miércoles, 3 de octubre de 2012

Giordano Bruno



Bruno pasó largos períodos yaciendo en silencio, abandonado en un estado perpetuo de cuasi-inanición con su celda sumida en una oscuridad casi total, húmeda como una tumba en la que nada se movía, gélida en invierno y un horno carente de ventilación en verano. Y como contrapunto a las visitas del inquisidor, entre el atizador al rojo blanco y la cuerda mojada que se iba tensando, estaban los largos, largos lapsos de ausencia de tiempo e interminable soledad, con sus pensamientos como única compañía. ¡Y qué pensamientos debieron de ser, porque Bruno era un maestro del arte de la memoria y su habilidad era una espada de doble filo! Por una parte, podía recordar los millones de imágenes que almacenaba en su mente, rememorando detalles de su pasado para aliviar con ellos el dolor físico y la desgarradora soledad. Pero, por otra, ese talento debió de haber representado otra tortura para él, porque una memoria tan precisa sin duda destilaba sueños de libertad y ofrecía recuerdos de sol y aire fresco que lo hacían anhelar la fuga.
Empleando la antigua técnica con que estaba tan familiarizado, Bruno podía volver a ver el curso de su vida. Allí estaba el muchacho que jugaba en la aldea de Nola cerca de las laderas del Vesubio. Había nacido junto a un volcán y había cenizas en su sangre. Venía del fuego, y al fuego regresaría. Y a partir de aquel niño había ido creciendo el joven rebelde y discutidor que sacaba de quicio a los padres dominicos cuando se oponía al dogma que se enseñaba en el monasterio. Por eso, huyendo de Santo Domenico en el silencio de la noche, Bruno se enfrentó a un largo y oscuro camino donde el peligro acechaba en cada recodo. Podía volver a ver la Roma de 1576, pero algunos recuerdos se difuminaban entre las sombras incluso para él. ¿Qué había ocurrido realmente aquella noche en el puente? ¿Realmente había cometido un asesinato? ¿Había caído su hermano dominico al agua o fue empujado? Podía ver el rostro del hombre y oler el aroma de la traición, y luego ver el miedo en sus ojos cuando retrocedía en el frío aire nocturno hasta caer al agua.
Y una vez más los caminos, París, la devastación, una gloria arruinada. Luego podía ver a Enrique, su querido Enrique, tan lleno de vida y curiosidad. Y tantos otros. Conversación, conversación constante, la excitación del debate, el súbito iluminarse con la comprensión de un rostro joven. Más allá de la sala de disertaciones, los laboratorios de sus amigos, que se esforzaban por descubrir encantamientos imposibles, secretos ocultos en el mundo secreto de los alquimistas y los magos de Europa. Podía volver a ver el crisol ennegrecido, oler la mezcla asfixiante de los productos químicos, ver bailar la luz encima de las gotitas de mercurio. Y en su cama, mujeres blancas y jóvenes, dulces aromas femeninos que abrumaban sus fosas nasales contaminadas. La oscura caverna platónica y la fantasía de la piedra filosofal no eran para él, porque Bruno tenía otras ambiciones, sueños que hacer realidad.
¿Podía recordar ahora el momento en que concibió su gran plan? Tal vez fue la figura de Enrique la que lo inspiró, quizá fue ese rey el que lo animó a creer que el mundo podía ser cambiado mediante la razón y el intelecto. ¿Cómo había llamado al monarca? Ah, así: «El más cristiano, santo, religioso y puro de los monarcas.»3 Pero al final Enrique le había fallado y por eso volvió la mirada hacia Isabel, la reina hereje. Y con ello partió hacia Inglaterra. Allí había impresionado a la corte, pero subestimó a la reina inglesa. Como todos los ingleses, Isabel sólo quería evitar riesgos y mantener el estatus quo. Para alcanzar sus metas sólo le valían los métodos más prosaicos, aquellos ya usados y comprobados mil veces.
Los ingleses lo habían decepcionado bastante. En Oxford, los hombres más elocuentes del país defendían tonterías aristotélicas. Decían ser eruditos y estudiosos, pero en realidad estaban, bien lo sabía él, tan ciegos a la verdad como aquellos sacerdotes que acariciaban sus rosarios y doblaban la rodilla ante el estúpido presuntuoso del Vaticano. Los maestros de Oxford habían expulsado a Bruno de su universidad, pero él había reconocido las razones de su veneno y sabía que se trataba del veneno de los celos, aquella energía ávida y codiciosa. Pero todavía podía recordar la manera en que se lo había hecho pagar con su siguiente libro. «Id a Oxford —había escrito—, y haced que os cuenten las cosas que le ocurrieron al Nolano cuando discutió públicamente con aquellos doctores en teología. Haced que os cuenten con qué facilidad pudimos responder a sus argumentos.»4
Más tarde, nuevamente en Europa. La sombra de la Inquisición nunca estaba muy lejos, y Bruno había aprendido a no confiar en nadie. Pero seguía sintiéndose consumido por el deseo de cambiar las cosas, de mejorar el alma de los hombres. Había fracasado en dos ocasiones, y ahora sabía que si iba a mejorar al hombre primero tendría que mejorar sus métodos. En Alemania había hecho un fugaz intento de establecer su propio culto e ir más allá de la mera filosofía. Contaba con apoyos, y habían sido muchos los que cuidarían de él mientras se concentraba en fundar una nueva religión.
Pero aquello no había prosperado, y ahora no podía recordar por qué. Cuando intentó conjurar las imágenes, descubrió que no le venía nada a la mente. Y allí estaba, sumido en la oscuridad mientras empezaba a dudar de sí mismo. Se acurrucó en un rincón de su celda, intentando no percibir el hedor a cloacas y humedad, negándose a escuchar el gotear del agua y los gritos de otros prisioneros agonizantes en celdas cercanas. ¿Habría sido un fraude? ¿Se habría estado engañando a sí mismo durante tantos años? Y si todo lo que había llegado a afirmar sólo fuese una mera repetición carente de valor? Por un instante se precipitó en una incontrolable espiral y notó cómo la frente se le perlaba. Un sudor helado cubrió todo su cuerpo. Podía ver ante él el ávido rostro del inquisidor y las llamas, siempre las llamas. Podía oír el crujir del potro, sentir el agua anegando su garganta y cómo se ahogaba, ardía y caía desde el techo. La tortura emocional era casi insoportable. Y si estaba equivocado? ¿Y si estaba padeciendo por nada, por nadie? ¿Y si las llamas del infierno realmente lo estaban esperando? Si el Papa realmente hablaba por boca de Dios, entonces lo único que podía esperar era la condena, primero ser quemado vivo y luego la condena eterna.
Pero entonces llegó el cálido resplandor de la fe, la evidencia, la confianza en sí mismo y la certeza. Por fin se acordaba de su nuevo propósito y de cómo había comprendido que sólo un hombre en la tierra podía hacer que sus planes fructificaron. A partir de ese momento supo qué debía hacer, y cuando el muy idiota de Mocenigo le envió sus cartas, las consideró una señal, una confirmación de que había hecho el mayor descubrimiento de toda su vida.
Había controlado todo su plan con consumada habilidad. Había hecho esperar a Mocenigo, jugando con él hasta hacerlo enloquecer de impaciencia. La temporada pasada en Padua había sido un auténtico golpe de genio que incrementó la frustración de su suplicante mecenas hasta extremos casi insoportables. Sabía cómo actuaba la Inquisición. ¿Cómo no iba a saberlo, cuando los inquisidores llevaban toda la vida siendo sus enemigos? Sabía que querían tenerlo a buen recaudo, especialmente allí en Venecia donde todos se preocupaban tanto por la imagen pública.
Su comportamiento ante el tribunal había sido impecable, una auténtica obra maestra; lástima que nadie lo hubiera apreciado en sus justos términos. Él sabía que su caso plantearía serios problemas a los venecianos. Sabía que no lo quemarían, pero que tampoco lo dejarían en libertad. Había apostado por un juego muy peligroso, pero creía que al final las cosas saldrían bien. Si los venecianos lo dejaban en libertad, habría una posibilidad de que pudiera permanecer en Venecia sin ser molestado y de que se le permitiera enseñar allí. Si los venecianos se inclinaban ante Roma, entonces tendría ocasión de establecer contacto directo con el Papa y de llevar a cabo su misión, convirtiendo al mismísimo Santo Padre y guiando de esa manera al mundo hacia un nuevo amanecer.
Había faltado muy poco para que saliera bien. Todo había ido según el plan, hasta que Bruno cometió un error fatal. Había sobrestimado el poder del Papa, creyendo ingenuamente que Clemente no tenía que rendirle cuentas a nadie; que, habiendo oído hablar del extraordinario Bruno, el Santo Padre querría entrevistarse inmediatamente con él. Pero ahora sabía que cuando se trataba de modificar la doctrina aunque sólo fuese en una coma, Clemente se encontraba tan maniatado como los demás. Y finalmente su plan lo había llevado a la cárcel de los inquisidores. El futuro sólo le reservaba agonía, agonía y muerte.

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lunes, 27 de septiembre de 2010

El Idioma de la Imaginación: Ensayos Sobre la Memoria, la Imaginación y el Tiempo - Ignacio Gómez de Liaño

EL IDIOMA DE LA IMAGINACIÓN
En el año 1591 se publica en Francfort, en la imprenta de Wechsel y Fisher, el último tratado que Bruno escribió sobre la memoria.
Su título completo dice así: Sobre la composición de imágenes, signos e ideas con vistas a todo género de invención, disposición y memoria.
Invención, disposición y memoria son tres de las partes en que los retóricos clásicos dividían su arte.
Como es habitual, Bruno no hace más que conservar designaciones consagradas por la tradición, adaptándolas a sus propios planes.

No se limita Bruno a enseñar cómo se inventan o hallan te mas, se disponen u organizan discursos, y se memorizan, sino que expone todo un sistema general de invenciones temáticas que es, al mismo tiempo, un sistema de ordenación de las facultades psíquicas y morales, de clasificación de materias, y de organización del pensamiento, además de, naturalmente, un elaborado método de afianzar la memoria y educar la imaginación.
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jueves, 31 de julio de 2008

Amador B. Jentill y Giordano Bruno


Amador B. Jentill y Giordano Bruno


Un fraile, un pequeño pero solemne en la túnica blanca de la República Dominicana, deja la puerta lateral del convento y la sal, abandonando todavía con sueño en el asiento de terciopelo. Pope Pius V, que han oído hablar de las extraordinarias habilidades del joven representante de la gran tradición dominicana en la memoria artificial, quiere verlo en el trabajo. En Roma, Bruno reciterà memoria, en hebreo, el salmo Fundamenta, de la primera a la última palabra, y viceversa. Será la primera de muchas actuaciones que durante su vida subvención papas, emperadores, académicos y autoridades eclesiásticas, con el orgullo de irridente entendido mal genio.


Pero la Iglesia no tarderà para descubrir que la prodigiosa memoria de que el hombre es sólo la manifestación hacia el exterior de una extraordinaria capacidad de intuición, un incansable deseo de conocer y comunicar, y tendrá que contar con sus pensamientos corrosivos y rebelde hasta la spavalderia. Bruno es un muy sensible: inmerso en el Universo, está convencido de que puede romper la brecha entre el humano y divino. L 'Ars memoriae representa la mitad de él para ir más allá de la humanidad, en búsqueda de la verdad y dell'inesprimibile, para determinar las limitaciones, llegar al conocimiento universal sobre la naturaleza de las cosas.

Esas imágenes que cada uno de nosotros puede forma independiente, una vez vivificate de emociones, que conectará automáticamente con la bola de ideas que nos sombra, umbra profunda, pero podría fatalmente, como una llama, y tendemos a partir de la cual dependen en una alternancia cíclica de Ascenso y Descenso, donde los espíritus recibido por la contemplación del principio divino y el alma se convierte, cambiar y tomar el control de la materia y las formas.

Bruno advierte todo y tratar de expresarlo con facilidad utilizando todas las artes, los instrumentos que su tiempo es capaz de ofrecer: la magia natural, astrología, matemáticas y, de hecho, el arte de la memoria. Él no está satisfecho, sin embargo lulliani de fuegos artificiales u otros mnemonisti antes, sino que se desarrollen, experiencias, transformado. El uso de las imágenes toma para él una importancia que va más allá de la simple correlación mnemónica y, a partir de los llamados "obras mnemotecniche", su capacidad de evolucionar y acompañar a todos sus pensamientos más tard. Las alegorías de los emblemas de Spaccio Furori, hasta los conceptos de impresionantes estatuas Lampas triginta statuarum, la asociación palabra-imagen se transforma de un simple mecanismo de la memoria técnica de pensamiento, que le permite desarrollar y comparar los conceptos para llegar a nuevos verdad.

Tengo entendido, por desgracia, también John Mocenigo, los patricios venecianos que atraiga la trampa mortal, all'Inquisizione entrega.

Con el pretexto de querer aprender "ars memoriae, que en realidad la intención de capturar, pervertendone propósitos y significados, de los secretos de la fianza y la magia de la naturaleza.

*** ***

Amador Bueno Jentill levanta transporte, idealmente, por la mañana y que tuvo lugar delante de Jordania. En ese viaje de Nápoles a Roma ha aprendido del Maestro los secretos de la memoria.

Hoy en día, más de cuatro siglos más tarde, las subvenciones, como Bruno, un ensayo de su talento poco común, ha despertado, como entonces, admiración y desconcierto y se extiende, actualizándola, la técnica de la memoria de imágenes. Una vez asociados con la letra, el número, palabra, la imagen se convierte en su propia fuerza, talismanica: desde la simple artificio nemotécnico cargo de contenido emocional. Y 'la gran intuición de que Amador Bueno Jentill debe Bruno y en este libro nos dice cómo la lectura del De imaginum, idearum et signorum compositiones idearum ha proporcionado los elementos fundamentales para el desarrollo de un método personal de la memoria (Cole bautizado por sus iniciales), que se extiende diariamente a través de cursos y la enseñanza de las páginas del sitio web . Gracias al dominio técnico del tema, propone una revisión dinámica De De imaginum, idearum et signorum compositiones, que combina la curiosidad del investigador divorante admiración por los devotos Maestro. El efecto es una iluminación de los pasos más esotéricos y aparentemente bruniano texto ilegible y la sugerencia de vastos horizontes aplicación de sus enseñanzas. El libro, a partir de fuentes, retraces el viaje realizado por Nolano y aclara que las técnicas utilizadas y desarrolladas, mostrando cómo el arte de la memoria no es un instrumento obsoleto, sino un sistema todavía presentes y fructífera aplicaciones, que la sorprendente capacidad de Amador Bueno Jentill , el regreso quell'utilità la práctica que el tiempo había resta. Su comentario tiene un encanto especial porque es el entusiasmo de los instrumento que utiliza todos los días y quiere saggiarne y desarrollar su potencial. Hoy en día, los medios de comunicación, como computadoras, parecería no sea necesaria esta técnica, si no celasse algo mucho más importante y sustancial. Se descubre el velo de un arte que va mucho más allá de la simple mnemotécnico habilidades, establecer contactos y vínculos con la naturaleza y con la absoluta.


El apéndice del libro propuesta es la traducción de "Ars memoriae (que constituye la segunda parte, que" la práctica ", De De imaginum, idearum et signorum compositiones), producido por Fabio Ferrucci, de acuerdo con las ideas de Amador Bueno Jentill culpables y se mantuvo en el cajón hasta el día de hoy.

Cuando me Gianni sometido, hace cinco años, inmediatamente me resultó superior a los demás entonces disponibles, que son, en muchos lugares, totalmente incomprensible y oscura, porque no se entiende la aplicación práctica. Estamos ciertamente dispuestos a volar sobre benevolently en algunos audacia interpretativa a cambio de la satisfacción de ser capaz de ejecutar las instrucciones que operacionalmente Bruno impartì a Henry III de Valois, para que el texto fue dedicada.

Sólo recientemente Nicoletta Tirinnanzi preparado para la edición de las Obras mnemotecniche, dirigida por Michele Ciliberto, una nueva traducción, donde el rigor filológico que acompaña a la comprensión de la práctica del arte, que no fue en grandes tramos de su intento anterior.


El libro Amador Bueno Jentill tanto, es una valiosa herramienta de introducción, que es indispensable para cualquier persona que realmente quiere aprender a usar su método con el pleno conocimiento de base teórica e histórica y, sobre todo, conciencia de lo que, incluso en este campo, tenemos que extraordinario genio de Giordano Bruno. Más allá de la excepcional capacidad mnemónica para que despegue y que es innato talento, crecido y mejorado desde la infancia con la continuidad y la tenacidad, Gianni Amador Bueno Jentill , por lo tanto, es un intérprete bruniano valiente y apasionada, que retornos, illuminandone la praxis, el verdadero significado del extraordinario legado de Nolano.

Guido del Giudice [1] Juez Guido, [1]


[1] Curatore del sito internet www.giordanobruno.info , ha dedicato a Giordano Bruno due suggestivi saggi: “WWW. [1] editor web www.giordanobruno.info, dedicado a Giordano Bruno evocador dos ensayos: "WWW. Giordano Bruno” (2001) e il recente “La coincidenza degli opposti” (2005). Giordano Bruno "(2001) y la reciente" La coincidencia de los opuestos "(2005).

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