no todas las personas reaccionaban igual al estímulo mágico. Aquí es cuando la información recabada adquiría una gran importancia. Las imágenes eran capaces de engendrar en un individuo, o en una masa de personas, sentimientos de amistad, odio, libertinaje... Por supuesto, la vista y el oído eran sólo puertas traseras a través de las cuales el "cazador de almas" –el mago– introducía sus cadenas y señuelos en las personas. La entrada principal para todos los procesos mágicos era la fantasía. Si el mago cedía ante la compasión o el amor corría el riesgo de ser encadenado por alguna voluntad ajena. Para controlar a otros era necesario, primero, estar libre del control de los otros. Todo es susceptible de ser manipulado.


El mago del Renacimiento, esa mezcla de médico y profeta, se ha transformado, pero no se ha ido. Ahora se ocupa de las relaciones públicas, la propaganda, la investigación de mercado, las encuestas y la publicidad. Los magos modernos son una extensión del manipulador de Bruno. Los anhelos del mago –producir luz, moverse en el espacio de manera instantánea, comunicarse con regiones lejanas del espacio, volar y contar con una memoria infalible– se han cumplido cabalmente con la invención de la electricidad, el Metro, la radio y la televisión, los aviones, el transbordador espacial y la computadora. Tal vez, si Bruno pudiera contemplar el mundo moderno, miraría a su alrededor y, después, simplemente sonreiría.







Manipulación de las masas y los individuos
Por Ion P. Culianu  

Por una vez eso que hemos llamado la “arqueología del saber” nos sirve para algo. En este caso se trata de rastrear el origen de los mecanismos de manipulación de masas en las teorías de la “magia intersubjetiva” del siglo XVI. El autor de este clarividente análisis, Ioan P. Culianu, nos pone frente a la actualidad más acuciante cuando dice: “nos preguntamos si el estado occidental, hoy en día, es realmente un mago o si sólo es un aprendiz de brujo que pone en movimiento unas fuerzas ocultas e incontrolables”. Pero los musulmanes saben que tras la irracionalidad de todos los poderes, que hacen del ansia de dominación un objetivo, está el Único hacedor, y tenemos la certeza de que solo Él conoce el porque de todos los sucesos.


De vinculis in genere («De los vínculos en general») de Giordano Bruno, pertenece a estos escritos oscuros cuya importancia en la historia de las ideas supera de buen trecho la que tienen ciertas obras célebres. Por la franqueza, e incluso el cinismo, que demuestra en el análisis de su materia, podría compararse al Príncipe de Maquiavelo; además el tema de las dos obras está emparentado: la de Bruno se interesa por la manipulación psicológica en general, la de Maquiavelo se ocupa más especialmente de la manipulación política. Pero ¡qué pálido y ridículo se ve, hoy en día, 
al príncipe aventurero maquiavélico comparado al mago-psicólogo de Bruno!
 
La popularidad del Príncipe ha favorecido su consideración durante sucesivos siglos, y le ha llevado, recientemente, hasta la moderna teoría del «Príncipe» —el partido comunista— lanzada por A. Gramsci. Inédito hasta una fecha tardía, poco leído y siempre mal entendido, el De vinculis in genere es sin embargo el escrito que merecería ocupar, hoy en día, el verdadero y único puesto de honor entre las teorías de manipulación de las masas. Sin saberlo, los trusts de inteligencia que dominan el mundo se han inspirado en él: han llevado a la práctica las mismas ideas de Bruno. Podría existir una cierta continuidad ya que Bruno parece haber ejercido su influencia sobre el movimiento ideológico, a principios del siglo XVII, conocido bajo el nombre de rosacruz, cuya repercusión fue enorme. Pero, por lo que sabemos, no ha existido, ni antes de Bruno ni después de él, ningún autor que haya tratado esta materia bajo su aspecto empírico, dejando de lado cualquier consideración de orden ético, religioso o social. De hecho, a nadie se le hubiera ocurrido tratar un tema como éste desde el punto de vista del mismo manipulador, sin poner primero, como principio fundamental de su investigación, algún derecho divino o humano intangible en el nombre del cual la manipulación estaría condenada.
 
En el siglo XIX, podemos encontrar, claro está, a unos ideólogos como Karl Marx o Friedrich Engels que creen que la religión es como un «opio para el pueblo». En este sentido, además, sólo repiten un enunciado del De vinculis bruniano donde la religión está considerada únicamente en su calidad de instrumento de manipulación de las masas. Pero, mientras que Marx y Engels tienen unos ideales humanitarios y utópicos, Bruno no manifiesta ninguna preocupación por salvaguardar la dignidad humana: el único derecho que tiene ante sus ojos no pertenece ni a Dios ni a los hombres, sino al mismo manipulador. 
 
Hacia finales del siglo XIX, G. Le Bon sentó las bases de la disciplina llamada «psicología de las masas» (Psychologíe desfoules, editado en 1895). Más tarde, Sigmund Freud la desarrolló en su obra Psicología de las masas y análisis del yo (1921) que tuvo grandes repercusiones. Pero tanto Le Bon como Freud tenían por objetivo determinar cuáles son los mecanismos psicológicos que actúan dentro de una masa y dirigen su composición, y no enseñar cómo dominar una masa. La ciencia, con sus escrúpulos de orden moral, se niega a seguir un punto de vista que gustosamente deja a cargo del hombre político (de un Adolf Hitler, autor del Mein Kampf, por ejemplo). Se deja al Príncipe lo que le pertenece, aunque después se proteste  como lo hizo Freud  contra los abusos de un Stalin y el «nuevo orden» establecido en la Unión Soviética. 
 
Toda la humanidad ha oído hablar del Príncipe de Maquiavelo, y numerosos políticos se han esforzado en seguir su ejemplo. Pero sólo hoy en día podemos apreciar lo mucho que el De vinculis supera al Príncipe, tanto por su profundidad como por su actualidad e importancia: hoy en día, ya ningún jefe político del mundo occidental pensaría en actuar como el Príncipe de Maquiavelo, pero, en cambio, podría utilizar los recursos de persuasión y manipulación tan sutiles como los que los trusts de inteligencia son capaces de poner a su disposición. Para comprender y poner de relieve la actualidad del De vinculís, deberíamos estar informados acerca de la actividad de estos trusts, de los ministerios de Propaganda; deberíamos poder echar un vistazo a los manuales de las escuelas de espionaje, aunque ya podamos hacernos una idea de lo que contienen viendo lo que, a veces, se trasluce de estas organizaciones cuya finalidad ideal es garantizar el orden y el bienestar común, allá donde ya existe. 
 
El Príncipe de Maquiavelo era el antepasado del aventurero político cuya figura está desapareciendo. Por el contrario, el mago del De vinculis es el prototipo de los sistemas impersonales de los medios de comunicación, de la censura indirecta, de la manipulación global y de los trusts que ejercen su control oculto sobre las masas occidentales. Desde luego, no es el modelo seguido por la propaganda soviética porque a esta última le falta la sutileza que tan bien se aplica en Occidente. Por el contrario, el mago de Bruno es del todo consciente de que, tanto para atar a las masas como para atar a un individuo, debe tener en cuenta toda la complejidad de las expectativas de los sujetos, y debe crear la ilusión total de que está ofreciendo unicuique suum. Por esta razón, en la manipulación bruniana se necesita tener un conocimiento perfecto del sujeto y sus deseos: sin tenerlo, no puede haber ningún «vínculo». También por esta razón, el mismo Bruno admite que se trata de una operación extremadamente difícil que sólo puede realizarse desplegando unas facultades de inteligencia, perspicacia e intuición que estén a la altura de esta labor. Su complejidad en nada queda disminuida porque la ilusión debe ser perfecta para satisfacer las múltiples expectativas que se ha propuesto. Cuantos más conocimientos tenga el manipulador sobre aquellos que quiere «vincular», mayor serán sus probabilidades de éxito puesto que sabrá escoger el momento propicio para crear el vinculum.


Vemos que la magia erótica bruniana se propone ofrecer a un manipulador los medios para que controle a unos individuos aislados así como a unas masas. El supuesto fundamental es que existe un gran instrumento de manipulación: el eros en su sentido más amplio, aquello que se quiere, que va desde el placer físico hasta las cosas más insospechadas, pasando probablemente por la riqueza, el poder, etc. Todo puede definirse en relación con el eros, puesto que la repugnancia y el odio sólo representan el lado negativo de la misma atracción universal: «Todos los afectos y vínculos de la voluntad se reducen y se refieren a dos: la repugnancia y el deseo, o el odio y el amor. Sin embargo, el odio se reduce él mismo al amor, y por ello resulta que el único vínculo de voluntad es el Eros. Está demostrado que todos los otros afectos que una persona puede sentir sólo son, tanto formalmente como fundamental y originalmente, amor. Por ejemplo, la envidia es amor de alguien por sí mismo, y no soporta ni la superioridad ni la igualdad del otro; el mismo principio se aplica a la emulación. La indignación es amor por la virtud [ ... ]; el pudor y el miedo [verecundia, timor] no son más que amor por la honestidad y por lo que da miedo. Se puede decir lo mismo para los otros afectos. Por lo tanto, el odio no es más que amor por el contrario o por lo opuesto, y así mismo, la ira sólo es una especie de amor. Para todos aquellos que están destinados a la filosofía o a la magia, es del todo evidente que el vínculo más elevado, más importante y el más general [vinculum summum, praecipuum et generalissimum] pertenece al eros: lo que explica que los platónicos llamaran al amor el gran demonio, daemon magnus». 
 
La acción mágica tiene lugar por un contacto indirecto (virtualem seu potentialem), a través de sonidos y figuras que ejercen su poder sobre los sentidos de la vista y el oído (Theses de Magia, XV, vol. III, pág. 466). Pasando por las aberturas de los sentidos, imprimen en la imaginación ciertos afectos que son de atracción o repulsión, de goce o repugnancia (ibid.).


Sonidos y figuras no han sido escogidos sin falta de criterio: provienen del lenguaje oculto del espíritu universal (De Magia, III, pág. 411). Entre los sonidos, el manipulador debe saber que las armonías trágicas provocan más pasiones que las cómicas (ibid., pág. 433) porque son capaces de actuar sobre las almas que dudan (ibid., pág. 411). A su vez, las figuras son capaces de provocar la amistad o el odio, la pérdida (pernicies) o la disolución (ibid., pág. 411). De hecho, este fenómeno artificial puede comprobarse cada día cuando los individuos o las cosas que vemos provocan espontáneamente nuestra simpatía o antipatía, repugnancia o atracción (ibid., pág. 447). 
 
La vista y el oído sólo son las puertas secundarias por las que el «cazador de almas» (animarum venator), el mago, puede introducir sus «vínculos» y sus cebos (De vinculis in genere, III, pág. 669). La entrada principal (porta et praecipuus aditus) de todas las operaciones mágicas es la fantasía (De Magia, III, pág. 452); ésta es la única puerta (sola porta) de todos los afectos, o afecciones, internos y es el «vínculo de los vínculos» (vinculum vinculorum) (ibid., pág. 453). La fuerza del imaginario se multiplica por dos cuando interviene la facultad cogitativa porque ésta es capaz de subyugar al alma (¡bid.). Sin embargo, el «vínculo» tiene que pasar obligatoriamente por la fantasía porque «no hay nada en la razón que no haya sido anteriormente percibido por los sentidos [quod prius non fuerit in sensu], y no hay nada que, partiendo de los sentidos, pueda llegar hasta la razón sin pasar por la fantasía» (Theses de Magia, XLIII, vol. III, pág. 481).
 
Exceptuando al manipulador, porque se supone que puede ejercer un control absoluto (por lo menos teóricamente) sobre su propia imaginación, el común de los mortales está sometido a unas fantasías descontroladas. Sólo las profesiones especiales (como la del poeta o artista) exigen la aplicación voluntaria de la imaginación; para los demás, el campo de la imaginación queda abierto a cualquier causa externa. En este caso, hay que distinguir entre las fantasías provocadas por una acción voluntaria del sujeto, pero de otro orden, y las fantasías cuyo origen está en otra parte. Estas últimas, a su vez, pueden haber sido provocadas por los demonios, o inducidas por una voluntad humana (De Magia, III, pág. 449).
 
Ésta sería la voluntad del manipulador, que debe ser de tipo especial. En efecto, Bruno avisa a cualquier operador de fantasmas —en este caso al artista de la memoria— para que regule y controle sus emociones y sus fantasías de manera que, creyendo ser su dueño, no sea, por el contrario, la víctima de sus habilidades. «Procura no transformarte de operador en instrumento de los fantasmas»: éste es el mayor peligro que el discípulo tiene ante sí (Sigillus sigillorum, 11, 2, pág. 193). El verdadero manipulador debe ser capaz de «ordenar, corregir y disponer la fantasía, componer sus especies según su voluntad» (Theses de Magia, XLVIII, vol. 111, pág. 485). 
 
Parece ser que el hombre está dotado de un cerebro extremadamente complejo y desprovisto de cualquier tipo de dispositivo especial que le permita analizar los estímulos según su lugar de origen: resumiendo, no es capaz de distinguir directamente entre las informaciones oníricas y las que le transmiten los sentidos, la imaginación de lo tangible. Bruno exige del operador una labor sobrehumana: primero debe guardar inmediatamente y sin equivocarse las diferentes informaciones según su origen y, después, debe hacerse completamente inmune frente a cualquier emoción provocada por causas externas. En definitiva, se supone que ya no reacciona ante ningún estímulo externo. No debe dejarse conmover ni por la compasión, ni por el amor del bien y de lo verdadero, ni por nada, para evitar ser «vinculado» a su vez. Para ejercer el control sobre los demás, hay que estar protegido ante cualquier control que venga de los demás (Theses de Magia, XLVIII). 
 
Con una lucidez extraordinaria, Bruno expone una clara distinción entre la teología (con los fundamentos de la moral que era, no lo olvidemos, una materia exclusivamente teológica) y la «especulación laica» (civilis speculatio), para la cual se ofrece personalmente como representante. Para la teología hay una religión verdadera y creencias falsas, hay un bien y un mal, y en gran parte tienen una naturaleza ideológica. En estas condiciones, no se puede realizar ningún tipo de manipulación de los individuos ni de las masas, sino que se trata más bien de cumplir una misión cuya finalidad es convertir a la única verdad. Por el contrario, para Bruno, sólo existe un principio válido, sólo hay una verdad: todo es manipulable, no existe nadie en absoluto que pueda librarse de las relaciones intersubjetivas, ya sea un manipulador, un manipulado o un instrumento (De vinculis, III pág. 654). Incluso la teología, la fe cristiana y cualquier otra fe sólo son convicciones de masas instauradas por operaciones de magia.
 
Para que salga con éxito una operación —Bruno no se cansa nunca de decirlo—, tanto el operador como los sujetos deben estar plenamente convencidos de su eficacia. La fe es la condición previa de la magia: «No existe operador —sea mago, médico o profeta— que pueda desempeñar nada si no existe una fe previa en el sujeto» (De Magia, III, pág. 452); lo que también explica la frase de Hipócrates: «El médico más eficaz es aquél en quien más gente confía» (ibid., pág. 453). «El primer fundamento de la unión universal es que haya credulidad no solamente en nosotros, los que operamos, sino también en los pacientes. Ésta es la condición necesaria ya que sin ella no se puede obtener nada [ ... ]» (De Magia mathematíca, VI, vol. III, pág. 495). «La fe es el mayor vínculo, el vínculo de los vínculos (vinculum vinculorum); de él provienen todos los demás: la esperanza, el amor, la religión, la piedad, el miedo, la paciencia, el goce la indignación, el odio, la ira, el desprecio etc. ]» (Theses de Magia, LIII, vol. III, pág. 490). «Es necesario que el operador posea una fe activa y el sujeto de la operación una fe pasiva. Esta última, sobre todo, es un requisito para cualquier sujeto, porque sin ella, ningún operador, ya sea natural, racional o divino, puede desempeñar nada [ ... ]» (ibid.).
 
Resulta evidente que los ignorantes serán las personas mejor dispuestas a dejarse convencer por los fantasmas de la teología y los de la medicina: «Vincular [vincire] a estas personas resulta todavía más fácil cuantos menos conocimientos tienen. En ellos, la fuerza del alma se dispone y se abre de tal manera que deja el paso libre a las impresiones provocadas por las técnicas del operador, abriendo así ampliamente aquellas ventanas que, en otras personas, siempre se mantienen cerradas. El operador tiene libres las vías para crear todos los vínculos que quiera: la esperanza, la compasión, el miedo, el amor, el odio, la indignación, la ira, la alegría, la paciencia, el desprecio de la vida, de la muerte, de la fortuna [...]» (De Magia, III, págs. 453 454). El hecho de mencionar al profeta junto al mago y al médico, no es una casualidad. La consecuencia más evidente de las especulaciones de Bruno consiste en que toda religión es una forma de manipulación de las masas. Utilizando técnicas eficaces, los fundadores de religiones han sabido influir, de una manera duradera, en la imaginación de las masas ignorantes; han podido canalizar sus emociones y utilizarlas, provocando sentimientos de abnegación y autosacrificio que no hubieran manifestado de manera natural.
 
Enunciados como éste se prestan con facilidad a los malentendidos; el más común sería considerar que Bruno realiza aquí una crítica sociológica de la religión. Y en verdad, Bruno se sitúa más lejos de la religión que de la teología, a la que no intenta «desenmascarar», sino que únicamente procura mirarla desde un punto de vista operativo más amplio. No condena en absoluto a la religión en nombre de unos principios humanitarios que le son completamente ajenos. De hecho, no se interesa por la religión en sí, sino por la manera que emplea cualquier religión para instaurarse, siempre y cuando, por un lado, las masas estén dispuestas a aceptarla y, por otro, el mensaje sea conveniente y tenga la capacidad de realizar la conversión de las masas. En cuanto al manipulador, será todavía más persuasivo, más firme en su fe y en su fuerza de convicción, cuando consiga apagar en él y en los demás la philautia, el amor por uno mismo, el egoísmo (De vinculis, III, págs. 652, 675). Todo es manipulable, enseña Bruno; pero el manipulador no tiene derecho a utilizar su poder sobre las masas con fines egoístas. Además, parece ser que la existencia del amor propio en el sujeto facilita de alguna manera la creación de «vínculos». 
 
De manera general, resulta más fácil ejercer una influencia duradera en las masas que en un individuo. Para las masas se emplean unos vínculos que son de orden más general. En el caso de un individuo, es necesario conocer primero muy bien sus placeres y sus fobias, lo que suscita su interés y lo que le deja indiferente: «Resulta, en efecto, más fácil manipular [vincire] a varias personas que a una sola» (ibid., pág. 688). 

[ ... ] 
  
La fórmula «vínculo de los vínculos», Bruno la aplica —ya lo hemos visto— a tres cosas distintas: el eros, la fantasía, la fe. Ciertamente, como sabemos que el eros es una operación fantástica, podemos reducir la lista a dos términos. Después, aprendemos que la fe sólo puede formarse y prosperar en el terreno de la imaginación, lo que viene a significar que, en el fondo, el vinculum vinculorum es el sintetizador receptor y productor de fantasmas. 
 
Sin embargo, Bruno suele reservar esta fórmula para describir la fuerza extraordinaria del eros, daemon magnus, que preside todas las actividades mágicas. Estas últimas sólo son, finalmente, una explotación extremadamente hábil de las propensiones y actitudes individuales, para crear vínculos duraderos cuya finalidad es someter al individuo, o al grupo, a la voluntad del manipulador. 
 
El postulado de esta operación es que nadie puede librarse del círculo mágico: cada persona o bien está manipulada, o bien es un manipulador. Para poder ejercer sus técnicas, después de conseguir un dominio extraordinario sobre su propia fantasía, y habiendo dejado de lado su amor propio, que le hacía vulnerable frente a las adulaciones y las injurias de los demás, el manipulador se dedica a conocer y penetrar, gracias a la intuición, tanto las propiedades como las reacciones y las emociones del sujeto que quiere vincularse. [ ... ] 
  
¿Cuál es el objetivo de esta descripción del vinculum cupidinis, del vínculo libidinal? Esta pregunta resulta ser más compleja de lo que parece porque el tratado bruniano, en más de una ocasión, no resulta ser muy explícito, ni mucho menos. Como ya le hemos dado una respuesta, todavía nos queda justificarla. [ ... ] 
  
Una tercera hipótesis, que no pone en cuestión la idea de manipulación, consiste en decir que el conocimiento de la fenomenología erótica le sirve, al operador, no tan sólo para ejercer su influencia sobre el mundo exterior sino también para obtener una inmunidad perfecta en relación con los «vínculos» de cualquier tipo. Esto es muy probable, y vendría a decir que el operador bruniano es aquel que sabe todo sobre el amor, para aprender a no amar. En efecto, el que ama está vinculado: «El amor del amante es pasivo, es un vínculo. El amor activo es otra cosa, es una fuerza activa en las cosas, y es el que vincula» (ibid., pág. 649).


De la magia como psicosociología general 
  
Aunque la magia erótica de Bruno sea poco ortodoxa, su estudio nos ha permitido conocer un poco mejor las consecuencias extremas a las que puede llegar la identidad, tanto sustancial como operacional, entre eros y magia.
 
Tendremos que volver hacia atrás para considerar nuevamente cuál puede ser el parentesco entre eros y magia: ¿dónde acaba el eros?, ¿dónde empieza la magia? Parece que la respuesta sea sencilla: en cuanto se manifiesta el eros, la magia también se manifiesta. Por esto, finalmente, la magia erótica representa el grado cero de cualquier magia.
 
Todavía nos queda precisar la definición de la magia como operación espiritual. En cualquier caso, se trata de un postulado transitivo, y podemos afirmar que toda operación espiritual es al mismo tiempo una operación mágica. Como el eros viene a ser la actividad pneumática natural más sencilla (aquella que interviene en cualquier proceso intersubjetivo), resulta que todos los fenómenos eróticos son al mismo tiempo unos fenómenos mágicos en los que el individuo interviene en calidad de manipulador, de manipulado o de instrumento de manipulación.
 
Para que un sujeto participe de las operaciones mágicas, la idea misma de magia no debe pasar el límite de su consciencia. De hecho, puesto que ningún acto tiene lugar sin un movimiento del pneuma, se puede decir que toda la existencia de un individuo queda circunscrita en la esfera de la magia natural. Y como las relaciones entre individuos están condicionadas por criterios «eróticos», en el sentido más amplio de la palabra, resulta que la sociedad humana, en sus diferentes niveles, no es más que obra de magia. Por mucho que no sea consciente de ello, todo ser que, debido a la constitución del mundo, esté integrado en un relevo intersubjetivo también está participando en un proceso mágico. Únicamente el operador puede, primero, situarse como un observador de las relaciones intersubjetivas porque ha entendido el conjunto de este mecanismo, y puede realizar, simultáneamente, un conocimiento con la finalidad de sacarle provecho.
 
Todo esto recuerda curiosamente el concepto de «proceso de transferencia» estudiado por Jacques Lacan: según él, el mundo es un inmenso aparato de intercambios intersubjetivos, donde cada uno hace a su vez el papel de paciente o el de analista. En cuanto al facultativo, aunque Lacan no lo diga expressis verbis, se sitúa en una posición parecida a la del operador de Bruno: ha aprendido los mecanismos del mundo, sabe que el mundo no es más que una máquina de transferencias, y observa todo esto para poder aprovecharlo. Ciertamente, también se supone que debe transferir en el paciente el provecho que haya sacado para poder curarlo.
 
Las posibilidades del mago son más amplias; las del médico están relativamente más limitadas. Si tenemos dos individuos, A y B, y la relación entre ellos, que podemos llamar Y, y suponemos que A quiere a B pero que B no le corresponde, resulta que su relación, Y, queda definida con estos términos. La labor del mago es modificar Y: si ofrece sus servicios a A, conseguirá para él los favores de B. Pero supongamos que la familia de A decide que, por algún motivo de interés, A debe abandonar su intensa pasión por B: poniéndose a su servicio, el operador modifica Y y «cura» a A. Ésta sería la labor del médico. También podemos imaginar que A es un manipulador mágico que quiere conseguir los favores de B. Es mago, y no médico. De estos tres casos, dos pertenecen a la magia y uno a la medicina. ¿Cuál es, exactamente, la frontera entre estas dos disciplinas? Podemos darnos cuenta de que las competencias del médico se limitan, jurídicamente, a los casos que presentan el afecto de A en conflicto con los intereses de la sociedad, lo que significa que el afecto se situaría fuera de la normalidad. Por el contrario, el operador de la magia erótica en general puede utilizar sus conocimientos en contra de la sociedad y en contra de la voluntad de un individuo.
 
Supongamos ahora que A es un individuo múltiple, una masa que tiene reacciones uniformes. B es un profeta, el fundador de una religión o un jefe político que subyuga utilizando procedimientos mágicos de persuasión. Sus prácticas, como las del médico, se admiten porque al conseguir el consenso social, el mismo operador dicta las reglas de la sociedad.
 
Tres hipóstasis: mago, médico, profeta. Su vínculo es indisoluble, y sus límites no quedan bien definidos. El «psicoanalista» también pertenece a este círculo porque sus actuaciones están en el límite de lo ilícito y lo sobrehumano. (Reconozcamos que, hoy en día, su situación sigue siendo la misma: un cirujano nunca dirá que un psicoanalista es su «colega», aunque tenga el diploma de médico.)


Como hoy en día se han especializado y delimitado las competencias, podríamos decir que los otros dos operadores de la magia bruniana (el mago, propiamente dicho, y el profeta) han desaparecido. Es más probable, sin embargo, que sencillamente se hayan camuflado tras unas apariencias sobrias y legales: el analista sólo sería una de ellas, y no precisamente la más importante. Actualmente, el mago se encarga de las relaciones públicas, de la propaganda, de la prospección de mercados, de las encuestas sociológicas, de publicidad, de la información, la contra información y la des información, de la censura, de operaciones de espionaje e incluso de criptografía (esta ciencia fue, durante el siglo XVI, una rama de la magia). Esta figura clave, para la sociedad contemporánea, sólo representa la continuidad del manipulador bruniano, cuyos principios va siguiendo, procurando presentarlos con fórmulas técnicas e impersonales. Los historiadores concluyeron sin razón que la magia había desaparecido con la llegada de la «ciencia cuantitativa». Ésta sólo ha sustituido una parte de la magia, prolongando sus sueños y sus finalidades, recurriendo a la tecnología. La electricidad, los medios de transporte rápidos, la radio y la televisión, el avión y el ordenador no son más que las realizaciones de aquellas promesas, formuladas por la magia, que respondían a los procedimientos sobrenaturales del mago: producir luz, desplazarse instantáneamente de un punto a otro del espacio, comunicarse con regiones lejanas del espacio, volar por los aires y disponer de una memoria infalible. Podemos sostener que la tecnología viene a ser una magia democrática que permite a todo el mundo gozar de las facultades extraordinarias de las que, hasta ahora, sólo podía presumir el mago. 
   
Por el contrario, nada ha reemplazado a la magia en el terreno que le es propio: el de las relaciones intersubjetivas. Al mantener una función operacional, tanto la sociología como la psicología y la psicosociología aplicada representan, hoy en día, la continuación directa de la magia renacentista. 
 
¿Qué se pretendía conseguir con el conocimiento de las relaciones intersubjetivas? 
 
Una sociedad homogénea, ideológicamente sana y gobernable. El manipulador de Bruno tenía la responsabilidad de impartir a sus sujetos una educación y una religión correctas: «Ante todo, hay que cuidar mucho la manera de educar a alguien, vigilar el lugar donde sigue sus estudios, vigilar el tipo de pedagogía, de religión, de culto, los libros y los autores estudiados. Pues todo esto genera por sí mismo, y no por casualidad, todas la cualidades del sujeto» (Theses de Magia, III). El control y la selección son los pilares del orden. No hace falta tener mucha imaginación para entender que la función del manipulador bruniano la ejerce, ahora, el estado; este nuevo «mago integral» se encarga de producir los instrumentos ideológicos necesarios para conseguir una sociedad uniforme. Cualquier educación crea unas expectativas que ni el mismo estado es capaz de satisfacer. Para los frustrados, existen unas centrales ideológicas que crean expectativas alternativas. Digamos que si el estado produce la «cultura», estos otros centros manipuladores producen la «contracultura» que va dirigida, ante todo, a los marginales. 
 
No hay que engañarse en lo que respecta al carácter de las modas culturales alternativas: en ciertas circunstancias, pueden resultar ser más potentes que la cultura del estado; en tal caso, acabarán sustituyendo a esta última, ya sea siguiendo la evolución, ya sea creando una revolución. Por esta razón, el estado que quiera subsistir, debe tener la capacidad necesaria para asegurar a sus ciudadanos una educación infalible, y, si puede, debe satisfacer sus deseos. Si no lo consigue, debe procurar producir él mismo su contracultura, cuyos componentes ideológicos deben estar organizados de tal manera que impidan la cohesión de los marginados así como el aumento de su poder. El método más sencillo y más eficaz, pero también el más inmoral, consiste en dejar que vaya prosperando el mercado de los fantasmas destructivos y autodestructivos de todo tipo, al mismo tiempo que se va abonando la idea de que existen fuentes alternativas de poder, entre las cuales la más importante sería el «poder mental». Los efectos de la violencia se vuelven contra los agresores, la autodestrucción anula otra parte de los marginados, y, mientras tanto, el tercio restante está ocupado meditando y extasiándose ante las posibilidades desconocidas, pero siempre inofensivas, claro está, de la psique humana. Aunque, en ciertos casos, algunos ritos violentos vayan asociados con prácticas mentales, resulta poco probable que realmente consigan atacar la cultura del estado. La ventaja de estas operaciones sutiles consiste en no recurrir a la represión directa para salvar la idea de libertad, cuya importancia no debe ser desestimada. Por otro lado, las modas alternativas también representan una fuente considerable de prestigio y riqueza para sus creadores; y esto asegura el buen funcionamiento de todas las industrias que están relacionadas con ellas: la imagen, el disco, la moda de la indumentaria. A su vez, el éxito en el mercado de estas operaciones acaba siendo un peligro para el estado que, hasta este momento, había estado ayudándolas discretamente con la finalidad de desviar la atención de los marginados. Pero resulta que el fenómeno adquiere tales proporciones que prácticamente ya no puede ser controlado ni por los manipuladores directos ni por el estado mismo. Surgen entonces nuevas modas que no han sido inventadas por el estado para asegurar su propia subsistencia. Estalla una nueva ola de violencia que el estado no había programado. Las prácticas auto destructivas acaban por afectar a los representantes de las nuevas generaciones que hubiesen podido responder a las expectativas más nobles del estado. La situación se complica cada vez más, y las medidas que se toman exigen un gasto considerable de inteligencia que hubiera sido más útil para unos fines mejores. 
 
Y nos preguntamos si el estado occidental, hoy en día, es realmente un mago o si sólo es un aprendiz de brujo que pone en movimiento unas fuerzas ocultas e incontrolables. 
 
Es difícil contestar a esta pregunta. En cualquier caso, el estado mago, siempre y cuando no se trate de unos vulgares prestidigitadores, es preferible al estado policial que es aquel que, para defender su propia «cultura» caduca, no duda en reprimir todas las libertades así como la ilusión de las libertades, transformándose en una cárcel donde ya no existe esperanza. Demasiada sutilidad y demasiada flexibilidad son los mayores defectos del estado mago, que puede degradarse y transformarse en un estado brujo. Una carencia total de sutilidad y de flexibilidad son los mayores defectos de un estado policial, que se ha transformado en un estado carcelero. Pero la diferencia fundamental entre los dos, la que hace inclinar la balanza a favor del primero, es la naturaleza de la magia: la magia es una ciencia de las metamorfosis, tiene la capacidad de cambiar, puede adaptarse a cualquier circunstancia, puede mejorarse. Por el contrario, la policía jamás puede ser otra cosa que lo que es: en el caso que nos ocupa, es el defensor a ultranza de unos valores caducos, de una oligarquía política inútil y perjudicial para la vida de las naciones. El sistema de coacción está condenado a desaparecer porque lo que defiende no es más que un montón de fórmulas sin ninguna vitalidad. Por su parte, el estado mago está esperando la posibilidad de desarrollar nuevas oportunidades y nuevas tácticas, y precisamente el exceso de vitalidad puede interferir en su funcionamiento. Seguramente él también sólo podrá explotar una ínfima parte de sus recursos mágicos. Pero intuimos que éstos serán de una riqueza extraordinaria y, en principio, no deberían tener ninguna dificultad en arrancar el árbol seco de la ideología policial. 
 
¿Por qué esto no ocurre? Porque la sutilidad de sus juegos internos agota la atención del estado mago, y éste resulta tener poca preparación para enfrentarse al problema de una magia fundamental y eficaz en sus relaciones externas. Este monstruo de inteligencia se queda sin recursos en cuanto debe proyectar operaciones a largo plazo o cuando tiene que poner cara de «encanto» para las relaciones internacionales. Su pragmatismo sin contemplaciones ni miramientos acaba creándole una imagen que, aun siendo más bien falsa, resulta repulsiva a la mirada de sus interlocutores. Este defecto, hecho de promesas y discursos bizantinos, le perjudica tanto como sus excesos de inteligencia y su incapacidad para proponer soluciones radicales. 
 
Si nos extrañamos porque el estado policial todavía sigue funcionando también podemos preguntarnos por qué el estado mago, que dispone de una cantidad de recursos ilimitada, funciona tan mal; incluso parece que vaya perdiendo terreno, día a día, frente a los progresos ideológicos y territoriales del otro. 
 
La conclusión es evidente: el estado mago agota su inteligencia creando diversiones internas y demuestra ser incapaz de elaborar una magia a largo plazo para neutralizar la hipnosis provocada por las cohortes policiales que van avanzando. Así y todo, parece que el futuro le pertenezca y aunque el estado policial consiguiera una victoria provisional, no cabría ninguna duda sobre esta cuestión: la coacción violenta deberá rendirse ante los procedimientos sutiles de la magia, la ciencia del pasado, del presente y del futuro.

* Extraído de Eros y magia en el Renacimiento, ed. Siruela 1999, 131-140 y 147-152, traducción de Neus Clavera y Hélène Rufat del original francés, publicado por la editorial Flammarion en 1984
    

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